Todo inició bajo la lluvia

CAPÍTULO 9.

Sara Johnson.

Escuchar su confesión me estaba llenando de frustración, pero en cuestión de segundos comprendí que ambos sentíamos lo mismo, queremos estar juntos, no tenemos compromisos, pues por mi lado, di por terminada mi relación con Salomón y por él, bueno, creo que lo de Emma es solo un capricho de ella.

Así que decidida a arriesgarlo todo, me lancé a sus brazos y lo besé con ese deseo insaciable que siempre siento cuando estoy a su lado, queriendo sentir sus labios, su lengua, sus manos magreando sin respeto mi cuerpo, su besos saboreando toda mi piel, quería sentirlo a él.

Subió conmigo en brazos hasta la habitación, abrió y cerró la puerta con rapidez, me colocó en la cama, casi en la misma posición en la que estaba sentada en su regazo y se arrodilló entre mis piernas. Bajó su vista hasta mi intimidad y negó con una sonrisa ladina.

—Desnuda… así me gustaría que estuvieras siempre, desnuda para mí —y me besó, un beso caliente, húmedo y erótico.

Estaba hecha nervios, una cosa era besarnos y otra muy diferente era que llegara este momento en el que no había marcha atrás, hoy sería suya, sería… como dicen los libros eróticos, sería su mujer, hoy él me haría mujer.

Nuestras manos empezaron a deshacerse de la ropa que nos cubría. Torpemente iba desabrochando su camisa, pero él tenía una habilidad única porque en menos de nada me sacó la camiseta y dejó al descubierto mis senos, esos que no dudó en poseer con sus labios, dientes y manos.

—Oh Sara, estos son míos de ahora en adelante… —jadeé por las sensaciones que su toque me trasmitía.

Chupó, magreó y devoró con ahínco cada uno; se esmeró en darles la mejor atención, verlo en escena fue lo más candente que hubiese podido ver, porque me prendió y me humedeció más de lo que estaba.

Mis gemidos no se hicieron esperar, sus cálidos labios hacían maravillas en mi piel y no puedo negar que sus manos acariciaron mi cuerpo de una forma única, me sentía adorada y venerada.

Mis manos se enredaron en su suave cabello, del cual tiré en cada beso y caricia, mi intimidad palpitaba y la sentía humedecerse cada vez más, sus húmedos labios bajaron por mi abdomen hasta detenerse en el borde de mis shorts, me apoyé en mis antebrazos y me topé con sus ojos perdidos en el placer, sus dedos desabrocharon el botón y bajaron el zipper, mientras sus besos seguían el recorrido de mi ropa.

Levanté mis caderas para que terminara de sacar mi ropa, estaba totalmente desnuda y expuesta a su escrutinio, mi intimidad frente a su ojos; sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa. Bajó sus labios y besó castamente mi monte de venus, la sensación me hizo cerrar los ojos y echar mi cabeza hacia atrás.

Su boca bajó más hasta toparse con mi intimidad, la humedad de su lengua enviaba miles de sensaciones a todo mi cuerpo, quería cerrar mis piernas, pero él las sostenía con fuerza.

Besó mi zona entrando en ella con suavidad, chupó cada parte con esmero, mi cuerpo se estremecía, sentía una corriente recorriéndome totalmente, no sabría describir las sensaciones que me hizo experimentar, pero me sentía perdida, quería más, sentía que en mi centro se formaba una bomba que quería explotar en cualquier momento.

Su lengua continuaba con la tortura, quería mover mis caderas contra él, pero me tuvo, sus dientes no perdieron oportunidad para hacer parte del momento, mientras sus manos subían hasta mis pechos y apretujaba mis pezones con cariño prolongando la tortura.

 —¡Aaah! Charles… Oh Dios…

—Vamos Sara, dámelo. Quiero saborearte, no te contengas. Déjame oírte, quiero oírte.

—¡AAAH! ¡SÍ, ASÍ! ¡CHARLES!

Prolongó el momento hasta que exploté, todo mi cuerpo colapsó… mi mente se perdió en un lugar más allá del que pueda describir. Mi ser se estremecía solo, como si algo por dentro lo sacudiera con violencia y a la vez con esmero, la deliciosa sensación se repartió por todo mi ser hasta que una ola de humedad salió de mí, Charles aún seguía succionando mi zona y alargando más las sensaciones.

Sentía mi cuerpo laxo, y mis piernas temblaban, mi zona aún palpitaba, mis pezones estaban sensibles. Fue la sensación más maravillosa que hubiese podido experimentar, pero lo mejor era que él la había provocado.

Antes anhelaba este momento, perdiéndome en mis pensamientos imaginando cuando me hiciera suya, ideando como se sentiría estar con él, soñaba con sus besos, sus caricias, las palabras que él usaría en este momento, todo, era como inventarme un cuento e imaginarlo y vivirlo, pero lo de hoy fue… fue… mejor de lo que pensé.

—Sara eres… Dios, no sabes cuanto te deseo y quiero estar contigo, pero…

—¿Pero? —ese, pero me sorprendió, un nudo se atascó en mi garganta y mi corazón se paralizó de inmediato, haciendo que sintiera una punzada de dolor en mi ojo derecho.

Fue un simple pero que implicaba un todo, un pero lleno de cosas positivas y negativas que empezaron a romperme la cabeza y en cuestión de segundos me llenó de miedos, dudas y hasta me torturó, tanto que sentía que lágrimas querían salir de mis ojos y bañar todo el lugar mientras sentía que mi labio inferior temblaba como si todo el lugar se hubiera helado.

Intenté tomar la cobija de la cama y cubrirme con ella, pero me lo impidió.




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