Todo inició con una mentira

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Después de que había dejado a Alex completamente solo en ese lugar me había percatado que realmente había cometido un gran error al aceptar irme con él hacia ese lugar totalmente desconocido, durante todo el camino me había puesto a pensar en la situación, una y otra vez. Dándole vueltas al mismo asunto y al mismo pensamiento, pero al final terminaba por darme cuenta de que siempre terminaba por echarme la culpa de todo.

Que, si Alex me había traicionado en el pasado, había sido mi culpa por confiar en él.

Que, si Alex había regresado a mi vida, había sido mi culpa por permitir que lo hiciera.

Que, si Alex me había llevado a las cabañas y había terminado por conseguir una gran quemada en mi pierna, había sido mi culpa por aceptar irme con él y mi culpa por haberme bajado de la motocicleta de una manera totalmente imprudente.

Todo era mi culpa al final de la noche y estaba harta de pensar en ello.

En pensar que todo lo que me sucedía era mi culpa, cuando en realidad nada de lo que había sucedido en los últimos años había sido mi maldita culpa.

Podría ser que la mala suerte me trataba de perseguir a toda costa, pero no era mi culpa que probablemente la mala suerte estuviera persiguiéndome.

Tampoco en esos momentos podía recordar si realmente había cometido algo realmente horrible en el pasado, como para que posiblemente el karma estuviera corriendo tras de mí. Alcanzándome cada vez que me detenía para poder tomar un suspiro.

Cuando finalmente el chofer me llevó a casa y entre en ella para intentar descansar, pude darme cuenta de que el dolor que había estado tratando de ignorar por todo el camino había crecido de una manera terriblemente sorprendente, haciéndome delirar. Estaba segura de que si no tomaba un analgésico rápido o algún medicamento que aliviara mi dolor, terminaría volviéndome loca.

Simplemente, no había manera de describir aquel desesperante dolor que me recorría toda la pierna. Era como si lo caliente de la motocicleta de Alex se mantuviera sobre mi piel. Torturándome constantemente.

Desde pequeña había tenido problemas para tolerar el dolor, podía recordar la manera en que un simple golpe me hacía llorar con fuerza, mientras que las personas a mi alrededor me veían como una simple exagerada que trataba de llamar la atención, pero realmente ellos nunca habían sentido la clase de dolor que yo sentía en esos momentos y realmente por mucho tiempo traté de que el dolor no se apoderara de mí. Cosa que había sido una pérdida de tiempo.  Por lo que era bastante claro que en esos momentos tampoco podía tolerarlo. Dolía y eso no iba a ser cambiado. Incluso si trataba de ignorarlo, si trataba de reprimirlo, seguiría estando ahí. El dolor no se iría.

Ni siquiera tenía tiempo para ponerme a pensar en lo que había sucedido con Alex, haberlo dejado en aquella cabaña realmente había sido una de las mejores decisiones de mi vida, al menos eso creía.

Después de varias experiencias había llegado a la conclusión de que realmente conocía a los hombres como él, ya que eran los típicos hombres con los que solía relacionarme o, mejor dicho, salir.

Todos terminaban haciendo alguna clase de daño para posteriormente regresar con una maldita cara de perro regañado que no podía soportar. Estaba completamente harta de ellos, harta de ver sus miradas con “buenas” intenciones que en realidad solo eran intenciones de terminar sacando algún provecho de mí misma. Deseaba desesperadamente desaparecer a esa clase de hombres de mi vida y sobre todo el terrible dolor de mi pierna que me jodía constantemente.

Como era de esperarse, un desinfectante y un ungüento junto a un vendaje no había cérvido para nada. Tenía que admitir que necesitaba urgentemente un doctor que pudiera atenderme, tal vez una doctora que no fuera a invitarme a dar un estúpido paseo en motocicleta.

El simple hecho de pensar en su maldita motocicleta hacía que mi molestia interna creciera, como si el pensar en ese momento alimentara mi ira intenta.

Incluso después de varias horas, seguía molesta.

En realidad, no sabía si estaba molesta porque sabía que había sido mi culpa o estaba molesta por saber qué tendría que ver a Alex una vez más. Porque se suponía que debía de verlo para poder terminar con el maldito contrato que habíamos establecido. Sabía que terminar el contrato con Alex significaba que debía de abandonar por completo el dinero que me “Entregaría” por vivir bajo mi mismo techo, pero al ser la responsable de que nuestro contrato se estuviera cancelando. Tendría que posiblemente pagarle una gran cantidad de dinero por terminar con él. Pero realmente y siendo totalmente sincera no quería regresarle su dinero, necesitaba dinero para la hipoteca de la casa de mi madre y no tenía trabajo. Mi cuenta bancaria no estaba yendo nada bien. Lamentablemente, nada me estaba saliendo bien y realmente esperaba que mágicamente apareciera una chica frente a mi puerta con miles de dólares para gastar en alquiler.

Con una gran sonrisa, una gran fuerza mental y una personalidad tan hermosa que me hiciera preguntarme si la persona que vivía conmigo era realmente una humana real. Pero eso realmente no podría ocurrir y sabía que era absurdo.

Ilusa, lo sé, era obvio que tenía un problema con Alex, era completamente obvio que tendría que verle la cara una vez más… al menos que Kristal pudiera nuevamente arreglar todo por mí.




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