Todo inició con una mentira

13

No quería saber nada de las cartas, no quería saber nada del pasado.

—Al carajo con las cartas— solté, lanzándolas hacia el suelo del auto—. No necesito leer nada de eso.

—Ya veo… no quieres saber nada sobre mí. Realmente no quieres saber la verdad y créeme que te entiendo, pero en verdad necesito que me des una oportunidad.

—No quiero leer nada— susurré, bajando la mirada hacia el lugar a donde acababa de lanzar las cartas— si guardaste esto por tantos años, estoy segura de que puedes decírmelo en la cara.

—No puedo— soltó inmediatamente, perdiendo por completo la seguridad que siempre solía tener sobre él— no puedo expresar mis sentimientos con facilidad y ese es el principal motivo por el cual tuve que perderte hace años.

Realmente en ese momento me dejó sin palabras, haciéndome recordar cada uno de los momentos en los que en el pasado intenté que él se abriera por completo. Incluso después de tantos años para Alex sigue siendo difícil expresarse por completo y posiblemente si en ese momento yo hubiera sabido todos los traumas que realmente traía consigo Alex… posiblemente no hubiera sido tan dura con él.

—¿En verdad crees que voy a creer en ello? —pregunté, negando al mismo tiempo que me preguntaba por qué carajos nunca podía ser totalmente honesto conmigo—. Si hubieras sido honesto conmigo, probablemente en estos momentos nosotros estaríamos…

—Casados—soltó, asintiendo con sutileza mientras golpeaba con cuidado el volante que había frente a él—. Lo sé perfectamente.

No podía pensar que él dijera eso, es decir, no podía creer que él había seguido pensando en aquella estúpida promesa que nos habíamos hecho hace años. Una promesa que incluso había olvidado un par de veces, pero que parecer él nunca lo hizo. Realmente en ese tiempo, era bastante estúpida, ya que no veía realmente las verdaderas intenciones de Alex. Estoy completamente segura de que, si hubiera descubierto las verdaderas intenciones de Alex en ese mismo momento, hubiera huido. Porque lo que estaba a punto de decir me iba a terminar provocando un estrés total por meses.

—¿Quieres ser editora? —soltó de repente. Preguntándome a mí, a mí si quería ser editora. Lo primero que consideré en esos momentos fue que Alex estaba burlándose de mí, así que inmediatamente me molesté, para empezar, estaba cambiando el tema de la conversación y segundo, estaba dándome o mejor dicho ofreciéndome un trabajo que yo, pero nada iba a poder hacer.

—Me parece totalmente molesto que intentes cambiar el tema de esta manera y aparte te burles de mí. Sabes perfectamente que no podría hacer ese trabajo porque no tengo paciencia y estar buscando errores no lo puedo hacer más que en ti. Para encontrarte errores y defectos soy perfecta, pero en un libro no.

—Estaba totalmente seguro de qué ibas a decir eso, pero no estoy intentando cambiar el tema de la conversación, bueno, sí, pero no.

—¿Entonces? —pregunté. Observando como Alex volteaba hacia mí para regalarme una pequeña sonrisa, una pequeña sonrisa nerviosa.

—Te conozco— susurró, ladeando un poco su rostro mientras me veía.

—Claro que no—respondí de inmediato.

—¿Quieres apostarlo? —preguntó, acercándose un poco a mí. Soltando una gran sonrisa, demostrando que se encontraba seguro de lo que estaba haciendo.

¿Por qué carajos cambiaba tan de repente? En el hospital parecía estar a punto de seducirme o incluso a punto de tocarme. Pero entramos al auto, le preguntaba sobre el pasado y se comportaba totalmente inocente. ¡Pero en cuanto el tema o la conversación se iba por un rumbo en el cual yo tuviera que apostar algo, automáticamente revivir aquella maldita seguridad que siempre tuvo!

Hasta el día de hoy, años después de ese maldito suceso en el auto, Alex sigue siendo un maldito adicto a las apuestas, no en un casino o en alguna puesta que se trate de dinero, sino que es jodidamente adicto a apostar cosas conmigo. Cosas que sabe que me pondrán totalmente nerviosa.

—¡Bien! —grité—¡Apostémoslo!

—Bien, preguntarás algo y ambos daremos la respuesta al mismo tiempo. ¿Entendido, nena?

—No me digas nena, pero bueno… Entendido— respondí. Cruzándome de brazos.

Obviamente, iba a mentir, no pensaba arriesgarme a que ese maldito realmente me conociera.

—Incluso si mientes, lo que digas será tu respuesta definitiva. Si coincidimos será correcto para mí.

—Bien— solté, pensando en algo que él no pudiera saber de mí. — sabor de helado— solté sin reflexionar.

—uno…—comenzó a contar Alex—dos… ¡Tres!

“Vainilla” soltamos ambos al mismo tiempo.

—¡Es fresa! —solté con el ceño fruncido. —¡¿Cómo sabías que mentiría?!

—Te lo he dicho, te conozco, en el pasado y ahora siempre que mientes sobre el sabor de helado dices vainilla— soltó antes de ponerse a reír— ah, pero no hemos apostado nada—susurró. Sorprendiéndome.

—Tienes razón—suelto antes de ponerme a reír al igual que él. Percatándome de la hermosa sonrisa que tiene, sintiéndome repentinamente transportada al pasado—. Me voy— solté, abriendo la puerta del auto y literalmente bajarme para irme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.