Ni siquiera sabía dónde encontrarlo, no teníamos esa clase de relación en la que pudiera descubrir dónde se encontraba con facilidad, no sabía nada de él y era lo que más me preocupaba porque ni siquiera sabía si podría encontrarlo con vida. Tal vez estaba siendo una completa exagerada y lo que estaba pensando en esos momentos no era para nada lo que estaba sucediendo, pero repentinamente estaba completamente asustada de imaginar que él pudiera hacer una locura. No quería admitirlo y realmente no creía admitirlo, pero temía por la vida de Alex, no quería qué… se fuera de mi vida. No de esa manera.
Lo único en lo que pude pensar fue en las cabañas, pero estaba tan insegura que lo único que pensé en hacer fue en llamarlo. Terminé llamando a un número telefónico que ni siquiera estaba segura si era de él, un número telefónico que había guardado por durante 10 años porque ni siquiera había tenido la decencia de preguntarle por su número de teléfono. Me sorprendí completamente cuando subí al auto y me di cuenta de que aquí el número de teléfono sería termine llamando a un número telefónico que ni siquiera estaba segura si era de él, un número telefónico que había guardado por durante 10 años porque ni siquiera había tenido la decencia de preguntarle por su número de teléfono. Me sorprendí completamente cuando subí al auto y me di cuenta de que aquel número de teléfono seguía funcionando. Inmediatamente, conecté el celular al auto, encendiendo el auto mientras me colocaba el cinturón de seguridad.
—¿Bueno? —escuché desde las bocinas del auto—. ¿Ana? — preguntó Alex. Ni siquiera puedo escribir la cantidad alivio que sentí al escuchar su voz, su voz completamente gruesa y adormilada—¿Estás bien? — preguntó al no recibir ni una respuesta de mi parte.
—¿Dónde estás y que estabas haciendo? —pregunté, apenas pude hablar, estaba temblando con fuerza y el llanto me amenazaba por completo.
—En casa, dormido— soltó, finalmente consiguiendo que las lágrimas se apoderaran de mí con fuerza. No pude escuchar lo que decía mientras lloraba, realmente estaba llorando con fuerza y no entendía en qué momento me había terminado por preocupar tanto por Alex.
—Voy para allá—soltó antes de colgar la llamada, dejándome sola en el auto mientras lloraba.
Por un momento me paso las manos por el rostro, intentando limpiar cada una de las lágrimas que estaban recorriendo mis mejillas. Me sentía avergonzada, levemente humillada por mí misma. No podía creer que había hecho que Alex decidiera venir a casa, pero realmente me había aterrado, realmente me había sentido terrible ante la idea de poder perderlo de esa manera. Necesitaba hablar con él, en verdad esta vez estaba decidía a hablar con él de una manera totalmente civilizada. Esta vez le exigiría la verdad, la pura ver y yo le ofrecería una verdadera oportunidad a cambio de su verdad.
No estaba para nada lista, no sabía si podría verlo con seguridad a la cara, pero de lo que sí estaba segura era que necesitaba hablar con él. Escuchar el sonido de la motocicleta me hizo sentirme aún más nerviosa de lo que ya estaba. Apagué el auto cuando lo vi bajar de la motocicleta. De un momento a otro tenía a Alex frente a mí, sosteniendo la puerta del auto mientras me observaba con un rostro lleno de preocupación.
—¿Qué sucede? —preguntó, estirando su mano hacia mí para quitarme el cinturón de seguridad—. ¿Estás herida? —preguntó mientras me tomaba de las manos—¿Qué sucede?—volvió a preguntar—¡Ana, dime que sucede! —gritó.
—Creí que tú…—susurré entre llanto. Sintiéndome totalmente absurda frente a él, imaginando que posiblemente lo que yo había terminado de entender en aquellas cartas realmente no había sido la realidad de toda aquella situación.
— Leíste las cartas —susurró Alex.
—¡Claro que las leí! — grité entre llanto tratando de limpiarme las lágrimas que lo único que hacían era avergonzarme un poco más.
—Vamos adentro, necesitas calmarte un poco— me pidió tras verme envuelta en el llanto, posiblemente en esos momentos estaba realmente confundido. Le había dicho un millón de veces que lo quería lejos de mí, que lo quería tan lejos que no pudiera verlo. Que lo odiaba y otras cosas más y en esos momentos me encontraba ahí. Parada frente a él como una niña pequeña que le acababan de quitar lo más preciado en su vida.
—¡No! —solté—. ¡Quiero hablar ahora!—solté—. ¡Ahora mismo!
—No, Ana. Entremos y hablemos— pidió. Su voz era tan tranquila, mientras que yo era una clase de personaje llorón.
—¿Por qué? —pregunté.
—No pienso seguir con esto aquí— soltó, metiéndose un poco en el auto para terminar rodeándome con sus brazos—. Entraremos a casa y punto— comentó, cargándome en cuanto consiguió hacerme salir del auto.
—¿Por qué siempre tienes que hacer lo que tú quieras? —pregunté antes de seguir llorando en sus brazos.
—No es que siempre termine haciendo lo que yo quiera, simplemente estoy seguro de que estarás mejor dentro de casa aquí en este lugar.
—Simplemente, quiero saber por qué en el pasado nunca me contaste todas esas cosas.
—Simplemente, no te lo conté porque no estaba listo— comentó Alex mientras abría la puerta de la casa con facilidad—. Pero en estos momentos estoy completamente listo y decidido a hablar. Quiero decir algo que sea bueno para ambos.
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Editado: 01.04.2023