Todo inició con una mentira

19

Solo tenía que dejar en claro algo, repentinamente sentí que realmente quería estar a su lado, solo a su lado. Solo por un momento había deseado estar siempre a su lado y eso realmente me asustaba porque era todo lo que yo no deseaba. Alex solía ser la clase de persona que te asustaba emocionalmente por el simple hecho que lograba confundirte con demasiada fuerza.

—Tengamos nuestra primera Cita y última cita hoy.

—¿Disculpa? —preguntó él. Frunciendo el ceño—. ¿De qué hablas? —preguntó.

—Te estoy diciendo que tengamos una cita hoy, una cita que equivalga a las diez citas que me pediste en el pasado.

—Quiero diez.

—Quiero una. Es mi última oferta.

—Dos.

—He dicho que una, no pienso cambiar mi oferta.

—Bien, tengamos una, pero con la condición de que yo quiero.

— Perfecto, pues entonces pide lo que quieras.

—Bien, entonces quiero que nos vayamos de viaje.

—Estás loco, no pienso irme de viaje con una persona como tú.

—Esa es mi condición.

—¿Estás hablando en serio? —pregunté, frunciendo el ceño, levantándome de la cama de Alex. —¿En verdad quieres irte de viaje conmigo?

—¿Por qué crees que estoy bromando? Cuando éramos novios te dije que deseaba irme algún día de viaje contigo.

—Solo éramos unos niños.

—No fallábamos cono unos—soltó Alex antes de reír y regalarme una mirada coqueta.

—Bien… lo entiendo, me iré de viaje contigo, pero con la condición de que tengamos habitación separada.

—No lo creo—susurró él, sintiendo mientras negaba—. No lo creo…

—¿¡Acaso supones que voy a compartir la cama contigo?

—Vamos a vivir diez días como si estuviéramos perdidamente enamorados. Si al final de esos diez días no sientes nada por mí… me iré de tu vida para siempre.

—Perfecto—solté, regalándole una fría sonrisa.

—Perfecto. —soltó, iniciándole un gran silencio incómodo que me hacía sentir abrumada—. Nos vamos en cuanto termine de limpiar tu herida.

—¿¡Qué?!

—¿Acaso pensaste que sería un viaje planificado?

—Si…

—Las mejores cosas no se planifican. Iremos al aeropuerto y cualquier vuelo que podamos comprar para hoy lo tomaremos.

—¿Siempre sueles hacer esto?

—La vida es más divertida cuando no se planea Ana, eso deberías de tenerlo claro.

—Bien, entonces… ¿Tampoco puedo empacar algo?

—Diez minutos para empacar.

—¡Estás loco! — chillé, alejándome por completo. Caminando hacia la puerta de la habitación para poder hacer gestos de molestia. —imbécil—susurré, saliendo de la habitación.

Estaba loca, realmente estaba loca por dejar que Alex dispusiera de mi tiempo de esta manera, pero estaba bien, podría deshacerme de él dentro de diez días si las cosas no funcionaban, aunque algo dentro de mí realmente deseaba que las cosas pudieran funcionar de buena manera. Realmente deseaba que las cosas estuvieran bien entre nosotros, tenía que admitir que estar peleada o estar mal con él me causaba un conflicto emocional que no me servía de nada. Si lograba que este viaje funcionara; pues, entonces podría conseguir que mi salud mental estuviera de mejor manera. Necesitaba eso, realmente lo necesitaba.

—¡Lleva un bikini! — gritó desde su habitación.

—¡Imbécil! —grité de regreso.

Luego de un largo rato, Alex se pasó ambas manos por el cabello al mismo tiempo que soltaba una pequeña sonrisa coqueta, observando como salía de mi habitación con una gran maleta de color negro que apenas podía cargar.

—Te he dicho que solo serás diez días.

—Sé lo que has dicho— susurré, jalando la gran maleta hacia mí—. Pero no me has dicho a qué maldito lugar terminaremos yendo.

—¿Cómo puedo decirte a qué sitio iremos si ni siquiera conozco el lugar? —me preguntó de regreso. Tomando mi maleta entre sus manos para poder subirla a su auto. Inmediatamente, al ver tal acción me percaté que en verdad ya no había vuelta atrás—. Entonces… ¿Todo está listo para irnos o necesitas tomar otra cosa? —soltó antes de voltear a ver la gran maleta— aunque creo que llevas todo tu closet.

—Necesitaba asegurarme que tuviera toda clase de ropa, no sé cuál de ellas será realmente útil.

—O inútil—susurró Alex. Abriendo la puerta del auto para mí—. Pasa, linda.

—No tienes por qué llamarme así, tomemos este viaje como si fuéramos amigos.

—Pero no lo somos.

—Tampoco somos pareja.

—Bien, entonces vayamos a nuestro viaje de amigos—susurró con un tono de voz completamente sarcástico.

Sé perfectamente lo que estaba tratando de hacer y no, no pensaba caer en su repentino juego. Estaba tratando de conseguir un término para nosotros, pero es que en verdad no había ninguno. No había ningún o algún término que pudiera describir qué era lo que se supone que nosotros éramos, no éramos amigos, no éramos una pareja, apenas y apenas nos estamos comenzando a llevar un poco bien. No suponía dejarme caer en ese pequeño juego para que al final yo fuera la que terminara rompiéndose la cabeza en busca de algún maldito término que pudiera describir nuestra relación.




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