Todo lo impredecible

Volver a creer

Olivia

Observé a Cassie al otro lado de la mesa con diversión. Su cabello corto estaba revuelto y los lentes oscuros delataban su estado, aunque ella insistía en que no era resaca. Beth apareció con la cara lavada y su camisón.

—Buenos días —canturreó con alegría.

Reí con su expresión al ver a nuestra amiga.

—Estamos en la cocina, Cassandra. Quítate los lentes.

—Prefiero morir.

Beth y yo nos miramos con diversión.

—¿A dónde fueron luego del club? —interrogó.

—No tenemos por qué contarte luego de que nos dejaste botadas.

Beth reclamó sin mirarla. Cassie hizo una mueca de culpabilidad.

—Lo siento —suspiró con pesar.

—¿Y ya regresaste con el imbécil o solo estabas rogando como siempre?

—Elizabeth —regañé.

Cassandra perdió el poco animo que le quedaba. Beth podía ser muy directa.

—Es la verdad.

—No quiero hablar de eso.

Beth estaba lista para refutar, pero una mirada de mi parte la detuvo.

Cassandra se fue una hora después. Beth y yo nos tumbamos en el cómodo sofá de su estancia. Me sentía mejor luego de una ducha y arreglarme un poco.

—Tenemos que hablar de Nik.

Cerré los ojos con desagrado.

—Preferiría que no.

—¿Qué paso? Te desapareciste un momento y cuando regresaste parecía que habías visto un fantasma, luego Nik se fue sin despedirse. Parecía molesto.

Elegí no hablarle sobre mi encuentro con David y para mi fortuna ella no lo había visto.

—¿Cómo es que pudiste notar todo eso mientras examinabas la garganta de Grayson?

Beth se río, inmune a mi intento de molestarla.

—Solo habla, Liv.

Negué levemente sintiendo la vergüenza dominar mis mejillas. Recordando la forma en que me sujetó y pegó su cuerpo al mío. Y sus labios, joder ¿cómo podía excitarme un maldito beso? El mejor beso de mi vida. Mi subconsciente era bastante traicionero.

—Olivia —llamó con seriedad.

Aparté el recuerdo vivido que me hacía querer correr en busca de Nik y dejar que…

—Estas jodida.

—¿Eh? —la observé sin entender.

Beth tenía una expresión reflexiva.

—Puedes mentirte a ti misma, Liv. Pero no a mí. Te vi mirándolo con Jenna, eres buena escondiendo tus sentimientos, pero te conozco desde siempre. Estabas celosa y eso, Liv, no pasa con un chico con el que tuviste una cita terrible.

—Yo no…

—Liv, el chico te miraba como si fueras el atardecer más hermoso que haya visto.

—Insisto —murmuré—. No sé cómo pudiste percatarte de todo.

—No hacía falta mucho esfuerzo, era más que obvio. Incluso Jenna lo notó.

Me había dado cuenta de la ausencia de Mia y Jenna cuando regresé luego de mi encuentro con Nik, pero estaba bastante…afectada como para que me importara. Solo intentaba que nadie pudiera notar mis labios irritados y mi vestido ligeramente arrugado por las manos de Nik.

—De verdad, Beth —suspiré—. No quiero hablar de eso, no hay nada ¿entiendes?

Beth iba a replicar, pero sus padres la mandaron llamar. Mientras mi amiga estaba con sus padres, yo respondí algunos mensajes, uno de ellos era de Rowen. La cual me pedía llegar temprano, porque quería pasar tiempo conmigo antes de ausentarse toda la semana siguiente.

Subí a la habitación de Beth en busca de mis cosas para ir a casa y cuando bajaba las escaleras, escuché la voz de mi amiga y su padre.

—Teníamos un acuerdo, Elizabeth. —Frank habló con tono severo.

Detuve el paso no queriendo interrumpir una conversación que parecía bastante seria.

—Solo estuvimos en una fiesta, papá.

—¿Crees que a James le gustaría saber que su hermana menor estaba en una fiesta a horas inapropiadas? Siempre le he asegurado que Olivia está segura bajo mi cuidado, sabes lo serio que es al respecto.

Hubiera querido intervenir y decirle que, a mi edad, James solía desaparecer por días. Que se la vivía en barrios no muy apropiados y divirtiéndose de una forma aún menos apropiada. Pero en algo si tenía razón, mi hermano se tomaba muy en serio mi seguridad.

—James conoce a los chicos con los que fuimos…

—¿Chicos? —cuestionó Frank con disgusto—. No has aprendido nada, Elizabeth.

Mi estomago se hundió conociendo el trasfondo de sus palabras.

—Y así quieres que te tome en serio.

El silencio fue tan denso que podía sentirlo a mi alrededor, sofocando a mi mejor amiga. Frank pasó frente a las escaleras sin notarme mientras buscaba a su esposa. Beth estaba frente al mueble del recibidor con sus ojos fijos en un cuadro de arte colorido.




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