…Olivia…
Estaba nerviosa, no importaba si ya nos habíamos besado varias veces o si esta era nuestra segunda cita. Incluso si ya existía una clase de confianza entre nosotros, seguía estando tremendamente nerviosa.
En toda mi vida solo había tenido tres citas. Las únicas dos que tuve con mi ex novio. ¿Cómo no había notado lo imbécil que era? Y la otra había sido con Nik.
—Eso si amerita tus bow tie.
Rowen aseguró entrando en mi habitación mientras yo observaba mi atuendo en el espejo. Nik había dicho que iríamos a cenar y que vistiera algo formal.
—¿Tú crees?
—Segurísima —canturreó metiéndose en mi closet y regresando con el par de tacones.
Wen me observaba con una sonrisa gatuna.
—¿Quieres preguntar algo o…?
—Estoy muy contenta de que se diera lo tuyo con Nik, que te estes dando la oportunidad.
Rowen sostuvo mis manos sonriéndome con cariño.
—Nadie merece ser más feliz que tú, Livy —añadió con los ojos llorosos.
Sonreí y la abracé con fuerza.
—Hay un chico apuesto esperando por ti, ángel ¿le has dado una pócima de amor? ¿o por qué parece ser inmune a tu rudeza?
Rowen golpeó su hombro haciéndolo reír.
—No arruines el momento y tampoco seas hipócrita, James —reprendió con una mirada afilada—. ¿O quieres que te recuerde quien si fue rudo con la chica que terminó siendo su esposa?
Tomé mi bolso riéndome de mi hermano. James puso los ojos en blanco. Bajé con ellos discutiendo en voz baja, nada de qué preocuparse, era su forma de mantener viva la pasión. No quería estar aquí por lo menos en un par de horas o tendría que dormir con mis audífonos puestos.
James abrió la puerta y antes de que continuara siendo el hermano mayor más vergonzoso del universo, Wen impidió que bajara al vestíbulo.
—Los quiero, nos vemos más tarde.
Los ojos avellana de Nik me encontraron apenas y volteé, robándome el aliento como lo habían hecho desde la primera vez. Los nervios desaparecieron y la calidez se presentó.
Nik terminó de subir los escalones que nos separaban dedicándome esa sonrisa encantadora que derretía mi corazón. Lucía tan guapo como siempre, pero los pantalones de sastre negro a la medida y la camisola lo hacían lucir aún más atractivo. Odiaba que fuera tan guapo. Había cortado su cabello, caía menos sobre su frente y era más corto en los costados, pero aún tenía ese aire despreocupado que tanto me gustaba. Era refrescante poder admitirlo después de negarme por tanto tiempo.
—Ojalá pudieras verte desde mis ojos —declaró frente a mí—. Te ves perfecta, Olivia.
—Me veo como todos los días.
—Eso es verdad, siempre te ves perfecta.
—Vaya —Sonreí—. Buscas impresionarme ¿eh?
Nik río y tomó mi mano para ayudarme a bajar.
—James dejó claro que la sombra viene con nosotros.
—No lo llames así. —Reí mientras el abría la puerta de su auto—. Y lamento decirte que Duncan viene en el paquete.
—Siempre y cuando vengas tú, no tengo problema.
Nik atravesó Central Park hasta el Upper West Side mientras Elton Jhon sonaba en el fondo.
—¿A dónde vamos?
—Haremos algo que me hubiera gustado hacer en Grecia contigo.
Sonreí a modo de disculpa.
—Tranquila, solo lo digo como una pista. No para recordar lo malvada que fuiste conmigo.
Me guiñó el ojo transmitiendo su aura divertida y arrogante que por alguna razón me reconfortaban. Su humor había mejorado.
Bajamos por un pequeño túnel y el rio Hudson apareció entre la vegetación. Nik tomó un camino con señalamientos que prohibían el paso, pero un hombre de chaleco naranja abrió el camino dejándonos pasar hasta un estacionamiento vacío. Nik bajó y abrió mi puerta, extendió su mano para ayudarme y me sorprendí deseando que no la soltara.
Sus ojos miraron a nuestras manos entrelazadas y por un momento creí que la soltaría recordando como no dejé que la sostuviera en nuestra primera cita.
—Vamos —dijo subiendo la mirada hasta la mía.
Bajamos al sendero sintiendo la brisa fresca del rio.
—¿A dónde vamos, Nik?
Admiré el costado de su rostro mientras caminábamos, su perfil era perfecto. Cada ángulo de él parecía serlo. Nik sonrió mirándome de reojo antes de señalar al frente con un movimiento de cabeza.
El puerto tenía algunos botes y yates. Nos detuvimos frente a yate de tres niveles con el nombre “Portia” grabado con letras elegantes. Subimos a este luego de ser recibidos por el capitán, Nik nos llevó a una amplia sala con diversos asientos y mesas. La fotografía sobre la chimenea llamó mi atención.
—¿El yate es de tu familia?
—Del abuelo Rich.
Respondió acercándose al bar. Por una de las amplias ventanas vi como comenzábamos a movernos.
Editado: 07.09.2025