Todo lo impredecible

A la luz de las velas

…Olivia…

Deslicé mi mano por el respaldo de las largas bancas de madera reluciente, crucé el pasillo dirigiéndome a las estatuas detrás de unos pilares. El lugar era menos iluminado y se sintió más frio.

Divisé a mamá, sonriéndome con cariño antes de regresar su atención a las mujeres frente a ella. Era la primera vez que me traía aquí.

Hubo un movimiento detrás de mí, volteé rápidamente detectando algo en un pasillo de arcos que llevaba a un jardín lateral. Caminé hasta ahí admirando los arbustos y rosales, pero la calma fue interrumpida con un leve llanto. Una mujer estaba sentada en una banca con sus manos cubriendo su rostro.

—Disculpé —hablé con suavidad—. ¿Se encuentra bien?

Me acerqué a paso lento sintiendo pena por la mujer, pero antes de que pudiera tocar su hombro, ella apartó sus manos y levantó la cabeza.

Sin poder evitarlo, me sobresalté emitiendo un grito agudo. Inmóvil por la mujer sin rostro frente a mí.

Me senté sobre la cama respirando como si hubiera estado debajo del agua por demasiado tiempo. No parpadeé por un tiempo evitando cerrar los ojos y regresar a la pesadilla.

Mi respiración se calmó poco a poco dejando que mi mente se aclarará. Sin permitirme seguir atormentado mi cabeza, salí de la cama y fui al baño para comenzar mi día.

Una vez vestida y aun con el cabello húmedo, bajé a la cocina encontrándome con Rowen y James en el desayunador.

—Buenos días.

—¿Cómo estuvo anoche? —preguntó mi hermano.

—Bien, aunque la obra fue algo sangrienta para mi gusto.

Rowen hizo una mueca.

—¿La eligió Beth? —preguntó extrañada.

—Grayson, al parecer ha tenido suficiente de musicales por ahora.

—¿Nik pudo ir con ustedes? —James inquirió mientras untaba mermelada de arándanos en su pan tostado.

—No, tenía que hacer algo para su tesis.

—Miré a Mason evitando que Grayson bajara del auto de Will cuando vinieron a dejarlos. Sabes que no me gusta que bebas demasiado, sé que son tus vacaciones, pero debes moderarte.

James habló con su voz de hermano mayor. Wen hizo caras exageradas mientras él hablaba haciéndome reír.

—No es gracioso.

—Tranquilo —murmuré—. Solo tomé unos cuantos tragos.

—Espero y Will haya sido responsable y no haya bebido. No debo recordarte que para eso tienes chofer.

—Lo dice quien fue detenido no una, sino cinco veces por conducir ebrio.

Wen mencionó con una risita.

—Por eso mismo. No quiero que Olivia corra ningún riesgo.

—¿Cómo podría? —repliqué sarcástica—. Si solo falta que Duncan revisé mi comida antes de que la pruebe.

Rowen soltó una carcajada. Los labios de mi hermano se crisparon, pero la sonrisa nunca apareció.

—Sabes las reglas.

—Hubo un tiempo en que tu odiabas esas reglas.

Cerré los ojos con arrepentimiento apenas terminé de hablar. No fue muy inteligente de mi parte. Mi hada madrina, Rowen, me salvó una vez más.

—James, dale un respiro ¿quieres? Olivia no podría ser ni un tercio de lo que tu fuiste.

—Lo sé, solo quiero que esté segura.

—Lo estoy, más que el hijo del presidente —respondí.

James se dio por vencido y terminó riendo.

—Tu vestido para la gala de los Warren está en mi vestidor, Livy.

Rowen comentó dedicándole una mirada a mi hermano, una que el respondió de la misma forma.

—¿Qué? —cuestioné extrañada.

—Nos preguntábamos si serías la cita de Nik.

Pasé el jugo de naranja por mi garganta con dificultad antes de responder.

—Él lo pidió, si —murmuré apartando la vista de ambos.

—Puedes decirle que venga con nosotros o si es que prefiere ir por separado….

—Dije que no —corté las palabras de mi hermano.

Por un momento solo se escuchó Milo clavando sus uñas en el rascador a unos metros.

—¿Por qué? —Rowen preguntó completamente desencajada.

Los miré rápidamente sintiéndome abrumada.

—Aun no somos nada oficial, quiero ir con calma. Ser su cita para la gala de su abuelo no es ir despacio.

—Creí que todo iba bien, tienen un mes saliendo y sé que puede ser rápido, pero cuando es correcto nada de eso importa. —Mi cuñada dijo confundida.

Nik era un chico estupendo, pero aun estábamos conociéndonos, no cometería el mismo error de nuevo. Mucho menos si mis sentimientos por Nik se hacían más fuertes cada día.

—Apenas van tres semanas —murmuré.

—Bueno, pero te gusta desde julio. Y han pasado tiempo juntos dese entonces.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.