…Olivia…
—¿Cuál debería llevar? —Cassie se paró frente a mí con dos vestidos color borgoña casi idénticos.
Me acomodé en el sillón dejando mi vaso de café sobre la mesita de al lado. Beth entró en uno de los vestidores con una montaña de vestidos.
—Tal vez ¿ambos? —dije vacilante.
Cassie sonrió con aprobación y fue a uno de los vestidores. Reí negando con la cabeza mientras me volvía a recargar. Mis ojos fueron hasta Ethan, el pobre tenía tres horas entrando y saliendo de tiendas de ropa.
Beth salió en un vestido marrón con escote pronunciado. Ella se veía fantástica.
—¿Veras a Nik hoy? —inquirió mirándome fijamente.
—Mañana, tiene que ayudar a Rich en la oficina hasta tarde después de clases.
Mi amiga asintió pensativa.
—¿Qué? —suspiré malhumorada.
—Deben hablar antes de que te vayas el jueves.
La tranquilidad se esfumó.
—Lo haremos —mascullé.
—¿Cuándo? —bufó negativa—. Nik te dio bandera blanca hace unas noches ¿y qué hiciste tu? Evadirlo como una cobarde.
—Déjala en paz, Beth —dijo Cassie saliendo del vestidor con un montón de ropa—. Para ti es fácil, porque Grayson y tú son más rápidos que un correcaminos y viven en la misma ciudad.
La pelirroja le dedicó una sonrisa sarcástica.
—Grayson vive en Inglaterra, solo está aquí por la universidad —recalcó desdeñosa—. Y no es mi culpa que Olivia sea una miedosa y tu una estúpida que se conforma con el idiota de Will.
Sus palabras se sintieron como un latigazo. Cassie abrió la boca indignada.
— ¿Cuál es tu maldito problema? —rechistó—. Estas siendo una perra.
—A veces es necesario con ustedes dos.
—Si mal no recuerdo las únicas que hemos tenido novio somos Olivia y yo, porque no importa que tan bueno sea el chico, siempre encuentras la manera de echarlo a perder. Así que disculpa si nadie puede tomar tus consejos en serio. —Cassie espetó con molestia.
El silencio se extendió por el lugar. Mis ojos viajaban de Cassie a Beth, ambas tensas y enojadas. El pobre de Ethan pretendía no haber escuchado nada, al igual que las dependientas de la boutique.
—Vete al carajo, Cassie —soltó Beth entrando al vestidor con un portazo.
—Cass. —murmuré.
—La quiero, pero no voy a dejar que sea una desalmada contigo —murmuró con voz apagada—. Tu no lo mereces, Liv.
Algo se hundió en mi estomago sabiendo a lo que ella se refería. Sonreí agradecida y extendí mis brazos para abrazarla. Cassie se metió en mis brazos sentándose sobre mi regazo.
—Si la loca sale y nos ve así, perderá la cabeza. —Río.
—La única que perderá la cabeza eres tú si te escucha llamarla loca.
Toda la casa estaba en silencio cuando desperté de mi siesta vespertina, luego de una ducha y ponerme ropa cómoda fui a la cocina por agua antes de dedicarle el resto de la tarde a mis nuevas partituras.
—¿Wen? —llamé entrando.
Lester descansaba en su cama junto al árbol de Milo, el cual debía estar durmiendo en la biblioteca.
Fui a la estancia, pero tampoco estaba ahí y por el silencio en el piso de arriba, sabía que no estaba en su habitación. Bajé al primer piso hasta la puerta de la oficina de vigilancia y al no recibir respuesta, regresé al vestíbulo para ir afuera. Ethan apareció desde el garaje.
—¿Necesita algo, señorita?
Ahora sabía que solo era un año mayor que yo ¿por qué me hablaba como si fuera una señora mayor?
—¿Sabes a donde fue Rowen?
—Calvin y ella salieron hace media hora, no informaron a donde.
Asentí observando la solitaria calle.
—¿Solo estás tú? —cuestioné extrañada.
—No, Holmes está conmigo.
—¿Te dejaron a cargo?
—Calvin regresara pronto, dijo que usted no saldría a ningún lado.
—Gracias, Ethan. —Sonreí entrando a la casa.
Era bastante extraño que lo hubieran dejado solo conmigo. ¿Era acaso un avance? ¿James comenzaba a relajarse o solo era una coincidencia?
Me preparé una ensalada sencilla y salí al jardín junto a Lester. El aire era fresco, anunciando el invierno en la ciudad. En unos días me recibiría el clima frio y lluvioso de Viena. Eso me llevó a pensar en las palabras de Beth de esta mañana y por supuesto, mi conversación con Nik.
La verdad era que Beth había resumido todo mi sentir y mi razón de actuar con Nik hace un par de noches. Miedo. Tenía mucho miedo.
Me iría en cinco días y no volveríamos a vernos por semanas o tal vez hasta diciembre. Y aunque confiaba en Nik, no era tan valiente para tener “la conversación”. Porque no quería mentirle, pero ser honesta implicaría decir cosas que no sabía si sería capaz de admitir.
Editado: 07.09.2025