Todo lo impredecible

Icor

Nik

—¡Señores! —exclamó mi abuelo—. Es momento de dar paso a la iniciación.

Me congelé. Deseando que la tierra se abriera.

—¿Dimitris? —El abuelo Leónidas extendió su mano.

Le entregó un cofre y me indicó que lo siguiera al centro de la habitación. Todas las miradas estaban sobre mí.

El abuelo abrió el cofre sacando un pebetero de piedra. Mi corazón se aceleró. Lo puso en un pedestal y le prendió fuego. Luego, sacó una daga de empuñadora de oro con la palabra Icor en griego antiguo. «Como las heridas que le hicieron a los hombres de Garduño.» Ahora todo tenía sentido.

—Nikolaos Deligiannis ¿Juras lealtad a La Corporación y a todos sus honorables miembros?

—Lo juro. —Mi voz fue profunda. Queriendo responder lo contrario.

—¿Juras que, al llegar tu turno de liderar, lo harás con honor y fuerza?

Mi abuelo tenía la daga sobre ambas manos, extendidas frente a mí. Estuve a punto de apartar la mirada, incapaz de jurar lo que me acababa de pedir. ¿Podría ser el jefe de La Corporación? Si, pero jamás lo querría.

—Lo juro. —El abuelo retiró el forro y me entregó la daga.

Me paré frente al fuego ardiente. Tomé la daga levantando mi mano izquierda y corté una línea larga desde el anular hasta mi palma. Apreté la mano en un puño derramando la sangre sobre el fuego. El ardor no era nada comparado a lo que mi cabeza estaba provocándome. Mi cuerpo estaba tenso por la fuerza que ejercía para evitar correr. Y mientras mi sangre caía sobre el fuego, todo lo que siempre había deseado caía junto con ella. El abuelo me tomó por el cuello y murmuró lo orgulloso que estaba. Caminé de regreso a mi lugar, papá sostuvo mi hombro de forma reconfortante y con una de sus miradas secretas, me hizo saber que todo estaría bien. Y por alguna descabellada razón, le creí.

—¿Es aquí?

—Talos nos espera adentro —dijo liderando el camino.

Talos nos saludó con un movimiento de cabeza y señaló a Ethan que estaba sentado en el sillón con la cabeza agachada.

—Buenas tardes, Ethan —saludé con dureza.

—Ya le dije a su amigo que yo no sé nada —respondió mirando a Talos brevemente.

Y cuando sus ojos se posaron en mí, estos se ampliaron con sorpresa.

—Tiempo sin vernos. —Ethan frunció el ceño—. Haremos esto de la mejor manera ¿entiendes?

—¿Si no qué? —cuestionó con valentía—. ¿Vas a matarme?

—No —respondí sincero, ocultando lo enfermo que me hacía sentir todo esto—. Pero mis amigos sí.

Ethan se estremeció visiblemente cuando Talos y Philippos sacaron sus armas.

—¿Para quién trabajas? —pregunté mirando lo atención.

—No sé su nombre —dijo con un ligero temblor—. Lo juro, no sé quién es esa mujer. Trevor dijo que debía encargarme que los hombres de James no la detectaran y que ella sería la que me pagaría.

—Trevor Asbourne ¿él fue quien te contrato? ¿O fue todo plan de tu tía?

—¡No, ella no tiene nada que ver! —grito con terror.

—Entonces ¿cómo es que Trevor te eligió precisamente a ti? —interrogué con algo de burla—. No debe ser una coincidencia que tu tía fuera la trabajadora con más confianza de la familia Asbourne, sabemos que Trevor quería deshacerse de ellos y que tú y esa mujer lo estaban ayudando.

—Mi tía no sabe nada, ella apenas y ha tendió contacto con los Asbourne desde que renunció.

—Lo sé, que coincidencia ¿no?

Ethan pareció entender que sus palabras estaban hundiéndolo.

—Te juro que mi tía no sabe nada…fui yo quien le pidió que me consiguiera trabajo con James Asbourne.

—¿Simplemente así? No soy ningún idiota, tu tía está en esto tanto como tú.

Parecía que mi psicología estaba funcionando con él.

—¡No! ¡Ella aceptó ayudarme porque necesito el dinero!

—¿Admites que sabía que esa mujer te estaba pagando para cubrir su rastro y darle información de los Asbourne?

—¡No, no! —grito desesperado— ¡Mi madre está muriéndose, tiene cáncer y sus gastos médicos son demasiado para la familia! ¡Mi tía ni siquiera ha querido que los Asbourne lo sepan, por eso dejó de trabajar con ellos!

Y fue como un Deja Vú, de aquel muchacho en el sótano.

—¿Cómo te comunicas con esa mujer? ¿Dónde la podemos encontrar?

—De verdad no lo sé, ella es la que me llama, siempre de números distintos.

Talos me pasó su teléfono.

—Borró todo el historial.

—Podemos recuperarlo —aseguré guardando el teléfono.

—Calvin siempre desconfió de ti.

Ethan declaró ganándose la atención de nuevo, estaba dirigiéndose a mí.

—Decía que había rumores sobre el verdadero negocio de tu familia, pero Duncan nunca quiso creerle.




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