…Olivia…
La culpa y el miedo se instalaron al frente como hacían de vez en cuando durante el día, en momentos de silencio o antes de dormir cuando mi cabeza sobre pensaba. “Te amo” era como un eco infinito que parecía desaparecer, pero de alguna forma regresaba a mí.
Mi vista se enfocó notando el crepúsculo de la tarde por los grandes ventanales, el silencio del enorme salón era casi ruidoso a mi alrededor. Bajé la vista a mis manos sobre las teclas del antiguo piano de caoba. Tratando de no ver el brazalete. No lo merecía. Comenzaron a moverse sobre el teclado por simple inercia, creando una hermosa, casi melancólica y confusa melodía. La canción de Nik.
La misma que había puesto dentro de la caja musical que le obsequie.
El eco regresó provocando que arruinara una de las notas y con una fuerte exhalación, cerré la tapa rindiéndome.
Recargué mi cabeza sobre la madera y cerré los ojos un momento, tratando de encontrar la motivación necesaria para poder terminar una condenada estrofa. Y luego de mucho tiempo sin que nada ocurriese, salí del salón y caminé sin rumbo por la mansión. La noche estaba por caer y los pasillos aún no habían sido iluminados.
Las escaleras principales se posaban con un toque místico por la falta de luz. Subí sin mucha prisa y cuando estuve a la mitad, algo parecido a un recuerdo vino a mí.
Entré corriendo al vestíbulo, mis balerinas haciendo eco contra el suelo. Las escaleras parecían más largas de lo normal mientras las subía a toda prisa con ella siguiéndome a unos pasos.
—Hija, espera —dijo con voz agitada.
Mi corazón se aceleró impulsándome a correr más rápido, llegué al final y giré por el primer pasillo.
—¡Ayuda! —grité desesperada— ¡Por favor! ¡Duncan!
Alcanzó mi brazo logrando que me detuviera y comenzó a llevarme con ella.
—¿Estas bien, Livy? —Rowen me observaba con incertidumbre al final de las escaleras.
Parpadeé hasta que mi vista regresó por completo. Algo extraño se instaló dentro de mí, pero no podía identificarlo.
—Si —murmuré y continué subiendo hasta llegar a ella—. ¿Alguna noticia?
—Viene en camino, mañana habrá otra sesión y todo arroja a que Trevor será declarado culpable y no tendrá derecho a fianza.
Un poco de alivio atravesó mi cuerpo, especialmente por mi hermano quien había estado demasiado preocupado y estresado con todo esto.
—Blaire va a enloquecer —aseguré con una mueca.
—Lo ha hecho los últimos meses, James la ha evitado a toda costa.
Asentí en reconocimiento. Me sentía levemente aturdida.
—¿Quieres acompañarme mientras preparó la cena?
—Claro. —Sonreí y bajé junto a ella.
Ayude con la ensalada mientras ella horneaba medallones de carne, James apareció media hora más tarde con el rostro cansado, pero la mirada más relajada.
Mientras servíamos los platos en la mesa de la cocina, James nos contó sobre lo que había ocurrido en la sesión de hoy y como varios empleados del banco testificaron en contra de nuestro tío.
—¿Blaire estaba presente? —pregunté insegura.
No quería empeorar el humor de James. Lo vi apretar los labios ligeramente antes de responder.
—Si, me siguió hasta el coche. Ordenándome que retirara los cargos y terminara con todo este escándalo.
—Ni si quiera le importa que su hijo estuviera planeando secuestrarnos —declaré con incredulidad y enojo.
—No le des importancia, ángel —pidió mi hermano con suavidad—. No lo vale, ninguno de ellos lo vale.
Una hora después, fui a mi habitación a colocarme el pijama y bajar con James y Rowen para una noche de películas. Revisé las notificaciones en mi teléfono encontrándome con el chat grupal de mis amigos de la universidad, ellos llegarían mañana para ir a un festival de música electrónica. No les había dicho que llegaría el mismo día que iniciaban las clases, pero ellos ya estaban al tanto del asunto legal entre James y el tío Trevor.
Habíamos tenido que confinarnos desde hace dos días en la Mansión Asbourne por toda la atención mediático que había obtenido el caso. Casi un Deja vú.
La puerta se abrió a mis espaldas mientras buscaba una liga para mi cabello, y hasta que me di la vuelta fui consciente de que no se trataba de mi hermano o Wen.
El cepillo en mi mano cayó al suelo. Toqué mi pecho intentando calmar el pulso acelerado.
—Abuela ¿qué haces aquí? —pregunté confundida.
Blaire lucía inmaculada a unos pasos de la entrada, con su cabello castaño claro en un moño y su bolso Kelly colgando de su brazo con elegancia.
Su mirada era dura, ni siquiera severa como era usual, ella tenía un aura oscura.
—Necesito hablar contigo —habló dejando su bolso sobre la mesita de la entrada y caminó por mi habitación. Observando las decoraciones, fotografías, arte y los libros sobre las superficies. Su atención permaneció en un librero lleno de portarretratos, tomó uno de mi primer recital de ballet a los cinco años.
Editado: 07.09.2025