…Nik…
Franco Morelli apareció cuando las rejas de la propiedad se abrieron, un par de hombres me registraron sin nada de tacto, asegurándose que no llevara nada conmigo.
—Nik Deligiannis ¿por fin te bajaron de las nubes? —se burló.
Apreté mis dientes entre sí evitando reaccionar, no era buena idea. Tenía que hacer tiempo y mantener a Olivia y James a salvo.
—De verdad que no entiendo, Nik —dijo tomando mi brazo con brusquedad—. ¿Qué haces aquí? Deberías estar con tu familia, en momentos como este es vital.
Mi vista se tornó nublada por la ira.
—Pero tienes que ser el héroe de la historia, clásico de los niños buenos como tú.
En lugar de ir a la casa, el imbécil me llevó por otro camino rodeado de árboles hasta lo que parecía ser una cabaña. Franco me empujó dentro, estaba vacío y apenas había mobiliario, era una clase de lof y una pequeña lampara estaba encendida en la parte de arriba.
—Mira que aliarte con Benedetti, que vergüenza.
No aparté la mirada de él mientras caminaba por la habitación con una de sus manos sobre la pistola en su cinturón.
—Olivia es jodidamente sexy —declaró con lasciva.
La sangre me hirvió.
—Lo que daría por meterme en esas bragas de diseñador. ¿Qué tal si me das una reseña de tu experiencia, Deligiannis? Luego podemos apostar quien de los dos puede hacer que se corra más veces.
Sin pensar, caminé hasta él y lo estampé contra la pared.
—Oh. —Río—. Se que eres capaz de perder el control, Deligiannis. A mí no me engañas con tu cara de niño bonito, al igual que la perra de tu chica. Todas terminan siendo unas zorras deseando una polla dentro de ellas.
—Debería dejar que Nik se desquite contigo. —Una voz femenina habló detrás—. Pero tu padre haría un lío al respecto, así que te recomiendo no volver hablar de mi hija de esa manera jamás.
Alguien presionó su arma en mi cabeza haciendo que lo soltara y me diera la vuelta. David Adams me sonreía con satisfacción, pero el parecía el menor de los males a lado de ella.
—Por fin nos conocemos. —Sonrió—. Guilliana Benedetti, es un placer.
Y tal como había sospechado desde que vi su rostro hace semanas, ella no estaba muerta. Estaba aquí para recuperar a la que creía su hija. Guilliana creí firmemente que Olivia era Angela Benedetti. “Quien busca entre los muertos, muerte tendrá”. El mensaje era claro.
Oprimí el dolor al recordar a papá.
—Tengo una pregunta para ti, Nik. ¿Crees que haya verdades que no deberían ser reveladas?
Me tensé por completo ante su sonrisa burlona. No quería que nadie más le dijera la verdad a Olivia. Mucho menos la mujer desquiciada frente a mí.
—¿No hay respuesta? —inquirió ofendida.
Continué en silencio.
—Dicen que el silencio vale más que mil palabras.
Guilliana se paró frente a mí, demasiado cerca y de forma agresiva tomó el cuello de mi chaqueta.
—Lleva al chico con Asbourne, estará contento de mirar un rostro amigable. Bueno, eso si es que tiene la fuerza para reconocerlo.
Franco y Adams me llevaron a la parte de arriba, mis ojos captaron el cuerpo herido y débil de James amordazado en una silla.
—Una vez más eres el salvador, florecita —dijo Franco con sorna—. Gracias a tu presencia, David no le dará su sesión de tortura.
Y junto al bastardo de David, me dejaron con James.
—Hey, James —llamé levantando su rostro queriendo cerciorándome que estuviera consciente.
El corazón latiéndome a toda velocidad.
—¿N-Nik? —susurró con dificultad.
—Te sacaré de aquí, los sacaré a Olivia y a ti.
James quiso moverse, pero no lo logró y dejó salir un gemido de dolor.
Tenía la nariz rota y la mitad del rostro y cuello cubierto de sangre fresca y vieja. Había más sangre cubriendo una de sus piernas y otra en el lado izquierdo de su vientre. Su frente tenía un enorme hematoma y no parecía capaz de abrir los ojos.
—Ahora tienen algo más en común que Olivia…ambos no tienen padre.
Bruno Morelli apareció bien vestido y con una sonrisa triunfal. Me puse de píe quedando al frente de James. Y aunque quería molerlo a golpes ahora mismo, no podía.
Ellos estaban armados y yo no tenía nada, solo la palabra de Benedetti de que vendrían. Distracción, tenía que hacer tiempo para ellos.
—Nik, tiempo sin vernos. Benedetti y tu han hecho un desastre, muchacho. Gracias por ahorrarme más trabajo.
Morelli no quitaba sus ojos maliciosos de mí, parecía disfrutar todo esto. ¿Cómo es que todos ellos terminaron siendo aliados? Entendía lo de Trevor y Morelli, pero este último había matado al esposo de Guilliana y estaba dispuesto a terminar con su hijo. Y luego estaba Adams, había lastimado a la que creía su hija. Algo no cuadraba.
Editado: 07.09.2025