…Olivia…
Acomodé el relicario sobre mi saco de punto negro mientras caminaba por el sendero que llevaba a la iglesia de mármol en Liberty Park.
Duncan y Corey caminaban detrás de mí impidiendo que los reporteros y paparazzi que rodeaban la zona se me acercaran. Divisé a mi amiga pelirroja cerca de la entrada, sonreí levemente al verla charlando con Grayson.
—Hola —saludé con timidez.
—Olivia. —Sonrió el chico genuinamente—. Me alegra ver que estes bien, todo lo que pasó fue una locura.
Nos fundimos en un cálido abrazo mientras le agradecía. Una pregunta luchaba por salir de forma imprudente de mis labios, pero la reprimí al notar que la ceremonia estaba por comenzar.
La iglesia lucía aún más blanca con todos los arreglos de flores en el mismo tono, mi estomago se hundió al ver el cajón con la fotografía de Dimitris. Y solo empeoró al ver a Margot colgando del brazo de Stefanos, luciendo completamente destrozada. Sophia abrazaba a su hermano menor, quien no quitaba los ojos de la fotografía sobre el ataúd. Mis ojos lo buscaron por todo el lugar, pero no estaba en ningún lado.
Tomé asiento junto a Beth y Grayson. No necesitaba imaginar el dolor que todos ellos deberían estar sintiendo, lo había vivido en carne propia.
Al terminar la ceremonia, me arme de valor para acercarme a la familia. Estaban saludando y aceptando condolencias de los presentes mientras se retiraban.
Mi mejor amiga me sonrió de forma reconfortante, alentándome a ir con ellos. Caminé sintiendo como mi pechó se contaría con cada paso.
Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos cuando estuve frente a Margot y Stefanos.
Apenas la primera me vio, me envolvió en un fuerte abrazo que regresé con más fuerza. Su delicado cuerpo temblando por el llanto.
—Lo siento mucho, Margot —murmuré con la voz entrecortada.
—Estoy feliz de ver que tu familia y tu estén bien, un alivio entre tanta desgracia.
Nos separamos con pequeñas sonrisas, me acerqué a Sophia y al pequeño Christos, abrazándolos y diciéndoles lo valiente y bueno que había sido su padre.
—¿Cómo sigue Wen? —preguntó la rubia limpiando su nariz.
—Aún sigue sin despertar, pero los médicos están optimistas.
—Rowen es una chica fuerte, despertara tan alegre como siempre.
Margot declaró con una sonrisa maternal. Ella había perdido al amor de su vida, al padre de sus hijos y aun así tenía dulces sonrisas y palabras de aliento para mí.
Saludé a Phoebe sintiendo la ansiedad dominarme antes de hablar con Stefanos, por alguna razón temía que me odiara y culpara por todo lo ocurrido. Y si era así, no lo juzgaría, una parte de mía ya lo hacía.
—Siento mucho tu perdida, Stefanos —dije una vez frente a él.
El chico dejó de mirar al frente y clavo sus ojos en los míos.
—Gracias. —Sonrió con debilidad.
Me dedicó una mirada extraña, y sutilmente me pidió alejarnos de su familia. Lo seguí llena de incertidumbre.
—¿Sabes dónde está? —preguntó con inquietud.
Fruncí el ceño sin entender. Stefanos suspiró con resignación, cerrando los ojos y tocando el puente de su nariz.
—No hemos sabido nada de él por dos días, lo último que me dijo es que se reuniría con Benedetti.
Me estremecí al escuchar ese apellido, bajé la manga de mi sacó intentando que el brazalete no se viera. Aunque era obvio que Stefanos ya sabía todo.
—La última vez que lo vi fue en el hospital, desapareció sin decir nada luego de que fuera atendido. ¿Su hombro está bien? —respondí sin ocultar mi preocupación.
Stefanos sonrió asintiendo. Mis mejillas se calentaron al notar lo tonta que debía parecerle.
—Si alguien sabe dónde está Nik, debe ser Adriano —continuó con una mueca—. La verdad yo nunca tuve una buena relación con él y sé que lo último que quieres es tener que volver a verlo, pero…
—No tienes que pedirlo, Stefanos —interrumpí con una sonrisa comprensiva—. Tu padre ayudó en el rescaté de mi hermano y Nik estuvo dispuesto a dar su vida por mí, por James. Haría lo que fuera por ustedes, por él.
—Gracias, Olivia —dijo luciendo aliviado—. No lo pediría si no fuera necesario.
Me despedí con un abrazo mientras le aseguraba que le diría cualquier cosa que supiera de Nik.
Beth y yo salimos de la iglesia, la mortificación me golpeó pensando que ese tipo Morelli o David le hubiesen hecho algo. El ultimo había escapado al notar que esperar a Guilliana no saldría bien, Duncan me dijo que la policía ya lo estaba buscando.
—¿Sabes dónde vivé Adriano?
—Si ¿por qué? —cuestionó mi mejor amiga.
Subimos al auto entre el sonido de las cámaras y los gritos de los reporteros.
—Necesitó hablar con él.
Ella me miró con vacilación.
—¿Qué pasa?
—Tal vez no me creas —dijo con seriedad—. Pero no he vuelto hablar o ver a Alessio y no lo haré, no quiero que tengas que ver con los Benedetti nunca más.
Editado: 07.09.2025