Todo lo impredecible

EPILOGO

EPILOGO

Olivia

—¿Para cuándo crees que estarán terminados todos los pisos?

—En dos semanas, entonces comenzaremos a limpiar y dar los últimos detalles al exterior del edificio.

Algo se movió en el marco de la puerta.

—El lunes iré a la academia, mientras tanto, Eleni estará a cargo.

Me despedí del contratista y terminé la videoconferencia. Observé las carpetas llenas de documentos con el nombre de la fundación “ÁNGELOS”.

Otro movimiento detrás del escritorio, revelando una pequeña cabeza con cabellos oscuros.

—Ryder—dije con una risita. El niño apenas pudo asomar sus ojos verdes sobre el escritorio.

Con una risita, rodeó el mueble trepando a mi regazo. Sus manos alcanzaron los diseños y planeación de piso de la próxima academia de arte que inauguraría en unos meses.

Sentí un pinchazo de emoción al ver el nombre de la academia “KAOS”., la cual estaba en asociación con una prestigiosa galería de arte del centro de Atenas que llevaba el mismo nombre.

—Papá me envió por ti —anunció muy entretenido con las hojas.

—¿Ah sí?

Ryder se giró y rápidamente sostuvo mi relicario.

—Nunca te lo quitas —dijo con ingenio—. Tampoco tu brazalete.

Ambos observamos mi muñeca izquierda. El cristal era totalmente verde y había sido así por mucho tiempo.

—La última vez que me lo quité sucedieron cosas malas. Lo considero mi amuleto protector.

—¿Y este? —indagó abriendo el relicario con agilidad.

—Mis ángeles guardianes.

—Papá dice que tú eres el ángel de la familia —murmuró observando uno de las fotos ovaladas.

—Tu papá es algo exagerado—susurré cómplice.

—Solo lo dices porque nunca he querido decirte la razón por la que te llamó ángel.

James entró en la biblioteca y Ryder se apresuró a ir a él para que lo cargara en brazos. Mi corazón se derritió al ver como se acurrucaba en el pecho de mi hermano. Hacía tres años que James y Rowen me dieron el mejor de los regalos.

—Phoebe y Stefanos acaban de llegar —avisó mi hermano.

—Ya voy, solo deja guardo todo.

Sus ojos fueron hasta una de las grandes pinturas llenando los espacios de las estanterías. Y como si fuera la primera vez, me sonrojé.

—Aun creo que es increíble que no haya cambiado de lienzo.

—Quería que fuera el mismo que comenzó en aquel verano.

—Casi tan romántico como la caja musical ¿eh? —murmuró divertido.

—Largo de aquí —bufé.

Me reuní con todos en el patio, admirando la hermosa vista del océano y la brisa veraniega.

—La villa quedó fantástica, Liv —mencionó Phoebe—. Y creo que el patio y el jardín serían perfectos para una recepción.

Margot sonrió entusiasmada, mostrándose más que de acuerdo.

—Lo voy a considerar. —Reí.

—Si pude convencerla de ir a su primera cita con Nik, puedo convencerla en esto —guiñó Rowen tomando asiento junto a ellas. Acariciando su vientre de siete meses.

—Estas a unos meses de volver a disfrutar de un buen mojito, Wen.

Sophia alzó el suyo en mano.

—Es divertido ver a los demás embriagarse.

—Estoy de ánimo para embriagarme.

Beth comentó llegando a mi lado. Negué con diversión, ella estaba demasiado nerviosa de ver a Grayson en unas horas. Después de todo, no se miraban desde la inauguración de la galería de Nik hace dos años. Richard se ofreció a prepararle un mojito igual al de su nieta.

Mi teléfono comenzó a sonar con el nombre de Danielle y tomé la llamada alejándome de la mesa. Ella, Logan y Hans llegarían mañana temprano a Atenas donde se encontrarían con Cassie, Mason y Zach para venir hacía acá.

Sonreí al ver a Nik sentado en la barda con Ryder en sus brazos, señalando el horizonte que anunciaba el atardecer. El pequeño le prestaba mucha atención, siempre lo hacía.

—¿Cuántos colores ves, Ry? —inquirió Nik.

—Más de uno.

Reí viéndolo fruncir su ceño con concentración.

—Ya eres algo grande para llevar en brazos ¿no crees? —bromeé.

Ryder negó extendiendo sus brazos para que lo cargara.

—¡Hey, chicos! —gritó Chris desde la casa—. Les llegó algo.

Nik y yo nos volteamos a ver con intriga antes de ir hacía él.

Stefanos estaba en la sala junto a Philippos y Duncan, quienes despedían a los repartidores. Un piano de caoba estaba en medio del lugar.

—¿Fuiste tú? —pregunté mirando a Nik.

Este negó, intercambiando miradas cómplices con James.

Stefanos me entregó una tarjeta.

“Alguien me dijo que nunca son suficientes pianos para ti, espero vaya con la decoración de la casa. “

Duncan depositó un enorme arreglo florar frente a Nik, extendiéndole una tarjeta.

Nik la tomó y su expresión descolocada se suavizo con una sonrisa divertida. Me la pasó con un brillo cálido en sus ojos.

Al final si tuviste tu para siempre. Eres afortunado, florecita.

PDA. Cuida de ella o esta vez no pelearemos en el mismo bando.”

—A.




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