"La sonrisa de mi hermano se borraba de mi mente y era reemplazada por un rostro sombrío, triste y asustado"
Cecily Beaufort
Cuatro meses después
Faltaba poco para mi presentación en sociedad, el señor Bradley había insistido que se hiciera un gran baile en su casa, que invitaría a todos los oficiales y sería una gran celebración, ocasión más que oportuna para que yo apareciera en una de esas reuniones por primera vez.
Me miré al espejo y fruncí el ceño. No era exactamente una belleza, tenía el rostro y el cuerpo delgado, según David, flacucho y largo; me gustaría decir que estaba equivocado, pero le había acertado; quisiera decir también que tenía los ojos hermosos como los de Peter, azul grisáceos, o con un tinte verdoso como los de David, pero no, eran marrones y tan ordinarios como cualquiera, y para colmo de males estaban bastante separados. Mis labios eran finos, y al sonreír, había algo con mis dientes que no me cuadraba del todo. Y aquel flequillo... pues... era lo más horrendo que me había hecho, y digo me había, porque literalmente me lo había hecho sola, en rebeldía a esos bucles tan ridículos que mi madre quería que me hiciera al costado del rostro. Mi cabello era rubio, ondulado por naturaleza, y solía llevarlo salvaje, cayendo por todos lados.
Miré hacia la cama donde había dejado el vestido que me pondría. Yo quería rojo, rojo furioso, pero Eve y mi madre me agotaron el oído diciendo que serían capaces de encerrarme en el sótano si me atrevía a ponerme ese color para debutar. Blanco, celeste o lavanda, esas eran las amplias opciones. Colores con los que definitivamente no me sentía identificada, pero haría el esfuerzo. Quería que Peter me viera deslumbrante, que me viera como lo que era ahora, toda una señorita; así que finalmente había decantado por uno celeste bien pálido con unos detalles en el escote que me parecían bastante delicados y me daban un toque bonito.
El señor Bradley había comentado a mi padre que tal vez los muchachos vinieran para el baile, desee con todo mi corazón que eso fuera una realidad. Le tenía el vals reservado a Liam y por supuesto, a Peter, pues mi sueño de que me abrazara para bailar seguía zapateando mi cerebro desde los doce años, cuando lo vi haciendo un clavado en el pozo del río. Había sido mágico, estaba de pie sobre aquella saliente de roca, tenía el torso desnudo y dorado del sol, su cabello negro caía salvaje sobre su frente y su sonrisa amplia en el rostro. Liam y David gritaban desde abajo mientras yo estaba escabullida entre los árboles, entonces lo vi levantar los brazos al cielo y hacer aquel salto. Se me paró el corazón y una corriente invadió mi cuerpo hasta que lo vi emerger del agua cristalina y sacudir su cabello con una sonrisa triunfante. Desde ese día, no pude verlo con los mismos ojos. Ya no era solamente Peter Bradley, el amigo de Liam. No, era mi Peter, el Peter de mis sueños y desvelos.
—¡Abre Ceci!... —Eve golpeaba con sus nudillos sobre mi puerta...
—Espera... ya abro... —guardé mi vestido y abrí.
—¿Vas a prestarme el collar de perlas que te regaló la abuela?
—Olvídalo. —la miré frunciendo el ceño y con cara de "Estas bromeando ¿verdad?"
Entonces sacó de atrás de su espalda una carta... Mis ojos se abrieron desesperados.
—Es de Liam.
—Dámela —le exigí.
—El collar de la abuela... —extendió su mano hacia mí para que lo pusiera sobre ella, pero Eve no contaba con que yo no me iba a rendir a sus extorsiones.
—Dámela —volví a exigirle con un tono más firme y ante su negativa, me abalance sobre su cabeza y me colgué de sus bucles tirando de ellos lo más que pude, mientras mi hermana daba alaridos llamando a mi madre, le arrebaté la carta y me encerré en la habitación. Vencida por completo, bajó las escaleras y se metió en el estudio de papá llorando como una niña chiquita.
Apuré a escabullirme por la ventana, y me senté allí silenciosa. Abrí el sobre y en él había dos papeles, comencé a leer.
Ceci:
Quisiera decirte que estoy bien, que todo va excelente, pero se me hace imposible. No puedo confiar en nadie, solo en ti.
Trague saliva por un instante temiendo lo que seguía a continuación, pues conocía a Liam y sabía que algo importante estaba sucediendo.
He oído algo importante, incumbe a gente poderosa, a altos oficiales. Es algo que está muy mal Ceci. No quiero ahondar en detalles porque sería ponerte en peligro, pero necesitaba confiar en alguien, y sé que en la única que puedo es en ti.
Padre siempre me dijo que sea lo que sea debo cumplir la ley y dirigirme con respeto a la patria y a mis superiores, pasa que ahora son los superiores y quienes creí honestos y nobles, quienes van contra la patria. Me siento en medio de algo que debo resolver y no puedo.
Tengo mucho miedo Ceci. Saben que he oído algo, pues me han descubierto, y no he dejado de sentir presión por mi silencio.
Ojalá pudiera llegar a tu presentación para poder abrazarte y contarte lo que sucede, temo por papá y no puedo decirte el por qué, pero solo confío en ti.
Te pido que guardes este papel que te envío, y no dejes que nadie lea esta carta. Si algo llegara a sucederme no confíes en nadie. Y cuando digo en nadie, involucra a los Bradley principalmente.