Todo lo oculto saldrá a la luz

Capítulo 5

Recordé las palabras de Liam sobre estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado"

Cecily Beaufort.

Me mire en el espejo y apreté mis labios, acomodé mi cabello por décima vez y oí a mi madre llamarme, lo que me hizo suspirar y mirar a través de la  ventana. Ese día era mi presentación en sociedad, me había puesto el vestido indicado, y ya tenía el cabello peinado y acomodado, aunque aquel flequillo era imposible de disimular y finalmente había optado por dejarlo libre.

—Vamos Ceci... apura que el carruaje está esperando.

—Ya voy...

Miré por la ventana hacia el horizonte lejano, e imagine a Liam. No había vuelto a recibir carta suya y estaba muy preocupada. No vendría, no lo vería y aquello me dolía en el corazón. Repase en mi mente sus líneas, aquel párrafo que dejaba tanto a pensar. No podía apartar de mi mente sus miedos, sus angustias y sus desconfianzas. Deseé poder contárselo a alguien, pero no quería traicionarlo. Me sentí tonta, inútil y desesperada.

Abrí la puerta del cuarto y baje las escaleras. Mis padres me esperaban en la sala y sonrieron al verme, a excepción de Eve que por supuesto estaba despampanante con su vestido y su cabello recogido, y para colmo de males en un instante cuando me miró, me dio la impresión de que se reía de mí. Sentí rabia e impotencia, pero había mandado a todos mis sentidos, impulsos y orgullo a callar. Esa noche todo debía ser perfecto, debía ser la señorita que mis padres anhelaban que fuera y a la que Liam le gustaría sacar a bailar orgulloso.

Subimos al carruaje y mire por la ventanilla todo el camino, me mantuve silenciosa y expectante a todo lo que sucedía a mi alrededor. Estaba contenta, o al menos eso quería creer, por dar ese paso importante, por mi primer baile y por poder dar lugar en mi mente a pensamientos tan hermosos como el matrimonio, algo que hasta ese día veía lejano. Esas cavilaciones me llevaron a Peter. Hubiera deseado que estuviera allí, poder abrazarlo y bailar con él como tantas veces había soñado, pero era imposible. Había oído a mis padres hablando, el Señor Bradley les había informado que la fragata de Liam estaba designada y que no podrían llegar. No a una batalla ni nada por el estilo, pero sí para mantenimiento y carga de provisiones. Me alegre que al menos estuviera a salvo.

Llegamos a la casa y se veía espléndida

Llegamos a la casa y se veía espléndida. Iluminando la entrada había candelabros de pie repletos de velas, cortinados y telas que combinaban a la perfección, columnas doradas y mucha gente, demasiada. Mi sonrisa tenue se desdibujó. El lugar estaba atestado de personas, no había sitio para un alma más. Creí casi imposible bailar en el minúsculo espacio que quedaba. Eve sonreía como si lo que estuviera viendo fuera lo más hermoso y perfecto, en cambio yo, empecé a sudar.

Ya deberían imaginarme, de vestido y cuanta cosa, pero sudada... ¿Qué señorita que debuta está sudada? Por Dios que desee que eso no estuviera sucediendo. Mire a mis padres que conversaban animadamente con los oficiales y caminé a paso apresurado hacia la primer salida que encontré. Debí escabullirme entre los pasillos de la casa y en una de las habitaciones vislumbré la ventana abierta. Avance a ella como quien mira un tesoro precioso, me abalance y saque mi cabeza por completo fuera. Deje que el aire fresco de la noche me aliviara. Moví mis manos echándome de ese aire fresco en el cuello, en mi rostro y desee huir. Para que mentir, si ese fue mi pensamiento. Yo no estaba hecha para ser señorita, no señor, yo estaba hecha para el campo y el aire, el agua y los animales. No para las finas fiestas de gala.

Unas voces llamaron mi atención, entré mi cabeza rápidamente y la apoye contra la pared. Las voces se acercaban por el pasillo. Miré a un lado y a otro tratando de encontrar el escondite adecuado, pero lo único que vi fue el alféizar de la ventana. Me senté en él apretando mis piernas contra mi pecho y corrí el cortinado para que no pudieran verme. Las voces se hicieron cada vez más cercanas hasta que las sentí a tan solo unos pasos. Estaba inmóvil y en mi mente un solo pensamiento «Dios mío... ayúdame en esta».

Las dos voces eran masculinas, y estaba segura que una era del señor Bradley, la otra me era desconocida.

—¿Lo hiciste?

—Sí, no te preocupes que para mañana se acabaron los problemas.

—¿Arreglaste lo de los muchachos?

—También esta hecho. Te dije que confiaras en mí... es más, deben estar por llegar.

Abrí mis ojos muy grandes, inspire profundo y mi corazón latía desbocado. Mi sueño se haría realidad, bailaría con Peter y Liam. Podría abrazarlo y mostrarle que me había esforzado en parecer una señorita. Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro.

—¿Es seguro que nadie sospechará nada?

—Si... tranquilo.

—Solo hay un cabo suelto...

—¿De qué hablas?

—Hay una carta... es un tanto comprometedora, pues parece que se lo dijo a alguien.




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