"¿Un beso?, pregunté temblando, y él se aproximó a mí sin quitar sus ojos azules de los míos"
Cecily Beaufort
Me escabullí por el pasillo, y me mezcle un poco entre la gente y ese ambiente denso. Caminé hacia las mesas y tomé una copa de limonada, un bocadillo que metí a mi boca mientras con los ojos trataba de localizar a Eve, que para ese instante estaba rodeada de caballeros solicitando su turno para el baile. Me acerqué a ella aún nerviosa por lo que había vivido y confundida por lo que se había dicho en esa habitación. Me pegué al lado de mi hermana, al menos así podría buscar a Liam y a Peter con la mirada y estar atenta a su llegada.
—¿Cómo va ese carnet de baile? —me pregunto Eve casi en un susurro. Lo levante delante de mis ojos y repetí:
—En blanco.
—¿Y quieres explicarme donde andas metida? Si te desapareces así, lo único que vas a casar es un bicho o un resfriado...—le sonreí irónicamente, pues detestaba su manera de decir las cosas.
—Señorita Evelyn, ¿Cómo ha estado?
—Muy bien Lord Weeber, gracias por preguntar. —Miré a mi hermana y blanqueé los ojos.
—¿Será que tiene algún baile disponible para concederme semejante honor?
—Cuánto lo siento... ya he completado el carnet, pero no se aflija, le presento a mi hermana Cecily, que encantada bailará con usted. —Casi me ahogo con el trago de limonada, dibuje con mis ojos la mirada más asesina que me salió y se la clave cual puñal en los ojos de Eve. El caballero me miró un tanto incómodo y me extendió la mano, no pude negarme. Tomé su brazo y camine hacia la pista que bullía de gente. Comencé a sudar nuevamente y Lord Weeber tan incómodo como yo, se acomodó para bailar. No tenía el mínimo interés, pero ver y notar que él tampoco, me dolió en el interior. De reojo vi mi vestido y al pasar, mi reflejo en el cristal, trague saliva, y mi orgullo completamente por el suelo.
Cuando el baile terminó, aunque no nos dirigimos ni una miserable palabra, me acompaño al costado de la pista y volví a quedarme sola. Quisiera poder decir que de inmediato apareció otro joven a solicitarme una pieza, pero eso no sucedió; quisiera decir que vi a Liam acercarse a mí, pero eso tampoco sucedió. De pronto me sentí una porquería sin valor. Era mi noche, donde yo debía lucirme y deslumbrar a todos, y había sido un completo fracaso. Sentí mis ojos nublarse, clara señal de que estaba por llorar y los abrí más grandes, para evitar que se soltaran las lágrimas. Avancé hacia el fondo del salón para esconderme un poco y que mis padres no sintieran pena por mí. Tomé otra copa y me apoye en la pared a beberla.
—Señorita Cecily...
Su voz era inconfundible, esa voz masculina y grave que me hacía temblar. Volví mi rostro de inmediato y encontré el suyo, perfecto, con sus ojos de cielo tormentoso y su sonrisa.
—Peter... —alcancé a decir y volvió a sonreír.
—¿Quisiera usted concederme el siguiente baile? —dijo tratándome como a una dama.
—Cla - claro... —dije como una tonta y tomé la mano que me extendía. No sé si caminé o volé hacia la pista de baile, porque mi pensamiento estaba puesto en su espalda ancha y en las ondas que formaba su cabello corto. Cuando volví en sí, estábamos bailando, no sé ni que pasos hacía, pero podía sentir su mano en mi cintura y puedo jurar que estaba caliente, que ardía, que me quemaba.
—Estás muy hermosa. —me dijo y casi muero, es decir, casi me desmayo allí mismo. Había salvado mi noche en todos los aspectos posibles, era un caballero impecable y aquel traje le quedaba de maravilla.
—Gracias. Tú también te ves muy bien. —sonrió y yo me sentí una boba, faltaba que me babeara allí mismo que era lo mismo.
—¿Qué tal se siente la presentación?
—Horrible. —respondí y largó una carcajada. —Es que... no es mi lugar.
—Claro que sí, ya te acostumbrarás. Solo mira a tu hermana y sabrás que hacer.—dijo aquello y el cuento de hadas se terminó, volví a sentirme horrible.
—¿Liam? ¿Ha venido con ustedes? —Peter carraspeo y puedo jurar que en sus ojos noté algo extraño, como un pesar.