"Llevé mis dedos a mis labios y los apoye allí, sintiendo aún la tibieza de los suyos"
Cecily Beaufort
Acomodaron los últimos baúles en el carruaje y con ayuda de mi padre subimos en él. Mi madre, aunque no se quedaría allí más de esa noche, había cargado también con un baúl, suspire y moví mi mano tratando de que el aire me diera en la cara. Estaba muy caluroso y húmedo. Había llovido toda la mañana y luego salió el sol intenso levantando ese vapor agobiante. El vestido y hasta la piel me pesaba, y para colmar la situación, estaba agotada. Desde que había visto a mi madre entrar a mi casa de esa manera tan extraña, no había vuelto a dormirme. Me dolía la cabeza y anhelaba quitarme toda la ropa y tirarme de cabeza al pozo del río. Era la única manera en que me sentiría mejor, estaba segura.
El carruaje avanzó por el camino y parecía que todo se había vuelto en mi contra, desde las ruedas, los cascos de los caballos, el sonido de la respiración de mi padre, las quejas constantes de Eve, la mirada de mi madre y sus continuos reproches a mi postura... todo, absolutamente todo era detestable. Necesitaba gritar y sacarme un poco te tanto que me agobiaba.
Cerré mis ojos y me concentré en algo agradable, el agua fresca y el murmullo de la correntada. Entonces sentí que nos deteníamos. Abrí mis ojos y me asomé rápido por la ventanilla para toparme con un carruaje al costado, mi padre que se apuró en abrir la puerta y descender. Cuando el cortinado se terminó de correr, la señora Bradley y David estaban con mi padre y mi madre que también había bajado. Se oía que hablaban del clima, del barro y del sol agobiante, del carruaje y de instalarnos cómodamente en la casa. David se volvió hacia mí mientras su madre proseguía con las recomendaciones, y movió sus labios: PES-TE. Blanqueé mis ojos y me volví a tirar hacia atrás en el asiento, pero cuando mis padres se despidieron y volvieron a subir al carruaje, pasamos al costado de su caballo y lo vi hacerme las señas del faldón de mi vestido, obvio que para recordarme el episodio del río. Se burlaría y disfrutaría de eso durante mucho tiempo, estaba segura.
Cerré la cortina de un tirón y me apoye de nuevo en el asiento deseando que llegáramos pronto. Pensé en David y en su manera de ser, de tomarse la vida así, siempre bromeando y molestando, es como si no coincidiera con la imagen de él presionando a mi hermano para sacarle información. No era posible que en una misma persona coexistieran dos personalidades tan diferentes. Quise imaginar la sorpresa de Liam al ver a su amigo en semejante acto repulsivo. Lamente por él, y por lo solo que se había sentido.
Continuamos el camino a la casa y cuando pensé que ya no soportaría el calor, me asomé por el cristal de la ventanilla y vi los ligustrinos de la entrada. El carruaje se detuvo y el señor Bradley junto a Peter nos aguardaban para recibirnos. Hicieron las reverencias y los saludos correspondientes e ingresamos a la casa mientras los criados subían nuestro equipaje al ala oeste del primer piso. Tenían muchos huéspedes y estaba la sala repleta de damas, esposas de oficiales y sus hijas. Todas sentadas con la taza de té en sus manos, murmurando y cotilleando como aves depredadoras, las cuales, no dudaron en levantar su mirada y clavarnos infinidad de dardos. La mayoría dirigidos a Eve, clara competencia. Los caballeros y demás autoridades del ejército, en la sala de hombres fumando y bebiendo, seguramente. Inspiré profundo y seguí a una de las criadas que me indicaría cuál era nuestra habitación.
Faltaban algunas horas para el baile y algunas damas habían abandonado la sala para comenzar a prepararse, algo que obviamente yo dejaría para último momento. Evelyn comenzó a desempacar y yo caminé hacia la puerta que daba a un balcón que daba justo al frente de la casa. Si salías allí, el aire fresco daba en el rostro y aliviaba el calor, al igual que si levantabas la mirada podías ver muy lejos hacia el horizonte, se veía el bosque, todo el detalle de ligustrinos de la entrada y la hermosa fuente, lo que me provocó una sonrisa.
-¿No piensas desempacar?-la voz de mi hermana desde dentro de la habitación me hizo caer nuevamente en la realidad.
-Mmm... no tengo muchas ganas...
-Entonces ve preparándote para esta noche.
-Olvídalo... Estoy exhausta con este calor, voy a tomar algo fresco a la sala.
-Muy bien... ve entonces, no pienso acompañarte, ese lugar es como un nido de áspides. -reí por su ocurrencia. -No te rías que es cierto... ¿o no notaste como nos miraron?