"Por primera vez desde la muerte de Liam, sentí que estaba un paso por delante de ellos, y debo admitir que sentí satisfacción"
Cecily Beaufort
Por la tarde, me puse un traje de montar y bajé las escaleras donde Peter, David y dos caballeros más aguardaban. Evelyn y Camille se habían ofrecido acompañarnos para que no estuviera yo sola con todos los hombres y por supuesto no me opuse, menos al ver la cara de David y su malestar constante. Por primera vez desde la muerte de Liam, sentí que estaba un paso por delante de ellos, y debo admitir que sentí satisfacción, pero debía actuar con inteligencia y aprovechar eso al máximo, porque si me equivocaba en algo, aunque sea mínimo, perdería esa oportunidad tan valiosa.
Montamos los caballos y emprendimos la cabalgata. Dos caballeros iban delante y dos por detrás, nosotras tres en medio. Dejé que David los guiara hasta el camino donde me había encontrado y entonces, sugerí que nos separáramos en dos grupos, nosotras tres y David, y los tres caballeros restantes el otro grupo. Acordamos reencontrarnos allí en dos horas y propuse avanzar por el camino principal en dirección a la casa misteriosa.
Mientras nos acercábamos, notaba el nerviosismo de David y la insistencia en que nos estábamos alejando demasiado, que no creía que la yegua estuviera tan lejos de los terrenos de ellos y cuanta cosa. Cada vez que notaba su insistencia, su mandíbula rígida y su mirada inquieta, más entendía que eso era algo grande e importante para él y me dolía. Esa mujer debía ser muy significativa en su vida por la manera en que la protegía, la ocultaba de su familia y por la que estaba tan alterado.
—Es hora de volver... —dijo David adelantándose y parándose frente a nuestros caballos.
—Sí... estamos muy lejos... mi pierna esta a acalambrada. —acotó Evelyn
—Un poco más... creo que era por allí—dije señalando la curva del sendero. Estábamos muy cerca de la casa y David me miró a los ojos, serio y sorprendido. Yo le sostuve la mirada intensa, levante el mentón y aunque no pronuncie palabra, dentro de mi repetí: "Yo lo sé". El me entendió a la perfección y tampoco dijo nada.
—Es mejor que volvamos... dijimos dos horas y ha pasado más... tal vez Peter y los demás ya la encontraron. —dijo Camille, y yo seguía mirando a David sin si quiera pestañear.
—Sí... tienes razón. —dije finalmente y volví el caballo rumbo a la casa.
Cuando estábamos a mitad de camino divisamos a los demás y Fancy estaba con ellos.
—¡Que bueno que no avanzamos más! ¿Verdad David? —comenté y él asintió muy serio, junto a los comentarios afirmativos de Evelyn.
Nos acercamos y avancé a trote junto a Peter que me recibió con una sonrisa.
—Gracias a Dios la encontraste Peter... no quería quedar mal con tu padre y sé que es un animal excelente.
—Sí... estaba cerca del río, no se dejó atrapar fácilmente, por lo que no me extraña que ayer te haya dejado sola y no haya permitido que la atrapes.
—Tiene bríos.
—Igual que tú. —le sonreí dulcemente, aceptando su cumplido.
El resto del camino hablamos de la extensión de las tierras, de los vecinos, de vegetación, de caballos puros y sus cualidades. La conversación era amena y agradable y había tomado la decisión de volver a concentrarme en Peter, por lo que aproveché ese momento al máximo. Lo de David quería dejarlo atrás, esos sentimientos entre más los pensaba, más me confundían y me desviaban de lo que era importante, y con lo que había hecho ya tenía suficiente ventaja para seguir adelante. Estaba segura que él había entendido el mensaje a la perfección.
Cuando llegamos, dejamos los caballos en el establo y caminamos a la casa. Yo iba del brazo de Peter y volví asentar mi mano en su antebrazo y sonreía absolutamente de todo.
Nos sentamos a la mesa para cenar, y oía a mi madre comentar sobre Londres y todas las propuestas matrimoniales que Evelyn había rechazado, la observé frunciendo el ceño mientras pensaba en qué orgullo podría sentir por esa situación, si hasta Eve sentía vergüenza de que sacara ese tema a colación en la mesa. Definitivamente mi madre no estaba bien, y desde lo de Liam, estaba peor, siempre pendiente del qué dirán, de que nos casáramos pronto y de nuestra reputación que debía ser impecable.
David cenó en completo silencio y no acotó absolutamente nada en ningún momento. Extrañaba su risa y sus comentarios sarcásticos, pero era algo que debía hacer, y no me arrepentía de eso. Después de todo, era mejor así: él distante y en sus propios asuntos, yo en los míos y bien cerca de Peter.
Luego de la comida, nos reunimos en la sala para los juegos de cartas, me concentré en relajarme y tratar de no pensar en todo lo que me rodeaba, estaba agotada en todos los sentidos posibles de tantos secretos e incógnitas, y de tanto sonreírle a Peter que ya me resultaba algo fastidioso. Me hastiaba fingir todo el tiempo, y por un instante miré hacia la ventana y vi a David de pie junto al cristal con una copa en la mano, e inevitablemente recordé su borrachera y la ternura de sus palabras, su cercanía y su mirada dulce, algo que creí que carecía por completo. Me detuve en su espalda, en las líneas de su cintura y sus brazos fuertes con aquella levita, en su cuello dorado del sol y la manera en que llevaba el cabello despeinado. No podía entender cómo había estado enamorada de Peter tantos años sin si quiera mirar a David, entonces recordé que yo era "Peste" y aquello se me aclaró. Deseé estar en el jardín, caminar con él y decirnos cosas feas, pero que nos hicieran reír, que me criticara por mis errores y mis tonteras... en fin, ser yo y que él sea él...