"Al fin podemos estar juntos y solos."
Peter Bradley
Bajé las escaleras despacio, había pasado una noche pésima, con mi mente maquinando posibilidades y desencuentros con David. Sopesando qué haría y cómo seguiría, de dónde conseguiría las piezas que me faltaban para poder resolver tanto misterio, recordando las palabras de Liam e inquieta por saber qué tanto había escuchado él del asunto, mientras entrelazaba sonrisas de David y palabras del capitán Aldrich.
Resoplé al llegar al escalón más bajo y me acerqué a la sala, estaba despejada del todo y no se veía un alma en el lugar. Tomé la puerta de frente y recorrí el camino de ligustrinos hasta la fuente. Me senté en ella mientras veía un mirlo. El recuerdo me trajo la sonrisa de Liam al pensamiento y aquella despedida. Desee volver el tiempo atrás, poder abrazarlo y decirle cuánto lo extrañaba y que no lo había olvidado.
—Señorita Cecily, buenos días. —el oficial Ross se aparecía por allí, llevaba los brazos en su espalda y caminaba pensativo. Se notaba a ciencia cierta que se había sorprendido de verme allí.
—Buenos días oficial. —sonreí amablemente.
—¿Disfrutando de los primeros rayos de sol?
—Claro que sí, no hay nada mejor que despertar temprano y aprovechar la naturaleza y sus beneficios.
Se acercó a mí.
—¿Me permite? —hizo señas con su mano y le permití sentarse a mi lado.
—Claro que sí.
—La guerra hace que uno disfrute más aún de los pequeños momentos silenciosos, plácidos y agradables.
—Imagino que sí... —hizo silencio y yo también.—Oficial Ross... disculpe mi intromisión o mi atrevimiento, pero ¿podría explicarme algo?
—Por supuesto...
—¿Qué es un corsario? —me miró intrigado. —supongo que le sorprenderá mi pregunta, pero es que he oído conversaciones al respecto y nunca he tenido una idea clara... y no me gusta quedar como una inculta...
—Comprendo... no se preocupe.... —me sonrió. —Un corsario se refiere a una nave o marinos que adquieren la condición militar por un permiso o licencia de un gobierno y sabotean el tráfico marítimo de las naciones enemigas al gobierno, hundiendo sus naves o saqueando o secuestrando puertos o cargamentos.
—Entiendo... pero entonces no son militares...
—No... son extras, por llamarlos de alguna manera.
Trague sus palabras que seguían enturbiando mis conjeturas.
—¿Hay corsarios pagos por el ejército francés?
—Sí... tenemos bastantes problemas con ellos... —Asentí.
—Me imagino...
—Cecily... estas aquí.
Peter nos interrumpió y el oficial se puso de pie.
—Muy bien señorita... la dejo en buena compañía
—Muchas gracias nuevamente. —besó mi mano y sonrió.
—Lo que necesite, estoy a su servicio.
Le sonreí mientras lo vi alejarse y a Peter sentarse junto a mí.
Me miró tiernamente y tomó mi mano.
—Al fin podemos estar juntos y solos. —Me limité a sonreírle. —es el lugar perfecto y el momento justo, porque sé que nadie va a interrumpir. En un rato me voy...
—¿A dónde?
—Tengo que llevar unas cosas que me ha pedido mi padre... a Londres...
—Ah.... Vas a estar unos días fuera. —asintió.
—Que pena... ¿llegarás para la reunión?
—Espero que sí... quiero bailar el vals que me debes. —sonreí y el silencio nos invadió por un breve instante donde se oían el canto de las aves y el ruido de la brisa en las hojas de los ligustrinos. —Me encantaría que estuviéramos en el árbol, y me encantaría que Liam estuviera aquí... —iba a interrumpir pero continuó— sabes que te conozco desde hace muchísimo y que hemos compartido muchísimas cosas juntos, pero ha sido este último tiempo en que he notado lo mucho que me importas, lo que te pienso, lo que te necesito, y lo que disfruto estando contigo... siento que si tu compartes el sentimiento y si te agrado, podríamos ser más que amigos... puesto que siento que has crecido dentro de mí y me encantaría que seas mi esposa, que me acompañes y que estés a mi lado. —estaba muda y temblaba. Oír todo eso de boca de Peter me sonaba casi imposible, como un sueño, puesto que era lo que había soñado durante muchos años, pero en ese instante, temblaba por completo y la avalancha de dudas me invadió. Necesitaba a Peter para mi cometido, pero amaba a David; necesitaba a Peter para aclarar muchas cosas, pero tampoco era una despiadada sin corazón que utilizaba a las personas a su antojo.
Peter estaba metido hasta la coronilla en ese asunto misterioso y participaba activamente en todo eso. No podía simplemente casarme, descubrir lo que me faltaba y dejarlo, eso era imposible.