Todo lo oculto saldrá a la luz

Capítulo 35

"Esta noche tienes que presionarlo Eve... si lo amas y estás segura, hazlo así por fin te casas"

Señora Beaufort

Había guardado todo lo que tenía en mi caja, en el techo y en el lugar de siempre. Tomé la flor que Peter me había dado y dejé que el viento la llevara, era pasado y no quería guardarlo más, en su lugar, puse mi anillo de compromiso. Lo contemplé detenidamente, ya estaba seco por los días y muy suavemente lo deslicé por mi dedo, recordé su sonrisa, su mirada y sus palabras que habían parecido tan sinceras. Me sentí abatida y triste, esa noche teníamos el baile y anhelé que el oficial Ross fuera, necesitaba corroborar que él no estuviera metido en todo aquello, y recién allí, le entregaría las pruebas, que probablemente condenarían a los Bradley, a mi padre; y yo atestiguaría por Liam, contaría la verdad de su carta, de la conversación que había oído con Aldrich y de la participación de David. Sabía que una tormenta muy fuerte y gris sacudiría a todos, incluyéndome a mí misma. Mi carta a tía Margot ya estaba en viaje, y sabía que pronto partía un barco desde Londres hacia América, uno que yo abordaría, y aunque no tenía dinero para pagar, esperaba que el oficial Ross me ayudara. Eso negociaría con él, su ayuda para escapar de todo aquello. Mi madre y Evelyn decidirían cómo seguir, ya no quería pensar más en los demás, sólo necesitaba empezar de nuevo.

Bajé las escaleras sumergida en mis pensamientos caóticos y vi a mi madre y Evelyn sentadas en la sala bordando y conversando. Me detuve un instante y las oí.

-Esta noche tienes que presionarlo Eve... si lo amas y estás segura, hazlo así por fin te casas.

-No lo sé madre... es verdad que lo quiero, que me gusta y todo, pero tampoco quiero arruinar mi reputación... ¿y si me rechaza?

-Olvídalo... no es ningún tonto, eres bonita y elegante, codiciada entre los caballeros, ¿crees que se atrevería a rechazarte? Y estoy segura que su padre no lo dejaría hacer semejante desplante y dejar su apellido por el fango.

-No lo sé...

-Tú hazme caso...

Evelyn se volvió hacia mí y carraspeó llamando la atención de mi madre, no dije nada, pero entendí que planeaban envolver a David en esos "momentos comprometedores" que le había oído nombrar a él. Sentí una mezcla de sensaciones: ganas de reprocharles su descaro y atrevimiento para hacer algo semejante; y deseo de advertir a David, aunque sabía ciertísimamente que eso ya no incumbía.

-Cecily, ven aquí... ¿quieres un té?

-Sí, por favor.

-¿Ya tienes todo listo para esta noche?

-En realidad no, pero me pondré el vestido blanco.

-Buena elección. Peter estará encantado contigo... -suspiré ante esa afirmación y miré a través del cristal deseando que todo pasara de una vez, ya se me hacía insoportable seguir manteniendo falsedades y mentiras. -De todas maneras, ve preparando las cosas porque nos vamos temprano.

-¿Por qué?

-Porque prefiero hospedarme en su casa, y prepararnos tranquilas, no llegar sofocadas y adoloridas del camino.

-Madre... ¿no te parece suficiente ya el tiempo que hemos pasado en esa casa? Sólo quiero estar tranquila.

-No, siempre es bueno pasar tiempo con los vecinos y más aún si son tan amables de invitarnos y recibirnos tan cordialmente. -Blanqueé mis ojos.

-Aparte, yo también prefiero quedarme allí esta noche... detesto tener que montarme en un carruaje luego del cansancio de toda la noche.

-Claro... -me limité a responderle a Evelyn, pues ya conocía sus intenciones.

-Cuando termines el té, ve a preparar tus cosas. -Asentí silenciosa, y mientras veía el té humear en mi taza, imaginé el nuevo mundo y mi vida allí, inspiré profundo y tragué mis ganas de llorar. Mi vida estaba destrozada, pero era algo que sabía que iba a suceder, cuando uno saca cosas escondidas a la luz, todo se ilumina menos el interior de uno que queda deshecho y en mil pedazos.

Mi vida estaba destrozada, pero era algo que sabía que iba a suceder, cuando uno saca cosas escondidas a la luz, todo se ilumina menos el interior de uno que queda deshecho y en mil pedazos

Miré por el cristal del carruaje los ligustrinos de la entrada y mi corazón comenzó agitarse. Me concentré en tranquilizarme, en dejar que todo corriera como el agua del río, que arrastrara los segundos y las horas para volver a casa, para tener paz. Había hecho una venda a mi corazón y lo había convencido con miles de excusas y razones lógicas para que no se dejara engatusar por unos ojos verdes que seguro iba a cruzar; que no se dejara ablandar por palabras, o lazos familiares; que había que hacer lo que era correcto, y cuantas excusas se imaginen, pero era imposible contener sus latidos al detenernos frente a la puerta principal.

Peter estaba allí, David se había detenido a conversar con algunas damas, y sus padres estaban de pie aguardando la llegada. Me limité a tomar la mano de Peter que fue la primera en extenderse y ayudarme a descender. Saludé a Lady Bradley con una reverencia, y a su esposo lo saludé sin mirar su rostro. Me sentía incómoda por todo lo que había sucedido, aún me ardía dentro el golpe que me había dado y lo injusto de todo. Cuando me enderecé, busqué a Camille que estaba parada al lado de Peter y me hice la distraída saludándola, para evitar tener que dirigir una palabra a su hermano mayor que se había acercado en ese mismo instante.




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