Todo lo oculto saldrá a la luz

Capítulo 38

"Lo vi llevar las manos a su cintura, mirar el piso y me dio la espalda. Estaba enojado."

Cecily Beaufort

Lavé mi rostro en la jofaina de mi habitación, me cepillé el cabello mientras sonreía y me cambié de vestido. Supe que lo que se avecinaba era oscuro y terrible, momentos duros y tristes, pero a pesar de todo sentía paz, mucha paz, esa que sólo da la verdad.

Salí de la habitación y entonces David abrió la puerta contigua y de un tirón me hizo entrar. Sonreí por sus locuras que amaba.

Me apoyó contra la pared con sus brazos estirados a ambos lados de mi cabeza, me sonreía y se mordía el labio inferior. Blanqueé los ojos y atrapó mi boca con un beso. Cuando al fin soltó mis labios, sonreí y abrí mis ojos para encontrar delante de mí un hermoso anillo con un hermoso brillante. Lo tenía en su mano y lo movía girándolo y dejando que la luz reflejara en la piedra.

—¿Te gusta?

—El que me diste me encanta... —levanté mi mano que aún tenía el anillo de tallo, él rio.

—Bueno... ¿pero no te gusta este? ¿Aunque sea un poquito?

—Mmm, un poquito puede ser... —se dibujaron sus hoyuelos y levantó mi mano, quitó el que tenía y deslizó por mi mano aquella preciosura.

—Te amo y ahora oficialmente eres mía. —sonreí.

—¿Y Peter?

—¿Qué pasa con él?

—¿Ya lo sabe?

—Lo sabrá apenas lo vea... y tú más vale que dejes de hacerle esas sonrisas relajantes y ese pestañeo espantoso... —reí a las carcajadas. —Shh... no hagas ruido que nos van a descubrir.

—¿Estas celoso? —Me miró aguzando la mirada y me robó un beso.

—No estaré celoso mientras él conserve su lugar.

—No tienes que estar celoso... no puedo ser de nadie más.

Me besó rápidamente y abrí la puerta. Salí yo primero y lo vi salir después de mí, tomar las escaleras de servicio y bajar por allí.

Yo seguí adelante y me detuve antes, miré hacia el pasillo del ala este e inspiré profundo. Sin pensar demasiado, miré atentamente y me escabullí en la habitación de Gregory Bradley, mi corazón comenzó a latir desenfrenado y me apresuré hacia la mesa, tomé la llave, baje las escaleras y me metí en el despacho, había corrido tanto que estaba muy agitada y nerviosa. Metí la llave y abrí el cajón mientras podía oír las voces en la sala. Allí estaba. La tomé rápidamente, cerré y subí nuevamente las escaleras, dejé la llave del cajón en la mesa y corrí por el pasillo, tomé las escaleras de servicio y salí por la puerta de la cocina. Inspire profundo y apresuré el paso mientras encontraba a David a quien me aferré por la espalda.

—¡Hey! Ceci... —se sorprendió y me sonrió. Yo no pude hacer lo mismo, me limité a levantar mi mano delante de sus ojos con la llave en ella. Quisiera decir que se puso contento o que me felicitó, pero no. Frunció el ceño enojado y apretó sus dientes y su mandíbula. —¿No me juraste acaso que ibas a ser sensata, obediente y no lanzarte hacer cosas sin consultarme? —estaba muy enojado, pero yo me abrace a él.

—¿No me juraste acaso que ibas a ser sensata, obediente y no lanzarte hacer cosas sin consultarme? —estaba muy enojado, pero yo me abrace a él

—Perdóname, es que era el momento, es el momento.

—¡¿Quieres que vaya ahora?! — asentí y lo vi llevar las manos a su cintura, mirar el piso y me dio la espalda. Estaba enojado.

—Perdóname... no lo vuelvo hacer... por favor, ve ahora. Mi madre está en la sala y tu padre tengo entendido que salió de cacería con los hombres temprano en la mañana y aún no regresa... por favor... —le supliqué. Necesitaba por todos los medios terminar con aquello de una vez y era la oportunidad.

Se volvió a mí, aún con el ceño apretado y muy enojado.

—Beaufort ¿puedes explicarme que voy hacer contigo? —le sonreí. —Por favor no te metas en problemas, tenemos que tener mucho cuidado Cecily... no es un juego esto... —asentí temerosa, se acercó a mí y beso mi frente mientras me abrazaba. —Volveré pronto.

Lo vi caminar a las caballerizas y salir de allí montado a caballo

Lo vi caminar a las caballerizas y salir de allí montado a caballo. Tomó el camino principal y como no podía ser de otra manera, corrí al establo y pedí que me ensillaran a Fancy. Cuando estuvo lista, salí tras él.

No lo veía, lamenté que se hubieran demorado en preparar la yegua y agradecí que tuviera montura de hombre, pues era lejos y sabía que de ser diferente, mis piernas no lo soportarían. Tomé el camino a las minas y aún era de día, por lo que podía ver bastante bien, pero al mismo tiempo sabía que también podía ser vista, por lo que me mantuve en un camino paralelo, donde había árboles para escabullirse.




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