Todo lo oculto saldrá a la luz

Capítulo 41

"He llorado tu muerte cada día, cada instante..."

Alfred Beaufort

—Padre... —dijo apenas con un hilo de voz.

—Por Dios... —noté que perdía el equilibrio y me apuré a correr a él y ayudarle.

—Tranquilo por favor... —le rogué y me miró por completo extrañado de todo lo que estaba sucediendo, apretó su pecho sosteniendo su corazón que parecía salirse. En ese segundo, noté lo enfermo que estaba, lo triste que se veía y ese color grisáceo en su piel que se había acentuado en su viaje.

—¿Cómo pudiste padre? —oí a Liam y moví mi cabeza en negativa, rogándole que no le dijera nada, sentí que él no lo resistiría, pero no me oyó y siguió adelante. —Has seguido con todo esto, toda la vida te llenaste la boca de consejos, ética, moral, lealtad a la corona y amor por la patria... ¿tienes idea de todo lo que sentí al saberte metido en semejante degradación?... Siento que lo he perdido todo... y así fue, pues me he quedado sin vida, sin libertad, sin padre y parece que sin madre también —al decirlo, miró a mi madre que lloraba profusamente y sollozaba.

—Hijo

—Hijo... no entiendes... ya no estoy en esto... —Gregory lo miró y sonrió con ironía.

—Mejor cállate Alfred.

—No... cállate tú. —dijo claramente ofuscado— Hijo, no puedo creer que estés aquí... Dios me ha sonreído y ha oído mis súplicas...

—No vuelvas a mentir Alfred... —era la primera vez que Liam le faltaba el respeto a mi padre, llamarlo Alfred se sintió como un puñal clavado en su corazón, pero igualmente vi a mi hermano llorar desconsolado mientras hablaba.

—No miento... por Dios hijo, he llorado tu muerte cada día, cada instante...

—Está bien que te sientas así... después de todo, tienes gran culpa en todo esto.

—Dejemos el discurso lastimero y familiar— interrumpió Gragory. —Ven conmigo muchacho y dejemos esto... hablaremos tu y yo de una vez y arreglaremos cuánto quieres y cuál será tu parte.

—¡¿Qué?! ¿De verdad cree usted que a mí me interesa este dinero sucio y corrupto?

—Todos tenemos un precio... y el tuyo creo que ya lo sé... —dijo esto y vi como levantó su arma y me apuntó directamente. El sudor me corrió por la sien y un silencio helado se instaló en la sala. Todos miraron atónitos.

—No se atreva a ponerle un dedo encima a Cecily, porque de igual modo, el oficial Ross ya lo sabe todo... —oí a Liam decir aquella mentira, mientras el cañón del arma seguía apuntándome y David se acercaba a mí.

—Claro que lo sabe. —Interrumpió mi padre... yo mismo se lo he confesado todo la última vez que lo vi.

—Eres un maldito traidor Beaufort... esto te saldrá muy caro. —volvió a mirarme y sin darme tiempo siquiera a incorporarme, disparó su arma. Fue un segundo en que se oyó el sonido ensordecedor y vi a David atravesarse entre los dos. Cayó desplomado al suelo, la sangre manaba de su herida en el pecho, me tire a su lado y levante su cabeza mientras le hablaba, pero sus ojos ya no eran de ese verde brillante y chispeante, se veían oscuros y apagados. Sentí que lo perdía y él no podía hablar, lo abrace mientras mi corazón se moría a su lado y sentía que me desgarraba por dentro. Acaricie su rostro tratando de que despertara del letargo en que se estaba sumergiendo, y alguien me tomó de un hombro y me tiró hacia atrás, era Peter. Cuando levante la mirada, mi padre estaba caído en el suelo, Liam lloraba a su lado y todo estaba rodeado de fuego. La sala ardía y yo estiraba mis brazos para tomar a David, no quería apartarme de él, no quería perderlo. Mi madre gritaba y el señor Bradley ordenaba a sus hombres que siguieran quemando todo. No sé en qué instante sucedió todo eso, yo volví mis ojos al hombre que amaba, que seguía en el suelo con sus ojos abiertos pero se veían vacíos y sin vida. Algo murió dentro de mí y mi corazón quedó prendido de esa mirada gélida que no olvidaría nunca en mi vida.

Peter seguía tirando de mí, me decía cosas que apenas podía entender, se oyeron disparos fuera, un sonido ensordecedor de gritos, armas, y fuego.

No tenía fuerzas para librarme de Peter, lo abofeteé para que me soltara, se oyó un grito y otro disparo. Vi a Peter caer al suelo herido y al oficial Ross de pie empuñando su arma en medio de las llamaradas y la oscuridad.

No supe nada más, solo que me sacaron fuera de la casa en contra de mi voluntad, me subieron a una calesa y me llevaron a la oficina de las autoridades en el pueblo. Apenas recuerdo algo del viaje, sólo mis lágrimas que deslizaban por mi mejilla surcándola y quemándome, recorrían el costado de mi boca y terminaban sobre mis manos temblorosas que llevaba anudadas sobre mi falda. En mi mente una sola imagen terrorífica y desgarradora, los ojos de David muriendo. Se detuvo la calesa y me hicieron bajar, entré por la puerta principal de la oficina y me sentaron en un sillón para que aguardara. Todo estaba en silencio, sentía mi corazón latir nervioso y angustiado, el tic tac del reloj, el sonido de una cuchara golpear levemente la porcelana de una taza lejana, voces detrás de una puerta y el murmullo de papeles moverse. Levanté levemente mi barbilla sin fuerzas para nada más que llorar y desear saber de mi familia, de David, abrazarme a su pecho y dormir junto a él para siempre.




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