Capitulo 23

Solté un suspiró al escuchar como Dario, se marchaba cerrando la puerta de mala manera.

-¿Pasa muy a menudo?- pregunté en dirección a los dos hermanos que quedaban en el cuarto-

-¿Qué se enfaden con él?- preguntó Dante- Sí, claro que pasa a menudo- dijo respondiéndose a su pregunta-

-Pero nunca había llegado a ser una gran bronca de parte de los dos, aún que se veía venir de todas formas que pasaría- añadió Darek- Llevaban ya mucho tiempo avisándole-

-Será mejor que vaya a por él- dije más para mí que para ellos- ¿Dónde queda su cuarto?-

-No creo que lo encuentre en su cuarto, lo más probable es que se haya ido algún lugar lejos de aquí-

-¿No os preocupa?-

-Dario a siempre que éramos pequeños y mamá o papá incluso nuestros hermanos se enfadaban con él, tendía a esconderse por algún rincón de la casa- habló Dante- Darek y yo siempre sabíamos donde lo podíamos encontrar a pesar de haber mil escondites-

-Y a pesar de que siempre nos echara- puntualizó su hermano-

-Entonces solo nos queda esperar a que venga- ellos asintieron- Bueno, entonces supongo que me queda hablar con los mayores-me dirigí de nuevo a ellos pero antes de que pudiera preguntar Dante de se me adelantó-

-Segundo piso tercera puerta a la izquierda-

-Arriba, izquierda, tercera- dije mientras ellos me vieron de una manera extraña pero divertidos- Hecho, nos vemos en la cena chicos-

Salí del cuarto, esta vez sin que sonara algún portazo y me encaminé a ver a aquel para intentar... la verdad, no sabía que iba a intentar. Supongo que comprender lo que estaba pasando, aún que era entendible. Supongo que intentarán razonar un poco, o no sé, ya vería cómo se desarrollaría nuestra conversación.

Una vez estuve delante de la puerta llamé, dando dos golpes en está, que no tardó mucho en abrirse.

-Hola Jane, amm...- se aclaró la garganta- Pasa- dijo él haciéndose a un lado-

Le sonreí de lado como respuesta.

La verdad era que me había sorprendido el cuarto en el que estaban. Era muy amplio, en el que se podían distinguir dos camas de matrimonio separadas. Nunca imaginé que compartían habitación.

-Massimo, alguien vino a visitarnos-

-Más vale que no sea una broma para hacerme salir del baño con prisas- respondió este-

-No es ninguna broma- dijo rodando los ojos aún que solo lo podía ver yo-

El hombre al que había visto abajo tenso junto al que estaba a mi lado, parecía un cinco por ciento menos tenso de lo que estaba abajo.

-Jane, a pasado algo?-

Se acercó a nosotros a paso lento mientras se colocaba la camisa que hasta ahora, no me había dado cuenta que no estaba presente en su torso.

-¿De verdad me preguntarás eso?- me crucé de brazos, recibiendo un suspiro de su parte- Y tú no te librarás Carlo-

-Me lo imaginaba, oye yo no he bajado por que acabo de llegar y no tengo la cabeza para estas cosas a estas horas-

Escuché el suspiro pesado por parte del mayor, haciendo que mi atención volviera a él.

-Jane, seguro que crees que hemos sido injustos- empezó el mayor- Pero tienes que entender que debe asumir sus responsabilidades, y estoy harto de ver cómo no para de hacer promesas que no es capaz de cumplir-

-Entiendo lo que me dices, pero no lo uses- me aclare la garganta para corregirme- no lo uséis, como algo continuo para joderle-

-No se lo decimos con esa intención- dijo Carlo poniéndose al lado de su hermano- Se lo decimos para que vea la realidad, y esa realidad es que les está enseñando cosas que no debería a sus hermanos pequeños-

-Eso puede interpretarse como una excusa-

-Pero no lo es, es la realidad-

-Deberías dejar que se explicara, debe tener sus razones- los miré- ¿Nunca habéis pensado que a lo mejor, se debe a alguna razón?-

-No creo que una persona y menos un hermano, tenga una razón para prometer algo y luego por arte de magia olvidarse de ello-

-Pero...-

-Escucha Jane, me parece muy bien que quieras intentar que razonemos sobre ello, pero Dario es así desde...- Carlo soltó un suspiro- ... desde siempre. Debes entender que estamos hartos de que haga lo mismo, y no hablo solo de los mellizos, sino en general-

Quería decirle algo en contra de lo que había dicho, pero mi cabeza solo daba vueltas y más vueltas a lo que los dos chicos de la habitación decían.

-¿Jane?- Massimo me llamó haciendo que fijara mi mirada en los dos que estaban sentados en una de las camas- ¿Todo bien?-

-Sí, todo bien- me quedé pensando-

-No le des demasiadas vueltas al asunto Jane, las cosas son como te las decimos- dijo Massimo sacándome de mis pensamientos- Siempre lo han sido y como no se disponga a cambiar siempre serán así-

-Creí que sería más fácil convenceros-

Como si lo hubieran ensayado los dos hermanos sonrieron de lado.

-No es tan fácil bonita- dijo en mi dirección Massimo-

-Me he dado cuenta- solté un suspiro-

-Pero no pasa nada, al menos ya sabes que no vale la pena seguir insistiendo- miré mal a Carlo- Era broma era broma-

-Déjate de bromas y dobla la ropa de tu sofá-

Ahora fue Carlo quien resopló y a pesar de darle una mala mirada, se levantó y se dirigió a su sofá.

Miré a Massimo quien me hizo una señal con sus dedos para que me acercara. Camine a paso tranquilo hacia él hasta quedar delante de él, donde mis rodillas y las suyas quedaban a centímetros de rozarse.

-Me gustaría que apoyarais mis explicaciones- apoyó sus manos en el colchón- Al menos tú, eres el mayor de todos-

-Gracias por recordármelo- dijo a mis espaldas Carlo-

-Sigue con lo tuyo- le riño él- Ya lo sé,- suspiró- pero no puedes creer que vaya a pensar lo que tu pretendes por esa razón que me das-

Su tono no sonaba enfadado, al contrario parecía que estaba riñendo a su hija pero de una manera suave.

-Entiendo-

-Pero prometo que hablaremos con él-

-Prefiero que me prometas que no lo vais a atacar, o que al menos dejaréis que se explique-