Esa tarde, mientras se ultimaban los detalles, me refugié en el jardín con los mellizos. Brenda insistía en mostrarme un dibujo que había hecho de "Jane, la heroína", mientras Alex practicaba con una espada de juguete que había encontrado.
—Cuando seas mayor, ¿vas a pelear contra los malos, Alex? —Le pregunté, intentando sonreír.
—¡Sí! —Respondió con entusiasmo—. Pero solo si tú estás ahí conmigo.
—Eres nuestro superhéroe, Jane. —Añadió Brenda, abrazándome por la cintura.
Su inocencia me partía el corazón. Quería protegerlos de todo, incluso de la verdad que nos rodeaba.
—Siempre estaré aquí para ustedes. —Les prometí, aunque en mi interior sabía que esa era una promesa difícil de cumplir.
Al caer la noche, estábamos listos para partir. Iker y Massimo discutían sobre quién conduciría mientras Carlo revisaba una lista de equipo. Darek, como siempre, estaba en silencio, pero su presencia era tranquilizadora.
Antes de salir, Caleb nos detuvo en la puerta.
—Recuerden, esto no es solo sobre ustedes. Tienen una familia que los espera aquí. Sean inteligentes.
—Lo seremos, papá. —Dijo Carlo, apretando su hombro.
Beatrice me abrazó antes de que pudiera reaccionar.
—Ten cuidado, Jane. No solo pienses en lo que estás buscando, sino también en lo que podrías encontrar.
El almacén estaba en una zona industrial abandonada, rodeado de edificios en ruinas. La noche era oscura, y el único sonido era el crujido de la grava bajo nuestros pies.
—Esto apesta a emboscada. —Murmuró Dante, con una mano en su cinturón donde llevaba un arma.
—Lo sabemos. —Respondió Carlo, quien lideraba el grupo—. Por eso debemos ser rápidos.
Iker y Darek se movieron adelante, explorando el área con sigilo mientras nosotros esperábamos cerca de la entrada principal.
—¿Seguro que quieres hacer esto? —Preguntó Massimo en voz baja, mirándome con intensidad.
—No tengo opción. —Respondí, devolviéndole la mirada.
Antes de que pudiera responder, escuchamos un ruido dentro del almacén. Las sombras se movían, y mi corazón empezó a latir con fuerza.
(...)
Dentro del almacén encontramos cajas apiladas, muchas de ellas marcadas con logotipos de empresas falsas. Había papeles por todas partes, y en el centro, una mesa con un cuaderno abierto.
—Esto parece demasiado fácil. —Murmuró Enzo, revisando los papeles.
—Porque lo es. —Dijo Darek desde el otro extremo de la sala, señalando una cámara de seguridad oculta en una esquina.
—Nos estaban esperando. —Dijo Iker, su voz grave.
—Entonces salgamos de aquí. —Dijo Carlo, pero antes de que pudiéramos movernos, la puerta se cerró de golpe detrás de nosotros.
Una voz resonó por los altavoces.
—Bienvenidos al juego. Sabía que vendrían.
Reconocí la voz al instante. Era mi padre.
—¿Creyeron que podían detenerme tan fácilmente? —Dijo con burla—. Esto es solo el comienzo, Jane. Si quieres la verdad, tendrás que esforzarte más.
Sentí cómo el pánico me invadía, pero antes de que pudiera reaccionar, Massimo tomó mi mano y la apretó con fuerza.
—No estás sola. —Murmuró, y aunque sus palabras eran simples, me llenaron de una determinación renovada.
El juego de mi padre acababa de comenzar, y sabía que no sería fácil. Pero con los Blackthorn a mi lado, estaba dispuesta a enfrentarlo, sin importar el precio.