Recuerdo:
"Un joven de 17 años se encontraba sentada en la orilla de su cama, dibujando, era sábado por la mañana cuando de repente tocan a su puerta, este rápidamente esconde su cuaderno debajo de la almohada y se tira bruscamente en su cama.
-¡Pase!.-Grita y ve como la puerta se va abriendo lentamente dejando ver a su hermosa madre, una mujer de pelo castaño, ojos azules intensos y su sonrisa, que inmediatamente la observas se te contagia.
-Buenos días cariño, ¿Cómo amaneciste?.-Pregunta sentándose a su lado, el chico se limita a fruncir el ceño.
-Mamá, no es por nada pero, ¿No se supone que debes estar en el trabajo?.- Ella sonríe y le pasa lentamente la mano por el cabello.
-Se supone, pero, hoy es un día muy especial y decidí no ir a trabajar.- Su sonrisa se agranda dejando ver sus blancos dientes.
-Creo que te confundiste, mamá, mi cumpleaños es en una semana.- Dice él entre risas.
-Eso ya lo se, no es eso, alguien vino a visitarte.- Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta abriendola y dejando ver a nada más y nada menos que su mejor amiga Peyton, al observarla sus ojos brillaron de sorpresa, notó que a esta le había crecido el pelo, ahora lo tenía hasta la cintura.
La joven le sonrió y en un parpadeo ya se encontraba encima de él abrazandolo.
-Hola, Alex, no sabes cuanto te extrañé, por cierto, la abuela te manda saludos.- Se separó lentamente de él y lo miró fijamente.- ¿Qué pasa? ¿Por qué no hablas?¿Acaso no te alegras de que esté aquí?.- La alegría se esfumó de los ojos de la joven.
-No, no es eso, es que me has tomado por sorpresa, eso es todo.- Alex se levantó lentamente de la cama, se encontraba sorprendido, Peyton había desaparecido por cinco meses y nadie sabía de ella hasta hace una semana cuando su madre le había dicho que la abuela de Peyton estaba muy enferma y ella tuvo que salir de la ciudad sin poder despedirse de nadie.- Mamá, ¿Puedes salir por favor?
-Claro hijo, voy a ir a preparar chocolate caliente, mientras tanto, acomódense y pónganse al día con lo que acontece en su vida.- Salió de la habitación y cerró la puerta por lo que Alex aprovechó y le puso el seguro.
-¿Por qué no me dijiste que te ibas?.-Preguntó rápidamente, tomando a Peyton desprevenida.
-Lo siento, Eider no tuve tiempo de decirte, debes entenderme, no podía dejar a mi abuela sola en esta situación. Sabes que ella no tiene a nadie más.
-Lo entiendo, además no me llames Eider, sabes que prefiero que me digas Alex nunca más vuelvas a irte sin despedirte¿Si?.-Enarcó las cejas mientras se acercaba lentamente a ella. dejando uno pocos centímetros que los separaban.
-Si...Alex.-Respondió temblorosa, estaba teniendo un montón de sensaciones en ese momento, y pudo vivir en carne propia ese extraño hormigueo que mencionaban en los libros, como mil mariposas revoloteando en su interior.
Eider se acercó más, a tal punto de juntar sus frentes y sintió algo que jamás había experimentado, anhelo. Quería besarla, quería hacerlo hasta el cansancio, hasta que se les acabara el aire, pero no era lo suficientemente valiente como para hacerlo.Se hacía preguntas como ¿Que pasaría si eso arruinaba su amistad?¿A caso estaba dispuesto a destruir una amistad de hace muchos años solo por un simple beso? La respuesta era no, era un cobarde. Pero ella no, ella estaba decidida a tener a ese chico que tanto había deseado, quería besarlo y iba a hacerlo.
Lentamente unió sus labios con los de él, convirtiéndolos en uno solo, sus bocas encajaban a la perfección, él dudó un momento en seguirle el beso, pero luego se deshizo de sus pensamientos y se dejó llevar.
La sostuvo suavemente de la nuca, para profundizar el beso, y mordió su labio inferior consiguiendo que esta soltara un gemido de placer y aprovechando que abrió levemente la boca introdujo su lengua.
La acomodó en su cama y se colocó encima de ella. La tomó de las muñecas y colocó sus manos encima de su cabeza. Separó sus labios por un momento para poder respirar.
-Te amo, Alex.- Este abrió los ojos como platos sorprendido ante aquella revelación, pero luego sus facciones se relajaron.
-Yo también te amo.- Dijo este, y no pudo evitar sonreír, volviendo a besarla, uniendo sus manos.
-Alex...- Habló Peyton.
-¿Mnnn?.- Preguntó este mientras continuaba besándola.
-Alex, para.- Eider se separó de Peyton, totalmente confundido.
-¿Qué pasa?¿A caso te hice daño?¿Te lastimé?.-Preguntó preocupado.
-No tonto, mira nuestras manos.- Eider miró sus manos unidas a las de Peyton y abrió los ojos como platos al ver lo que pasaba, sus manos estaban brillando de un rosado pastel, era una luz tenue, y cuando la observabas te transmitía paz.