-Peyton Colt:
Todo en mi vida era normal, hasta que un día eso cambió y no para bien, todo lo contrario, mi vida se arruinó por completo desde que supe que Patrick Colt era mi padre y que su familia tenía la extraña tradición de que al cumplir la mayoría de edad, sus hijos serian sometidos a un juego llamado Todo o Nada, el cual consistía en que tendríamos que ir a una cabaña, la cual seria vigilada por 'Los jefes' que así les llaman, aunque nadie tiene idea de quienes son. ¿Soy la única que piensa que es estúpido? .En esta cabaña estudiarían nuestro comportamiento y nos harían una serie de pruebas. No se por que pero me suena a Maze Runner la cual debo recalcar es mi película favorita. ¿Irónico no?
En este momento me encuentro preparando mis maletas para dirigirme a esa estúpida cabaña, la cual según mi padre es ahora mi hogar.
-¡Hija, ¿Estás lista? !- Grita mi mamá lo cual hace que agarre mis maletas ya listas y salga de mi habitación, pero no sin antes observarla y recordar todo lo que pasé aquí y todos los retratos que la adornan, en especial el poste gigante de Dylan O'brien.
Salí y cerré la puerta tras salir del cuarto, bajé las escaleras y me sorprendí al ver que mi hermano Nick me esperaba sentado en el sofá y debo recalcar que no lo había visto hace casi dos años.
Se levantó del sofá y me sonrió o eso intentó porque lo único que le salió fue una mueca.
-Hola Pey, cuanto tiempo sin verte.- Dijo dándome un abrazo acogedor.
-Si, ha pasado mucho tiempo Nick y en ese tiempo mi hermano ni siquiera se dignó a llamarme.- Dije enfatizando la palabra hermano.
-Lo siento, pero no me permitían usar el teléfono, ya sabes, ahí... ¿Papá te lo contó cierto?
-Si... Pero ese no es el caso, ¿Cómo has estado? ¿Te han tratado bien?.- Pregunté mientras buscaba algo de comer en la alacena.
-Si, es un poco difícil, pero a veces es genial y muy divertido.- Intentó sonreír, pero esa fue otra sonrisa que se fue por el caño.
-¿Ah sí? Pues dícelo a tu cara porque creo que no se ha enterado.- Lo miré con preocupación mientras él se pasaba las manos por el cabello, eso solo significaba que las cosas iban a ser muy malas.
Me jaló el brazo y nos dirigimos a la habitación de mi madre. Nos adentramos a ésta, consumiéndonos en un silencio, hasta que empezó a hablar.
-No tienes idea, es horrible... Las pruebas que hacen... Es como si se apoderaran de todos tus sentidos, como si no tuvieras control sobre ti...Tengo miedo Pey, tengo miedo de que esto te suceda a ti, no lo soportaría...- Comenzó a caminar de lado a lado, enredando sus manos en su cabello.
Lo agarré por los hombros y lo miré a los ojos.
-Tranquilo, estaré bien, no te preocupes, además tendré al hermano más maravilloso y genial a mi lado.- Le sonreí y le di un gran abrazo.
-Te quiero Pey.
-Yo también te quiero Nick.- Y al decir esto salimos de la habitación, recogí mis maletas y me dirigí a la salida, ahí encontré a mi madre, quien me miraba con una sonrisa triste adornando sus labios.
-Hija, ¿Por qué tardaste tanto?.- Preguntó ésta mientras colocaba sin manos en mis brazos.
-Es que estaba hablando con Nick, ya sabes, hace mucho que no lo veía.
-Si, te entiendo. Te quiero hija... Nunca lo olvides.- Me dijo mientras me abrazaba.- Toma.- Me pasó un colgante de esos que se abren colocándolo sobre mi mano.- Pertenecía a tu abuela, quiero que lo guardes y siempre lo mantengas contigo, ¿Oíste?.
-Si...- Iba a continuar hablando, pero mi padre me interrumpió.
-Ya, dejen de lado sus cursilerías y vámonos.- Empezó a caminar hacia su auto, yo lo seguí y luego siguió mi hermano.
Nos subimos en el auto y mi padre empezó a conducir, el camino estuvo silencioso, yo solo me dediqué a mirar por la ventana todo el paisaje que nos rodeaba, era hermoso.
Seguí mirando hasta que nos detuvimos en frente de una mansión, ¿Cómo es que a esto se le puede llamar cabaña? Mis ojos color verde esmeralda se deleitaron al ver tal preciosura, era gigante. Mi padre se bajó y después le siguió mi hermano, mientras yo todavía me encontraba en un estado de shok.
-¿Es que no piensas bajar?- Gritó mi padre, yo solo me dedique ha fulminarlo con la mirada.
Me bajé del auto y comencé a caminar detrás de ellos, el portón que dividía la cabaña se abrió dándonos paso, al entrar lo único que pude hacer fue abrir mucho los ojos sorprendida, esto era más grande que todas las casas de mi pueblo juntas, seguimos caminando hasta que llegamos a la puerta, ahí nos esperaba una mujer que solo se dignó a decirnos:
-Bienvenidos a la cabaña Thomward.