Estoy sentada detrás de mi escritorio con las palmas de las manos puestas sobre la madera de caoba. Siempre me enfermaba esta oficina, saber que aquí, Ethan y Caroline, vivieron su apasionante amor. Pero ahora tengo a Jonathan frente a mí, mirándome retadoramente. Causándome la misma sensación de irritabilidad.
Es increíble cómo este hombre ha cambiado de la noche a la mañana. Cuando llegué a la firma insistía en mostrarme su manejo, e, incluso, llegó tan lejos como proponerse mi mano derecha. Sin embargo, ahora está aquí, retando mi autoridad y comportándose como un verdadero cerdo. Si este hombre fue el mentor de mi esposo, ahora comprendo que, muchas de sus acciones más viles, debió aprenderlas de él. Decepcionante.
—¡No vamos a defender a ese hombre! No hay modo de salvar a un hombre que es muy probable que sea culpable, por no decir que lo es —dije alzando mi tono de voz más de lo normal—. ¿Es que acaso no me hago entender?
—Nuestro cliente no es culpable, ¿quién puede culparlo por querer tener perros que protejan su propiedad? —dice Jonathan con una sonrisa sarcástica dibujada en su boca. Detestable.
—No es nuestro cliente. Su esposa interpuso una demanda de agresión a tan solo un mes de su muerte, sus padres dicen que la golpeaba, incluso, hay un video y fotografías. Honestamente, no merece la libertad.
—Esta no es tu fundación en la que vamos juzgando a los hombres que golpean a sus mujeres, el hecho de que sea un patán no lo convierte en asesino. Fueron los Dóberman, son perros no muy fieles, son inestables. Se dice que hasta llegan a desconocer al dueño, y ella no era precisamente la dueña, era él.
—He dicho que no, Jonathan, no insistas más —este hombre que alguna vez considere justo estaba decepcionándome.
—Mira, Elena, yo tengo tanto derecho como tú de decidir que clientes tomar y cuáles no —por un momento guardo silencio y me obligo a mirar a Nick quien es el abogado que Jonathan ha pedido se haga cargo del caso.
—Jonathan, este es un caso en el que no se ganará, él realmente es un asesino, las pruebas, testimonios todo está en su contra. Además, ¿por qué poner en libertad a un asesino? ¿No se supone que defendemos a los buenos de gente mala sin escrúpulos?
—¿Quién es bueno o quien es malo? La mujer se acostaba con su chofer.
—Lo siento, Jonathan, pero hay pruebas de que, él, habló con el entrenador para que le enseñara las órdenes de ataque específicas a matar —Nick habla a mi favor y se lo agradezco. A pesar de que nunca trate a Nick ni a Oliver antes de que Ethan muriera, siempre intentan apoyar mis decisiones. No me siento tan sola y aterrada si por lo menos ellos me dan su apoyo.
—Si ganamos este caso tan complicado nos dará una muy buena publicidad, Elena. Comprende que este negocio es una empresa lucrativa no una fundación. ¿Quieres defender a las mujeres de asesinos y golpeadores? Hazlo en tu fundación. Pero aquí debemos defender a todos por igual, aquí pagamos las cuentas con nuestro trabajo, no dependemos de donaciones. ¿Cuál es la parte que no entiendes, Elena? No comprendo por qué cuestionas mis decisiones, Ethan jamás lo hizo, nunca interfirió con mi trabajo.
—El que no comprende eres tú, Jonathan, Ethan está muerto, ahora yo tomo sus decisiones —hablo lo más tranquila que puedo conteniendo las lágrimas a consecuencia de las cosas tan duras que ha dicho. Este hombre me ha querido pisotear, menospreciando mi fundación.
—¡Esta no es tu maldita fundación! No solo tú puedes decidir aquí, también los socios y yo soy uno de ellos. ¡No estoy de acuerdo con tus decisiones!
—No vamos a defender a un hombre que de verdad es un asesino, va en contra de los valores de nuestra firma y del propio Ethan quien siempre se inclinó por defender aquellos que en verdad estaban siendo culpados injustamente, así que no me vengas con la mentira de que siempre estuvo de acuerdo contigo porque no es así.
—¡No seas hipócrita! Durante cuatro años viviste del dinero que se te hacía llegar, y era dinero de delincuentes que pagaron por defenderlos.
—Jonathan tranquilízate —sugiere Oliver con voz conciliatoria.
—¡Oliver y Nick salgan de la oficina! —ordeno.
Espero a que se retiren y cierren la puerta, antes de comenzar a discutir de verdad con Jonathan, no iba a permitir que me humillara más frente a mi personal.
—Escúchame bien, Jonathan, tal vez a ti y a otros no les agrade lo que yo decido o hago, pero soy la socia mayoritaria así que pueden sentirse libres de venderme sus acciones y largarse a formar su propia firma y vender su maldita alma al diablo, pero yo mando aquí. Piénsalo muy bien y has lo que mejor te convenga.
—Estás equivocada si piensas que tienes la razón, eres inexperta, fui la mano derecha de Ethan, su maestro, si él logró algo en esta vida fue gracias a mí. Él siempre me escuchó, pero tú te rehúsas a mis consejos.
—Ethan ya no está aquí y todos somos distintos.
—Él tenía razón, es imposible razonar contigo, ahora comprendo sus acciones —eso había sido un golpe bajo, pero no respondería a sus ofensas.
—¡No lo defenderemos! Es mi última palabra. Ahora, retírate y cierra bien la puerta tras de ti.
Jonathan sale furioso. No le quito la vista hasta que lo veo entrar al elevador. Hasta que las malditas puertas se cierran. Nuestras miradas se cruzan y pienso, pienso…
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Editado: 28.02.2022