Mi hermano y yo, hemos estado siguiendo a Nick desde que salió temprano del trabajo, sabemos que hoy como cada fin de mes, hace un retiro al banco y luego se acerca a esta zona de la ciudad. Nick, mi buen amigo, cometió la estupidez que muchos hombres cometemos. Se enredó con una mujer, pero a diferencia de mí, lo hizo con una mujer a la que conoció en un bar. Una prostituta.
Mantuvieron un amorío de seis meses o un poco más y cuando él quiso dejarla, ella lo estrelló contra el piso. Tenía fotografías de ellos demasiado comprometedoras y lo estaba extorsionando. Nick tenía miedo de que ella se las diera a su esposa y ahora pagaba cada mes una suma considerablemente alta por su silencio.
―¡Qué pendejo! ―me burlo cuando nos detenemos a cierta distancia de su auto y lo vemos salir de él y tocar la puerta de su antigua amante. Ella se dedicaba a estafar a hombres ricos. En pocas palabras, mi antiguo amigo no era el único imbécil que le daba dinero a cambio de su silencio. Bueno si es que puedo llamarlo amigo, porque a estas alturas no sé quién es amigo y enemigo.
―¿Lo dice el pendejo que dejó a su esposa por su mejor amiga? ―Mi hermano me recordaba mis fallas de una manera no muy amable.
―Me muerdo la lengua ―dije.
―Ya entró ―me dice él llamando mi atención. Pues estaba mirando mi móvil en lugar de al imbécil de Nick.
―Ahora voy yo. ¡Dame mis herramientas de trabajo!
Voy vestido de mecánico, por si las dudas. Con botas, overol y gorra.
―Ten cuidado ―me advierte. Sé que lo hace por nuestra madre. No, miento. También lo importo, él es un buen hombre. Tiene un gran corazón. Así que solo asiento en su dirección.
―Estás seguro de que no está trabajando para Jonathan.
―Seguro, ha comenzado a vaciar la cuenta bancaria de su hija.
Suspiro de pesar. No puedo creer que ese tonto haya expuesto así su matrimonio. ¡Por una prostituta! Su hija era lo más sagrado que él y su esposa tenían. Niego con la cabeza antes de salir del auto. Camino hasta el coche de Nick y con la barra que llevo, abro la puerta trasera del coche y subo. Me escondo y espero a que vuelva.
Sacó mi móvil y mando un mensaje de Gianni.
«¿Cómo está mi esposa?».
«Ya no es tu esposa. Y no lo sé. Estoy con un amigo en un bar».
«¿Crees que debería invitarla a salir?»
No bromeo y ella me conoce lo suficiente para saberlo.
«No. ¿Qué le dirías? Se supone que no la conoces».
«Invítala por mí».
Replico. ¿Por qué nadie comprendía que muero por ella?
«¿Por qué debería?».
«Porque la extraño, quiero saber de ella, quiero verla de cerca. Hablarle».
«No puedes. Ya hablas con ella».
Pero yo no quiero hablarle así, quiero ser su amigo.
«Quiero hablarle como un amigo. ¡Mierda estoy llorando y de mal humor!».
Es verdad, tengo problemas con mis emociones. Luego de mi secuestro, me altero con facilidad.
«¿Cuándo?».
«Hoy».
«¡Ethan!».
«¡Por favor!».
Ella no me responde más, miro la maldita pantalla… comienza a escribir otro mensaje cuando ella me responde al fin.
«Está bien, lo haré».
Rápidamente, borro lo que había escrito y, en cambio, le escribo…
«Dame tu ubicación y espera a que llegué ahí».
Escucho que alguien se acerca guardo el móvil y me preparo. Nick entra al auto, lo enciende y comienza a manejar. Se detiene en un alto y se entretiene encendiendo la radio. Esa es mi oportunidad, salgo de mi escondite y lo amago, por el cuello con un brazo y con la otra mano apunto mi arma a su sien.
―¡¿Qué demonios?! ―grita forcejeando.
―Nick, Nick, Nick… Mi viejo amigo…
Él me mira por el retrovisor, pero, aunque intenta reconocerme no lo hace.
―¿Juego de bolos? ―nos conocimos en un juego de bolos ―Nick abre la boca y jadea. Bajo el arma de su sien, pero todavía estoy apuntándole por detrás de su asiento. El semáforo cambia a verde.
―Estamos en verde ya, Nick.
―Ethan…
Le doy una media sonrisa antes de decirle:
―¡Buuu!
Nick gira medio cuerpo para mirarme mejor, me he recargado en el sillón completamente, pero todavía estoy apuntándole, y él lo nota.
―Vamos a dar un paseo así que no me mires si no quieres tener un accidente.
Él se gira de nuevo hacia el frente y comienza a avanzar.
―¡Mierda! ¿Qué te sucedió? ¿Por qué…?
―¡Háblame de Jonathan y de tu ardiente jefa!
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Editado: 28.02.2022