STILES
Aire, sentía que me faltaba el aire, mis pulmones ardían y amenazaban con explotar en cualquier momento, pero no podía parar, no cuando la vida de mis cachorros estaba en riesgo.
No se cuanto tiempo habré estado corriendo, pudieron ser segundos, minutos o incluso horas; pero mi determinación no permitía que me detuviera. No podía detenerme cuando estábamos tan cerca de ser libres.
Debíamos huir, debíamos salvarnos. Pensé que nos quería, que nos salvaría; pero todo era mentira, sus golpes en mi piel aún dejan marcas, mis niños jamás serían tocados, no mientras yo viva.
DEREK
La soledad del loft fue algo que jamás me incomodó, luego de la muerte de mi familia en aquel incendio la soledad y la ira fueron mis amigas y parte de mi.
Esta mañana mi lobo despertó inquieto, luego del incendio casi nunca se presentaba, pero esta mañana fue diferente. Su insistencia para ir al bosque fue grande y no dejaba de aullar ansioso por salir y buscar eso que lo tiene tan preocupado.
El silencio del loft ahora era abrumador y muy sofocante, mi cabeza retumbaba como si fueran latidos de un corazón agitado. Mi lobo se sentía protector, la necesidad de proteger a alguien se hacía más fuerte en cada momento.
El silencio del loft fue detenido por Peter, nunca había apreciado tanto el hecho que mi tío perturbara mi paz como ahora.
—mi querido sobrino — se sentó a mi lado
—Peter
—¿Qué te pasa?, tu lobo está inquieto — me pregunto, la habilidad de Peter de poder detectar emociones en nuestros lobos había sido algo que sorprendió a muchos y me hizo recordar tiempo atrás cuando me ayudaba con los problemas de mi lobo durante la muerte de Paige
—Desde que desperté mi lobo ha estado así, no entiendo lo que me pasa — le dije dejando mi libro en la pequeña mesa que estaba al lado del sofá — solo se que tiene la necesidad de proteger a alguien
—Puede ser por muchas cosas — dijo, pero ambos miramos a la dirección al bosque al sentir como tres seres sobrenaturales entraban al territorio — intrusos — dijo, pero mi lobo se desespero por llegar a esa parte del bosque
Me transforme en lobo y corrí hacia la frontera del pueblo donde mi lobo podía sentir a los intrusos, Peter estaba solo a unos metros detrás de mí gritando mi nombre, pero no podía detenerme, mi lobo no quería detenerse.
Mientras más me acercaba, mi sentidos podían escuchar 3 latidos, uno de ellos era rápido mientras que los otros dos parecían casi inexistentes lo que preocupó aún más a mi lobo.
Mis ojos miraron a un chico desesperado, con rastros de sangre y sucio corriendo por el bosque; mi lobo lo siguió y en pocos segundos nos encontramos, sus bellos ojos whisky, su cabello castaño y su cara que aun manchado se podía apreciar la blanca piel.
Mi lobo aulló en angustia por lo demacrado que se veía, mi corazón se detuvo al escuchar pequeños sollozos, no eran de un adulto, era el llanto de un niño y no solo uno sino que dos.
—Por favor — su voz suave, pero quebrada ha sido un dolor para mi lobo, la angustia de mi tío a mis espaldas me decía que no era el único — ayuda…. mis bebés — sus ojos se desorientaron y cayó al suelo de cara con una mochila en la espalda, parecía ser una de esas para mascotas
Ambos nos acercamos, Peter le quitó la mochila al desconocido donde habían dos pequeños lobos que lloraban, les mostré mis ojos rojos y ambos lobos se empezaron a transformar en niños, en un rápido movimiento abrí la mochila y ambos niños salieron, no parecían ser mayor de tres años.
—Toma a los niños, debemos llevarlos a un lugar seguro — dije tomando al castaño en mis brazos — estaban huyendo de algo y no debe estar muy lejos
—es una chispa — dijo mirando al chico en mis brazos — la magia brilla en él, pero es débil — con ambos niños en brazos de Peter y con el desconocido en mis brazos llegamos a la mansión de la manada
Llegamos a la mansión y varios chicos de la manada estaban ahí, Lydia era una de ellas que al vernos gritó asustada y fue por el botiquín de la casa.
—¿qué pasó, quiénes son? — pregunto mirando a los heridos — miralos son niños
—llegaron a la frontera, parece que escapaban de alguien o algo — dije mirándola
—deben ser protegidos — dijo mirando a los niños — los niños tienen fiebre, deben ser atendidos por Melisa o Deaton
—ve a llamarlos, están mal y sus pulsos bajan — dije y ella salió buscando su celular
Deaton no tardó mucho en llegar junto a Melisa, la mujer jadeo asustada al ver a los niños en ese estado. Deaton se apresuró al castaño para poder revisarlos. Saco muchos frascos de colores y los empezó a mezclar.
—deben salir — dijo
—¿que?, no, no me iré — me negué, mi lobo se negaba a irse y no tener a la vista a los tres
—tienen que irse — dijo, me iba a negar, pero Peter me sacó de la habitación
Ambos nos quedamos en la sala esperando cualquier información, mi lobo necesitaba verlos, saber que estaban bien y que no corrían peligro.