El ruido de una puerta cerrándose me despertó. Me removí entre las sábanas tratando de abrir los ojos. Lo primero que vi fue el techo, después, el lado de la cama vacía. Los recuerdos de anoche me invadieron de golpe. Esa no era mi cama, esa no era mi habitación, ese no era mi departamento. Me senté de golpe y analicé la situación.
Yo, desnuda, cubierta por las sábanas, el ruido de la regadera abierta.
—Esto no puede estar pasando —me reproché cubriéndome el rostro con las manos.
¿Qué fue lo que hice? Mas bien ¿Por qué lo hice? Yo, según tratando de ser una mujer valiente, me dejé llevar a la primera y justamente con quien me dije que no lo haría, o sea, Axel. Él, que era conocido por conquistar chicas para pasar sólo una noche, y yo caí, yo no me pude resistir.
—Buenos días, linda. —Volteé a la puerta del baño y Axel estaba parado mirándome, con una toalla en la cadera y el cabello mojado.
—Tengo que irme. —Fue lo único que dije después de varios segundos.
Me puse de pie rodeándome con una sábana y empecé a tomar mi ropa del suelo.
—Hey, tranquila, no hay prisa. —Puso una mano en mi cintura haciéndome dar media vuelta y me besó.
No podía negar que ese beso me gustó, ¿pero en qué estaba pensando? Eso era una maldita broma, no podía estar pensando que me gustaban sus besos. ¡Era solo un juguete de una sola noche! Y aunque lo sabía, caí en su maldito juego.
—No, detente —dije entre besos. —Tengo que irme. —Lo hice a un lado y corrí al baño.
Me quedé ahí, quieta, tratando de recuperar el aliento. Entre reproches me vestí y cuando estuve lista abrí cuidadosamente la puerta del baño. La recámara estaba vacía. Salí y caminé por un pequeño pasillo, al llegar a la sala vi a Axel recostado en un sofá.
—¿Ya te vas? —preguntó sin mirarme.
—Creo que esto fue un error —contesté con la voz temblorosa.
—Fue de todo, menos un error. —Se acercó lentamente hacia mí.
—Sé que esto fue de una sola noche, no quieras engañarme. —Alcé mi mano para que no avanzara más.
—Si tú quieres, esto puede seguir pasando, más de una noche, es más, todas las noches. —Levantó ambas cejas dos veces y la sonrisa no se le quitaba de la cara.
No respondí nada y corrí a la puerta. Salí de ahí y caminé sin rumbo. No supe cuánto tiempo me la pasé deambulando, pero cuando me cansé tomé un taxi y llegué al departamento.
Por un lado, me sentía muy culpable. Axel Verona sin duda era de esos que jugaban con las mujeres, que las veían como un premio para cada noche y yo fui una de ella. Pero por el otro lado, me gustó, realmente me gustó, pero sé que no hice lo correcto.
—Hey, hola —saludó Lauren sentada en el sofá con una taza de café y con las ventanas cerradas.
—¿Por qué tan oscuro?
—No soporto la luz, tengo un dolor de cabeza horrible.
—No me sorprende —caminé hasta mi habitación.
—Espera. —Se quejó por su rápido movimiento—. ¿Dónde estabas? Me asusté cuando no te vi.
—Ah… yo…. —titubeé. Entrelacé mis manos y miré para todos lados buscando una excusa.
—Dime la verdad, ¿dónde estabas?
—Estaba con Axel —me rendí y le dije la verdad mientras agachaba la cabeza y miraba el piso.
—¿Con Axel? Pero él estaba en la fiesta anoche.
—Vino después por mí
—Y… ¿dónde estuvieron?
—Tengo que ir… espera, ¿qué horas son?
—Las once.
—¡¿Las once?! —Golpeé mi frente con mi mano—. Tenía una reunión de trabajo a las nueve, ¿cómo la pude olvidar?
—Oh, sí, vino un tipo a buscarte.
—Sí, Alan le pidió a un amigo que viniera a recogerme para llevarme a RecordVideo, soy una tonta, sabía que no debía ir con Axel —seguí cubriéndome el rostro con mis manos.
—¿Era algo importante?
—Iba a ver la posibilidad de trabajar con ellos para una marca de ropa y quería aprovechar para pedir trabajo como maquillista —me senté en la mesa.
—¿Y si los llamas? Les dices que tuviste un contratiempo y no pudiste llegar, si ellos te pidieron obviamente te darán otra oportunidad.
—No lo sé. —Mordía la uña de mi dedo índice.
—¿A dónde fuiste con Axel? —Retomó el tema principal.
—Lauren, realmente no quiero hablar de eso.
—Ay, por favor, Maggie, quiero saber.
—Iré a bañarme. —Prácticamente escapé hasta el baño.
Cuando salí recién bañada, vi a Lauren dormida en el sillón. Tomé el teléfono y le marqué a la licenciada Foster.
—Ann Foster, publirrelacionista de RecordVideo, ¿con quién tengo el gusto?
—Habla Margot Blake.
—Señorita Blake, la estuve esperando en la mañana, ¿está todo bien?