—¿Estás lista? En una hora pasaré por ti.
—Sí, sí, ya tengo todo, te esperaré abajo.
—¿Ya hablaste con Lauren?
—No, no me ha dirigido la palabra desde ayer.
—Bueno, ahorita me explicas mejor lo que pasó.
—Sí, sí, está bien. —Terminó la llamada.
Pasaron dos días desde la discusión con Lauren y no me atrevía a mirarla a la cara, me sentía muy avergonzada.
Alan iba a pasar por mí para ir al concurso de belleza donde nos contrataron. Quería decirle a Lauren que arregláramos las cosas entre ambas, pero me evitaba todo el tiempo, era como si estuviera enojada conmigo y me estuviera aplicando la ley del hielo. Realmente no entendía qué era lo que estaba pasando.
—Regresaré en la noche, muy tarde —le avisé.
—No importa a qué hora llegues.
—¿Ann Foster te ha llamado? —Rodó los ojos ante mi pregunta.
—¿Realmente te importa?
—Por supuesto que sí.
—¿No tienes que irte ya? —Se levantó de la mesa y se fue a su habitación.
Me quedé parada frente a la mesa, mirando la puerta que acababa de cerrar.
Cuando Alan llegó por mí me pidió una explicación, pues ayer en la madrugada le llamé en medio de una crisis pidiéndole ayuda.
Había veces en las que mi pasado se apoderaba de mi presente y entraba en una clase de crisis. Me sentía perdida, no sabía cómo había llegado hasta donde estaba y no sabía si realmente lo merecía. Es algo que me pasaba desde hace algún tiempo, pero nadie lo sabía. Normalmente me quedaba encerrada en mi habitación, llorando hasta quedarme dormida, pero esa noche no pude evitarlo y le pedí que me sacara de mi infierno.
—¿Cómo dormiste anoche?
—Bien, todo está mejor —me acomodé en el asiento cerrando la puerta.
—¿Qué pasó con Lauren?
—Sigue sin querer hablar conmigo.
—La que debería de estar así de ofendida eres tú, no ella, por las cosas horribles que te dijo.
—Yo entiendo por qué hace eso, cree que no me importa las cosas buenas que le pasen y le duele, por eso se pone a la defensiva —miré por la ventana al recorrer las calles.
—No, lo que pasa es que se quiere sentir superior a ti.
—No digas eso.
—Es la verdad, y creo que lo mejor es que te salgas de ese departamento, Lauren te puede contaminar con sus malas energías.
—¿Y a dónde pretendes que me vaya?
—Puedes venir a vivir conmigo, mi casa es lo suficientemente grande para los dos.
—Cómo crees, gracias, pero no te molestaría con algo así.
—Vamos, niña, a mí no me molestaría, me preocupo mucho por ti.
—Gracias, pero no es necesario.
—Está bien, pero cuando necesites algo, no dudes en llamarme. —Me miró de reojo.
—Te quiero.
—Y yo a ti, niña.
El evento fue un éxito, por supuesto, pero fueron muchas horas de estar de pie y la espalda me estaba matando.
En la mañana, mientras preparaba el desayuno, el teléfono sonó. Lauren seguía encerrada en su habitación, así que yo contesté.
—¿Hola?
—Habla Ann Foster, publirrelacionista de RecordVideo ¿me comunico con Margot Blake?
—Sí, ella habla.
—Buenos días, señorita Blake, hemos tomado una decisión y queremos hablar con usted, ¿puede venir esta tarde a las instalaciones de RecordVideo?
—Sí, está bien, en la tarde estaré por allá.
—La esperamos.
Terminé mi desayuno y me fui a dar una ducha. Al salir escuché voces que provenían de la sala, no le quise dar mucha importancia, pero escuché que mencionaron mi nombre.
—Margot no te quiere ver.
—Por favor, necesito volver a verla.
—Déjala en paz, mejor deberías de enfocarte en otras personas —dijo con un tono seductor.
—Me interesa hablar con ella, ¿podrías decirle que estoy aquí, por favor?
—Solo porque eres tú, lo haré, pero yo no soy la sirvienta de nadie.
—Qué amable eres.
Se escucharon pasos y luego tocaron a mi puerta un par de veces.
—Margot, Axel Verona te busca.
Me quedé helada frente a la puerta, lo que menos quería era verlo. Aunque sabía que no podía evitarlo, debía de hacerle frente.
—Hola, Axel —saludé tímida al llegar a la puerta principal.
—Margot, ¿por qué has evitado mis llamadas?
—¿Cuáles llamadas?