Al día siguiente empezamos otra vez a grabar los comerciales, pero ahora conmigo como protagonista. No podía evitar sentirme culpable y extraña por volver a ponerme en frente de una cámara.
Fue pesado, porque después de todo, yo tuve que maquillar a las demás modelos, Ann contrató a una ayudante, pero no tenía mucha experiencia, aun así, me ayudó en lo que pudo y eso se agradece.
Llegué al edificio por la noche, al terminar de subir las escaleras en nuestro piso, afuera de la puerta del departamento, vi un par de maletas. Mis maletas.
Intenté abrir la puerta, pero la llave ya no coincidió en la cerradura. Toqué un par de veces, pero nadie abrió.
—Lauren, soy Margot, ¿quieres abrirme? —pedí volviendo a tocar la puerta.
Parecía no querer ceder, pero no me iba a ir sin una explicación, así que toqué con más fuerza.
—¡Deja de golpear la puerta como loca! —gritó desde adentro.
—Pues si me abrieras y me explicaras qué hacen mis maletas afuera, dejaría de golpear.
Escuché cómo caminó hasta la puerta y la abrió.
—No quiero volver a verte, ¿entendiste? Te odio, no vivirás más aquí. —Cerró de nuevo dando un portazo.
Me quedé ahí unos segundos tratando de asimilar lo que acaba de decir. Tomé mis maletas y bajé hasta la recepción, donde llamé a Alan y cuando llegó le expliqué lo sucedido.
—Tranquila, sabes que no estás sola —dijo para consolarme mientras me abrazaba.
Me ayudó con las maletas y me llevó a su casa.
Axel tuvo varias presentaciones en los siguientes días, por lo que se nos hizo imposible vernos antes, mientras tanto, la campaña Dioni estaba avanzando más rápido cada vez y ya estaban ultimando detalles para mostrarla de nuevo a los ejecutivos.
No podía negar que sí me enojé con la licenciada Foster por prácticamente obligarme a modelar, pero en parte la entendía, para ella era muy importante y no tuvo otra opción. Alan estuvo siempre al pendiente de todo, pues sabía que me traía muy malos recuerdos.
Christian llegó a los camerinos, después de la junta. Si los ejecutivos aprobaban el proyecto, solo sería cuestión de distribuir los comerciales.
—Te tengo una buena y una mala noticia.
—Dime primero la buena.
—La buena es que Dioni aprobó la campaña. —Grité de emoción y chocamos las manos.
—¿Y la mala?
—Ann prometió que ya no te pediría que volvieras a modelar —rodó los ojos.
—Esa no es una mala noticia. —En el fondo eso me alegró demasiado.
—Para mí sí, yo quería seguir trabajando contigo, me niego a aceptar que dejes a un lado el modelaje.
—Bueno, pero lo importante es que seguiré trabajando como maquillista, contigo.
—Sí, ya tenemos varios proyectos encima, así que a trabajar.
La tarde llegó y Alan pasó por mí. Al llegar a su casa reconocí el coche que estaba estacionado afuera y a la persona recargada en él.
—Axel, ¿qué haces aquí? —pregunté al bajarme del auto de Alan.
—¿Por qué llamaste a este tipo —apuntó a mi amigo— cuando necesitaste ayuda en vez de a mí? —Se acercó, claramente estaba molesto.
—Oye, no le hables en ese tono —le regañó Alan.
—Tú no me temas en lo que no te importa —le empujó del hombro—, es algo entre ella y yo.
—Me meto porque Margot es mi amiga y no merece que le hables así —le empujó de la misma forma.
—Por qué vives ahora con él —exigió saber ignorándolo por completo.
—¿Podías dejarnos solos? —le pedí a Alan.
Tardó en aceptar, pero terminó entrando a su casa.
—Escucha, te hubiera llamado, pero estuviste ocupado con tus conciertos y no quise molestarte, Alan es mi amigo y se ofreció a ayudarme en lo que conseguía otro lugar en dónde vivir.
—No quiero que sigas viviendo con él, si necesitas dónde vivir, te llevo a mi casa.
—Pero, Axel…
—¿O qué? —Me interrumpió— ¿Prefieres vivir con él? Dime, si quieres terminar lo nuestro sólo dímelo. —Se acercó más hasta acorralarme contra su auto.
—No, no, no es eso, no quiero terminar contigo…
—¿Entonces? —volvió a interrumpirme— Tú, siendo mi novia, es más lógico que vivas conmigo a que con… tus amigos —dijo en tono despectivo.
—Tienes razón.
Entré a la casa y empecé a guardar mis cosas.
—¿De verdad vas a hacerle caso?
—Es mi novio, ¿qué quieres que haga?
—Pues termina con él.
—No voy a hacer eso, lo quiero.
—Margot, escúchame —me tomó por los hombros—, no tienes porqué obedecerlo, ¿recuerdas cuando me decías que no querías relacionarte con ningún hombre? Creí que lo único importante para ti en estos momentos era tu trabajo, y luego él…