Todo por no perderme

Capítulo 12

Dark Demons subía su fama de una manera increíble. Cada fin de semana tenían presentaciones en distintos lugares y eran aclamados por el público joven. Axel era el más emocionado por eso. Uno de sus sueños se estaba volviendo realidad y estaba muy contenta por él.

Después del gran proyecto con Dioni, muchas marcas llegaron a RecordVideo. Por lo que Christian y yo tuvimos mucho trabajo.

—Campaña Acasto.

—Concluida, está en edición.

—Comerciales Lavinia.

—Están por concluirse, faltan los últimos detalles.

—¿Y qué hay de Atlanta?

—En unos días programaré la junta con los directivos para presentar mi idea para el proyecto.

—Muy bien. —El licenciado Johnson terminó de hojear los papeles y los guardó en una carpeta—. ¿Algo más que quieran agregar antes de dar por terminada la junta?

—Yo quisiera decir algo —comentó Christian.

—Adelante. —El presidente y los demás presentes, prestamos atención.

—Para nadie es un secreto que Margot ha hecho más que el simple trabajo de una maquillista. Yo considero que ella merece más reconocimiento por su entrega en este bello arte, ya que a los clientes les ha fascinado el trabajo en el que ella ha participado.

Todos los licenciados voltearon a verme. Yo no sabía qué decir, Christian no me dijo que diría eso en la junta.

—Soy consciente de su dedicación, así que, ¿qué propones, Christian?

—Que sea nombrada mi asistente y, por ende, reciba un aumento de sueldo.

Quise gritar de la emoción, pero logré controlarme. Christian me miró y me guiñó un ojo.

—Estará en consideración, Christian —respondió la licenciada Russell, la directora financiera de RecordVideo—, pero no dude, señorita Margot, que su trabajo será reconocido.

La junta se terminó así que todos volvimos a trabajar. Yo le agradecí demasiado a Christian por lo que hizo, nadie antes me había reconocido tanto y me hizo muy feliz.

El domingo por la tarde estaba en la sala leyendo una revista, Axel había salido con los chicos de la banda a ensayar. Christian llegó por mí para ir a comer y conocer a Sandra.

—¿Estás nervioso? —le pregunté, ya que no dejaba de tamborilear el volante.

—Un poco.

—No tienes porqué, estoy segura que nos llevaremos muy bien.

Me sonrió y trató de calmarse hasta que llegamos al restaurante.

—Margot, te presento a mi novia: Sandra.

La joven de cabellos negros se levantó de su asiento y me extendió la mano.

—Un gusto. —Correspondí su gesto.

—Margot Blake, es un placer conocerte al fin.

—Gracias, lo mismo digo.

—He visto muchos de los certámenes en los que participaste y de verdad que te admiro.

—Qué linda, muchas gracias.

Después de la comida nos fuimos a un centro comercial, seguimos platicando y la verdad es que la chica era agradable.

—Alan, mira, una cabina fotográfica —apuntó a lo lejos—, vamos, ¿sí?

—Am, pero…

—Vayan —le interrumpí—, por mí no hay problema.

—Gracias, ¿me lo cuidas? —Sandra me dio su bolso y lo tomé.

En lo que los enamorados se tomaban sus fotos, yo miré por la vitrina de una joyería. Una persona salió de la tienda y chocó conmigo. Los bolsos que traía en el hombro cayeron, pero ni siquiera se detuvo a disculparse o algo por el estilo.

Al levantar el bolso de Sandra, se abrió y salió una bolsita con un contenido verde. Rápidamente levanté todo y lo guardé de nuevo. Me fui a sentar a una banca para volver a abrir los bolsos. No era tonta, tal vez estaba alejada de muchas cosas, pero sabía exactamente cómo lucía una droga.

Ellos regresaron y yo actué como si nada hubiera pasado. Después de un rato, primero lo acompañé a que dejara a Sandra a su casa y después Alan me llevó a la mía.

—Y… ¿qué te pareció?

—Es una linda chica.

—¿Verdad que sí? Me alegra que se llevaran bien. —Lo miré de reojo y se notaba que estaba muy contento.

—Tengo que decirte algo —comenté con cierta pena.

—Sí, claro, ¿de qué se trata?

—Tú… ¿Qué dirías si te dijera que cierta persona consume… drogas?

—Oh, por Dios, Margot, ¿te metiste en eso de las drogas?

—¿Qué? ¡No! Yo no soy la consume drogas.

—Es por culpa de Axel, ¿verdad? Él te obligó…

—¡Yo no soy la que consume drogas! —lo interrumpí—. Axel jamás haría algo así.

—¿Entonces de quién hablas?

—De Sandra.

El carro se detuvo de golpe.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó volteando a verme con el ceño fruncido y algo de enojo reflejándose en su voz.




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