Los días se pasaban tranquilos, no hacía más que quedarme en cama. Alan tenía mucho trabajo y me invitaba a ayudarlo, pero siempre lo rechazaba por falta de ánimos.
—Si te quedas más tiempo en esa cama se quedará marcada tu silueta.
—Déjame, ¿quieres? —cubrí mi cabeza con las sábanas.
—Margot, realmente me estás preocupando. —Se sentó al costado de la cama.
—Estaré bien, solo necesito tiempo para recuperarme.
—Tengo una idea. —Se levanta de la cama para quitarme las sábanas de encima y empezó a hurgar en mi armario—. Ve a bañarte y después te pones esto —me mostró un vestido azul, cómodo y fresco para la temporada.
—¿Por qué?
—No preguntes, solo hazlo. —Me tomó de las manos y me levantó de la cama—. Rápido, te estaré esperando abajo.
Hice lo que me indicó. Terminé de arreglarme y al bajar no me dijo nada, simplemente me llevó en su auto hasta el centro comercial.
—Lo que a ti te hace falta es un pequeño cambio, una renovación —me miró emocionado.
Primero fuimos a comprar ropa, pasamos de tienda en tienda tomando toda prenda bonita que él escogía para mí. Después entramos a un spa, eso fue lo más relajante que había tenido en mucho tiempo. También me animó a un cambio de look en un salón de belleza, donde cortaron mi cabello y lo tiñeron de un tono más oscuro. Al final del día paramos en el área de comida donde compramos sushi.
—Te ves hermosa, niña.
—¿De verdad lo crees? Me siento muy extraña.
—Realmente lo creo, ¿te sientes mejor?
—Sí, sí, me siento más tranquila y relajada, creo que fue por el masaje en el spa.
—Ya te hacía falta un día así.
—Yo creo que sí.
Poco a poco empecé a hacer más productivos mis días, por lo menos traté de crear una rutina para no quedarme siempre en cama y ayudé a Alan en algunos eventos.
—¿Has sabido algo de Lauren? —le pregunté.
—Sigue en pasarelas, ¿ya no han hablado?
—No, desde que me echó del departamento no he vuelto a verla ni a saber de ella.
—Ha salido en varias notas de revistas, ¿no las has leído?
—La verdad es que no me gusta comprar revistas, además me enteré de que también hablaron mucho de mí.
—Uy, sí, sí que han hablado de ti.
—No importa, no debería de importarme lo que la prensa diga de mí, es más no debería de importarme lo que los demás digan de mí.
—¡Así se habla, niña! Dame esos cinco —Levantó su mano para chocarla conmigo.
Después de más de cuatro meses, con todo el apoyo de mi mejor amigo, ya me sentía como otra persona. Las energías volvían a mí y ansiaba sentirme viva nuevamente. Dejé mis temores a un lado y seguí hacia adelante, ya nada podía detenerme.
Christian fue el más contento con mi decisión de regresar a RecordVideo, después de todo, el licenciado Johnson comprendió el porqué de mi renuncia y me dejó volver sin trabas. Seguí explotando mi lado creativo y se sentía realmente bien.
Alan estuvo siempre al pendiente de mí para recuperar mi peso, procuraba que comiera a mis horas y los fines de semana hacíamos ejercicio. Si no fuera por él, no sé qué hubiera sido de mí.
—Hola, Margot —Alan me saludó con un beso en la mejilla—. ¿Cómo te fue hoy?
—Axel apareció en RecordVideo —solté sin rodeos.
—¿Qué? ¿Se atrevió a ir a buscarte a tu trabajo?
—Quería hablar conmigo, hizo un escándalo, los de seguridad lo sacaron y le prohibieron el acceso a la empresa.
—Hay que ir con la policía para ponerle una orden de restricción.
—¿Crees que ayude en algo?
—Es una forma de protegerte, puede venir hasta aquí y querer llevarte consigo.
—Me pregunto por qué no lo había hecho antes, es decir, supongo que sabe que vivo contigo, ¿por qué fue a RecordVideo y no aquí?
—Niña, no te atormentes con esas preguntas, ¿quieres? No vale la pena.
—De acuerdo, tienes razón —traté de sonreír.
Tenía claro que no debía de obsesionarme con la idea de que Axel tramaba algo para que volviera con él, pero siempre me pareció muy extraño su comportamiento. Intentó volver a entrar a la empresa, pero por suerte nunca lo consiguió.
Los días pasaron y de vez en cuando llegué a recibir un ramo de flores en la casa de Alan. No traían tarjeta, pero sabía bien que eran de Axel.
Salí temprano de casa a tomar un taxi para ir al trabajo, mientras esperaba, alguien me abrazó desde atrás impidiéndome liberarme.
—Hola, cariño, ¿me extrañaste? —Habló Axel muy cerca de mi oído.
—¿Qué quieres, Verona? Será mejor que me sueltes —lo amenacé mientras seguía forcejeando
—¿Qué pasó con esa manera de hablarme? Yo solo quiero que vuelvas a casa, de donde nunca debiste de haberte ido.