Todo por no perderme

Capítulo 29

Después de terminar la campaña con Morgana todo parecía ser normal hasta que entré a recepción y Lauren estaba ahí… esperándome.

—Contigo es con quien quiero hablar —me apuntó con el índice y con ojos acusadores.

—¿Qué haces aquí?

—¿Crees que te iba a dejar salirte con la tuya otra vez? No, Margot, ya deja de quitarme lo que me pertenece. ¡¿No estás satisfecha con tu vida y por eso buscas quitarme las oportunidades?!

—No grites, por favor. —Traté de acercarme a ella, pero retrocedió—. Yo nunca he intentado quitarte nada.

—¡Te odio! ¡Maldigo el día en que te conocí! ¡Ojalá te mueras!

Intentó golpearme, pero el de seguridad la detuvo y la tomó de la cintura para sacarla del edificio.

— ¡Yo jamás intenté quitarte nada! —Traté de convencerla por milésima vez, pero estaba tan dolida que el sufrimiento se le veía hasta en los ojos.

—¡Tú disfrutas el verme sufrir! ¡Acéptalo de una vez!

Poco a poco vi cómo el guardia se la llevaba ante su voluntad.

—¿Se encuentra bien, señorita Blake? —me preguntó la recepcionista.

—Sí, todo está bien, gracias.

Lauren fue la primera persona que pude considerar como amiga. A pesar de su temperamento tan inestable, jamás podría pensar en hacerle daño o hacer algo a propósito en su contra. Ella y yo éramos iguales en una cosa: estábamos solas. Lamentablemente ella tomó decisiones equivocadas que la llevaron por un mal camino, tal vez yo pude hacer algo más por ella, tal vez debí quedarme, aunque dijera que me odiaba y tal vez pude haberla cambiado de parecer, pero ya era tarde.

A los pocos días se dio a conocer la terrible noticia de que Lauren fue encontrada muerta en su departamento.

A las pocas semanas supimos que dieron con el culpable, Robert O’Donnell, quien era uno de los ejecutivos de Morgana; el mismo con el que Lauren se acostaba para que le consiguiera buenas oportunidades dentro de la marca. Se dice que tuvieron una muy fuerte discusión porque Lauren le reclamó al no estar dentro de la campaña del valor de la mujer y fue un impulso, un error, su condena.

Tardé mucho en asimilar toda la situación. Lauren, esa chica extrovertida, fiestera, divertida, caprichosa y vanidosa que alguna vez llegué a considerar mi amiga ya no estría más en este mundo.

—No entiendo por qué te sientes tan mal, ella te amenazó, ella es la que quería verte muerta.

—Lo sé, Jon, pero en el fondo, muy en el fondo, ella me necesitaba, estaba sola, no tenía verdaderas amigas, no tenía el cariño verdadero de sus padres.

—¿Ahora la justificas?

—No, claro que no, ella tomó el camino equivocado, se llenó de rencor, envidia y odio, no quiero imaginar lo mal que debió pasarla. Una vida muy triste.

—Entiendo. —Se sentó a mi lado y tomó mi mano.

—Yo me siento muy afortunada de las personas que he conocido, de haberte conocido.

Me sonrió tiernamente y me envolvió en sus brazos.

*

—Es viernes, acepta ir a mi casa a pasar un buen rato.

—No lo creo. —Me levanté del sofá por más café.

—Vamos, si quieres puedes invitar a Alan, solo quiero que te distraigas un momento. —Jon me siguió hasta la cocina.

—Alan saldrá con mi vecina del 10 A.

—Entonces solo tú y yo, ¿qué dices? —Volteé a verlo y tenía una alegre sonrisa en el rostro.

—Digo que estás loco.

—¿Por qué? —preguntó entre risas—. No tienes nada de qué preocuparte.

—¿Por qué a tu casa? ¿Por qué no a un club o algo así?

—¿Aceptarías ir a Club in the Star conmigo?

Pensé un momento antes de responder.

—No.

—¿Ves? Sabía que dirías que no.

—¿Y crees que diría que sí solo por ser tu casa? —repliqué entre risas.

—Vengo muy seguido a tu departamento, no veo problema en que vayas a mi casa.

Me lo pensé unos segundos, viéndolo de ese modo, tenía razón.

—De acuerdo, vamos a tu casa.

Al llegar, me llevó hasta la terraza, donde había una piscina, un área para cocinar y una muy bonita vista de parte de la ciudad, que de noche era genial.

Puso algo de música y nos sentamos en uno de los sillones para contemplar mejor la vista. Estaba rodeada de plantas, y junto con el poco viento que hacía, me pareció muy agradable y cómoda.

—No sé si haga mal al preguntar, pero siempre he querido saber qué sentías al ser tan joven y participar en todos esos concursos y ser tan famosa.

—Al principio era divertido, pero no tardé en entender por qué lo hacía mi madre, como ya te había dicho una vez, ella me veía como una mina de oro y con el tiempo eso le quitó lo divertido.

—Sí, me contaste lo difícil que hizo tu madre las cosas, ¿qué crees que hubiera pasado si nunca te hubieras atrevido a irte de tu casa?




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