Todo por no perderme

Capítulo 30. Renacimiento.

“—Después de tanto tiempo negándolo, ahora Margot Blake y Jon Collins no temen en gritar a los cuatro vientos su amor.

—Para muchos era de esperarse, pero hay quienes aún no pueden creerlo, ¿tú qué piensas, Zoé?

—Me tomó por sorpresa, sin duda, hace unos cuantos años apenas y se dejaban ver juntos y negaban que hubiera una relación, ahora anunciaron a lo grande su boda.

—Es comprensible, la verdad es que los medios estuvieron mucho tiempo detrás de ellos, creo que cualquiera hubiera preferido mantener todo en secreto.

—Sí y la verdad es que todos nosotros nos alegramos demasiado por su boda y les deseamos lo mejor.”

—¿Qué haces despierta tan temprano?

—No es tan temprano, ya casi es medio día —respondí entre risas.

—Pero es nuestra luna de miel —me abrazó por la espalda—, lo ideal es no salir de esa cama. —Llenó mi cuello de besos.

Me di la media vuelta, abrazándolo por el cuello. Prosiguió su recorrido hasta que llega a mis labios. Me tomó entre sus brazos para llevarme de nuevo a la habitación y revivir los momentos de anoche.

*

—En todos lados han hablado demasiado de ustedes dos, nadie podía creer lo de la boda.

—¡Lo sé! Fue divertido, mantener todo en secreto aparentando no estar juntos y de repente ¡boom! Ya estábamos casados. —Expliqué entre risas.

—La prensa va a estar detrás de ustedes porque ya sabes que la gente no se cansa de hablar y de inventar teorías y chismes.

—Pues se quedarán con las ganas porque no pensamos dar declaraciones.

—Si así lo quieren, está bien —suspiró—. Bueno, niña, ya debo de irme, mañana tengo un evento.

—Sí, ve con cuidado y suerte.

Me dio un beso en la mejilla y se fue.

Terminé de sacar algunas cosas de las cajas, eso de desempacar la mudanza me gustaba, pero la nueva casa era mucho más grande que mi departamento, aunque con música el tiempo se me pasó volando.

—Hola, amor —saludó Jon al llegar a casa dándome un beso rápido.

—Hola, ¿cómo te fue? —Se unió a sacar cosas de las cajas y acomodarlas en su lugar.

—Genial, firmamos un contrato para tocar el tema principal de una película, ¿puedes creerlo? —me contó emocionado.

—Qué bueno, amor, me alegro mucho por ustedes.

—Patrick también mencionó que me están buscando para dar entrevistas y declaraciones por lo de la boda, pero quería preguntarte primero si quieres que lo haga o que lo hagamos juntos.

—No, yo no quiero dar entrevistas. ¿Para que solo estén preguntando si lo que decía Axel Verona es cierto o lo de las teorías de los fans? No, gracias.

—Entiendo, yo tampoco quiero hablar de ello, lo único que me interesa es que los demás se interesen en los nuevos proyectos de la banda. Y ¿a ti como te fue hoy?

—Hay varios proyectos en puerta y lo más seguro es que tenga que ir a Brooklyn para cerrar un contrato, ya que los ejecutivos tienen agendas llenas y al parecer varias ideas, pero sería solo unos días.

—Ve y trae contigo tantos proyectos como puedas, que eres un genio para eso. —Se acercó y me tomó de la mejilla para darme un gran beso.

Algunos años de felicidad después, año 2003…

—Es una bonita habitación, demasiado acogedora —admitió Alan analizando todo el alrededor.

—Todo lo necesario para la persona especial. —Acaricié las cortinas.

—Estoy ansioso por que llegue ese momento —confesó—. Aunque para mí sigues siendo una niña y siempre lo serás —me besó la mejilla.

—Pues esta niña ya ha ganado un premio Cravé y ha conseguido los mejores contratos para RecordVideo.

—Porque tú has nacido para triunfar.

—Y nadie volverá a imponerme nada —alardeé.

—Así se habla, niña. —Levantó la mano para chocarla conmigo.

Al momento de chocar nuestras manos sentí una fuerte sensación de dolor que me hizo sujetarme de su brazo.

—¿Qué tienes? ¿Estás bien? ¿Qué pasa? —preguntó cada vez más histérico.

—Estoy bien, estoy bien —llevé mis manos a mi estómago.

—¿Segura que estás bien? —Me ayudó a sentarme tomándome del brazo.

—Muy segura, solo necesito recostarme. —Aparté el cabello de mi cara.

—Tranquila, respira, relájate, respira. —Juro que vi algo de angustia en sus ojos.

—Alan, tranquilízate, estoy bien, el bebé no nacerá hoy.

—Sí, sí, pero podría, ¿no? Podría nacer hoy —insistió.

—Sí, pero… —Un dolor me impidió seguir hablando. Vi a Alan ponerse pálido—. Es solo una contracción, no es nada. —Inhalé y exhalé con algo de dificultad.

—¿Segura? —inquirió ceñudo.

—Sí, yo… —Un grito ahogado salió de mi garganta—. No quiero que te alteres, ¿de acuerdo? Pasa todo el tiempo, es normal.




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