Todo por no perderme

Capítulo 32. Adversidades.

Un año después…

En medio de una grabación la secretaria de presidencia entró al set para buscar a Christian.

—Está en el otro foro, ¿para qué lo busca con tanta urgencia?

—No lo sé, creo que hubo un problema con uno de los clientes, pero un problema grave, demasiado grave. —Verla así de seria me preocupó un poco.

—Lo llamaré, ¿de acuerdo? —La chica asintió y se fue.

Hice la llamada y le pasé el recado y luego continué con mi trabajo. No fue hasta que volví a mi oficina que me enteré de ese tan “grave problema”.

—¡¿Qué hiciste qué?!

—Acepté ese porcentaje para contratar a MoonProduct —confesó cabizbajo.

—Pero es soborno, aceptaste un soborno. ¿Por qué lo hiciste? —le reclamé.

—Fue por Mila, ella me convenció de aceptar y con ese dinero nos daríamos una gran vida —respondió con algo de pesar.

—¿Una gran vida? ¿Hiciste todo esto solo por dinero? ¿Por vivir entre lujos?

—No, no por el dinero, fue por amor.

—¿Amor? ¿Por amor traicionaste a esta empresa? RecordVideo te lo ha dado todo, ¿y así se los pagas?

—Entiéndeme, ¿tú no harías lo mismo por Jon?

—¡Por supuesto que no! ¡Jamás le haría algo así a los que han sido como mi segunda familia!

—¡Pues ya está hecho! —golpeó la superficie de su escritorio.

—Te desconozco, creí que lo más importante para ti era tu trabajo, esa pasión con la que diseñas las campañas.

—Sí, pero yo solo quiero hacer feliz a la persona que amo.

—Si ella también te amara no le importaría la cantidad de dinero que tengas. Te amaría a ti, no a tu dinero.

—Ella me ama, yo lo sé.

—Pues espero que así sea porque con esto que hiciste perdiste tu credibilidad ante los clientes. Cuando te quedes sin los lujos, espero que ella siga contigo, de lo contrario, te quedarás sin trabajo y sin “amor”.

Cuando salí de la oficina, las secretarias chismosas estaban en su pequeña reunión cuchicheando cosas.

Hice raspar mi garganta al pararme junto a ellas.

—Se puede saber, ¿qué están haciendo, señoritas? —pedí alzando mi voz, provocando que se asustaran.

Todas en seguida deshicieron su círculo y formaron una sola línea.

—Nada —respondieron al unísono.

—Entonces a trabajar, que las cosas aquí no se resuelven solas —ordené y todas se fueron a sus respectivos asientos y me dirigí a presidencia.

—Me dijeron que querías verme —entré después de tocar la puerta y escuchar un “pase” del otro lado.

—Sí, Margot, me temo que no te tengo buenas noticias. —Me senté en la silla frente a él—. En lo que encontramos otro director creativo, tú deberás de hacerte cargo de todos los comerciales de tiempo completo.

—¿Qué? Pero el acuerdo que teníamos…

—Ese acuerdo quedará suspendido hasta nuevo aviso, te necesitamos aquí. Será difícil encontrar otro director creativo a la altura de Christian. Pero algo bueno es que ya solicitaron a un nuevo asistente, vendrá hoy en la tarde.

—Sé que es difícil encontrar a alguien con la misma experiencia, pero no pueden dejarme todo a mí, es demasiado trabajo.

—¿No te crees capaz de hacerlo?

—Claro que sí —respondí algo ofendida—, pero necesitamos a otro director creativo, con menos experiencia, no importa, pero necesito a alguien que me ayude.

—Hacemos lo que podemos, Margot, no podemos echar por la borda el prestigio de la empresa por los errores de Christian.

—¿Hay algo más? —inquirí con pesar después de unos segundos de silencio.

El simple hecho de pensarlo hacía que me dieran ganas de ir a golpear a Christian por ser tan idiota. ¿Dejarme todo el trabajo de RecordVideo a mí sola? ¡Era demasiado!

—Eso es todo, pediré que te avisen cuando llegue el candidato, gracias por comprender.

Asentí con la cabeza antes de salir de presidencia.

Caminé a mi oficina mientras pensaba en cómo le diría a Jon esta situación. No tenía otra alternativa, esa nueva situación me iba a consumir tiempo completo. Amaba a mis hijos, pero también amaba mi trabajo, no quería dejar ninguno de los dos.

—Hola, amor, ¿qué pasa?

—Hola, necesito hablar contigo.

—¿Ocurrió algo?

—Sí, ¿podemos vernos a la hora de la comida?

—Claro, ¿es muy grave?

—Am, pero prefiero platicarlo contigo en persona.

—Está bien, entonces paso por ti en unas horas.

—Sí, nos vemos.

—Te amo. —Tantos años de casados y aún causaba un tornado de cosquilleos en mi interior escucharlo decirme esas palabras.




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