Todo por no perderme

Capítulo 33

Al pasar unas horas, el teléfono de mi oficina sonó, sentía la presión por tanto trabajo en frente de mí, pero me tranquilicé para no contestar de mala manera a la persona que estaba del otro lado de la línea.

Señora Blake, su esposo está en la recepción, me pidió avisarle que viene por usted.

Sí, gracias, dígale que en un momento bajo.

—Por supuesto.

Ordené tanto papelerío que estaba encima de mi escritorio y bajé por el ascensor hasta llegar al primer piso. Las puertas se abrieron y una figura masculina dándome la espalda es lo que me recibió. No esperé ni un segundo cuando ya estaba abrazándolo, diciéndole al oído cuánto me alegraba verle.

—¿Lista para ir a comer?

—Sí. —Deshice al abrazo y me aferré a su lado cuando empezamos a caminar hacia el estacionamiento—. ¿A dónde quieres ir?

—Hay un pequeño restaurante por aquí cerca, escuché que su especialidad es el asado, ¿te gustaría ir?

—Sí, ¿por qué no?

—Entonces no se diga más —abre la puerta del copiloto de su auto para dejarme entrar.

Llegamos después de 10 minutos. Esperé primero comer un poco y relajarnos para después soltarle la noticia.

—Amor, hay una situación que tengo que hablar contigo —empecé sin mirarlo a la cara.

—¿De qué se trata? —Se llevó un bocado a la boca.

—Lo que pasa es que en el trabajo hubo una situación muy fuerte y despidieron a Christian y a Mila, entonces, en lo que encuentran a otro director creativo, yo tengo que encargarme de todos los proyectos de la empresa —hablé claro y con calma.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Es algo delicado, Christian aceptó el soborno de una marca y en cuanto se enteraron lo despidieron, por eso el licenciado Johnson me pidió que me hiciera cargo de todo.

—¿Y qué pasará con los niños?

—Sabes que jamás los abandonaría completamente.

—Pero te irías todo el día.

—No puedo botar el trabajo, acaba de irse un director, tengo que hacerme cargo de todo.

—Pero, mi amor, los niños te necesitan.

—No los voy a descuidar —insistí—. No creo que les afecte demasiado, están acostumbrados a que tú te vayas por varios meses en las giras, yo estaré con ellos todas las noches.

—Por eso mismo tu trabajo era más flexible, para que cuando yo no estuviera, tú sí.

Solté un suspiro y me recargué en mi silla.

—Entonces qué, ¿me vas a prohibir trabajar?

—No quiero que estés tanto tiempo fuera de casa.

—Lo siento, amor, pero tendrá que ser así. —Negaba algo molesto—. Aunque sea por un tiempo, en lo que encuentran a alguien que esté a la altura de Christian, no podemos perder credibilidad frente a los clientes.

—No, Margot, los más pequeños necesitan que estés al pendiente de ellos.

—Jon, tú te vas por mucho tiempo por tu trabajo y no te reclamo que debes de pasar todo el tiempo con tus hijos, ¿por qué tú me haces eso?

—Porque conmigo es suficiente, no quiero que sientan que los dos los estamos abandonando.

—Te aseguro que ellos no lo verán de ese modo, pero por favor, no quiero que te enojes por esto, te aseguro que las cosas no cambiarán.

—Independientemente de lo que te diga seguirás trabajando, ¿no? —Se recargó en la silla cruzándose de brazos.

—Es algo que tengo que hacer, lo sabes, sabes cuánto me apasiona trabajar en RecordVideo, ¿me vas a quitar esta oportunidad? —Lo miré a los ojos y hablé con más seriedad.

—El hecho de que no pueda prohibirte nada no significa que estoy de acuerdo.

—Tu jamás podrías prohibirme nada —repliqué con un poco de enojo.

Suspiró molesto, empezó a tamborilear los dedos sobre su brazo y me desvió la mirada.

Jamás lo había visto actuar de esa manera, me dolió que piense que iba descuidar a mi mayor tesoro por el trabajo. No sabía qué tan pesado sería para mí equilibrar esas dos partes de mi vida, pero algo era seguro, mis hijos estaban por encima de todo. Tenía la esperanza de que podría seguir como hasta ese momento, y en caso de que llegara a desatender a mis hijos entonces renunciaría a mi trabajo, porque ellos eran los que le daban sentido a mi vida y sin ellos no servía de nada que siguiera trabajando para darles lo que se merecían.

—¿No vas a terminar de comer? —pregunté cuando después de un largo silencio Jon no se dignó a tocar el plato frente a él.

Me miró por unos segundos y sin decir nada volvió a probar bocado. Estaba actuando como un niño, estaba haciendo un berrinche, eso era seguro.

—Entiendo que estés enojado —comenté—, pero si tú no me apoyas, menos podré seguir adelante con esto. ¿En serio quieres que renuncie a uno de mis sueños? Yo siempre te he apoyado en cada uno de tus proyectos para que cumplas tu gran sueño, creo que te corresponde responderme de la misma manera.




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