Abrí los ojos poco a poco, el dolor de cabeza se empezó a sentir de nuevo y el recuerdo llegó a mí.
—¡¿Cómo están mis hijos?! —pregunté terminando de cobrar la consciencia.
El cuerpo me dolió al tratar de moverme y me di cuenta de que tenía un collarín alrededor del cuello.
Una mano se posó en mi hombro tratando de tranquilizarme. Escuché una voz a lo lejos que poco a poco empecé a reconocer.
—Tranquila, Margot, los niños están bien —habló Jon con una voz tranquila.
—¿Ellos están bien? —repetí para estar segura.
—Sí, están muy bien, tranquila.
Solté un suspiro y me recosté de nuevo en la cama.
—Todo esto es mi culpa —tapé con mis manos mi rostro evitando llorar.
—No digas eso, nada de esto es tu culpa, fue un accidente.
—No, yo iba tratando de tranquilizar a los niños y no vi al auto que chocó por el frente.
—Aun así, fue un accidente, tú no podías evitar que pasara, pero lo bueno es que no pasó a mayores.
—Jon —destapé rápidamente mi rostro, él me miró esperando a que siguiera hablando—. No puedo mover las piernas —traté de quitarme las sábanas de encima, pero mi marido reaccionó rápido sosteniendo mis manos—. Jon ¡no siento mis piernas! ¡¿por qué no siento mis piernas?! —Una punzada empezó a crecer en mi pecho y mi corazón latía cada vez más rápido.
—Tranquila, Margot, necesito que te calmes, por favor. —Trató de estabilizarme tomándome de los hombros, pero me removía en la cama queriendo sentir la parte inferior de mi cuerpo—. Por favor, todo va a estar bien.
—¿Qué está pasando? —le pregunté con miedo y con lágrimas rodando por mis mejillas.
Me miró indeciso, pero finalmente habló.
—Debido al accidente sufriste daños en tu columna y cadera…
—¿No volveré a caminar? —inquirí con un hilo de voz.
—Claro que podrás volver a caminar, pero tomará tiempo, tendrás que tomar terapias.
—No… —más lágrimas salieron de mis ojos sin parar— ¿Qué voy a hacer? ¿Por qué? —cubrí mi rostro y sentí a mi marido abrazarme para tratar de reconfortarme.
—Tranquila, vamos a salir adelante ¿me escuchas?
—¿Qué fue lo que pasó? —pregunté de repente.
—Los policías que están investigando el caso me dijeron que al hombre que ocasionó el accidente le dio un infarto mientras conducía haciendo que perdiera el control y se saliera del carril, tú intentaste esquivarlo, pero aun así logró golpear el auto de tu lado por eso no sientes movilidad de tus piernas, porque golpeó tu cadera, el auto que llegó por detrás hizo que te golpearas contra el volante.
—Pero, ¿hasta cuándo podré volver a caminar? Yo necesito regresar al trabajo.
—Por favor, Margot, no puedes estar pensando en el trabajo.
—Pero sin mí la empresa se paraliza, necesito crear y dirigir los proyectos.
—Pues se quedará en pausa por un tiempo, aquí lo más importante es tu salud, y nuestros hijos.
—Mis niños, quiero verlos.
—Ahora no es posible, pero… yo te recomendaría que reconsideres la idea de volver al trabajo, ahora que tienes más trabajo estás más cansada y estresada, tal vez esto fue una especie de aviso.
—¿Estás hablando en serio?
—Muy en serio.
—No puedo creerlo —resoplé—. Estás… muy equivocado, ¿sabes qué? No quiero discutir… salte de mi habitación.
—¿Disculpa?
—No quiero pelear contigo, no quiero verte, así que mejor vete.
—Pero, Margot…
—Que te vayas —señalé la puerta.
Me miró enojado, parecía que quiso decir algo, pero se contuvo y caminó hasta la puerta, dio un último vistazo y salió de la habitación.
Pasó un mes…
Dos meses…
Tres meses…
La rutina ya estaba empezando a volverme loca. Trabajaba desde casa, haciendo videollamadas y demás, Maxwell iba y venía de la casa a RecordVideo para no dejar caer ningún proyecto, pero se estaba volviendo más pesado de lo que imaginé. Además de que me ayudaba a cuidar a mis hijos cuando Jon tuvo que salir por cuestiones de la banda. Las terapias me estaban ayudando a recuperar la movilidad de mis piernas, el amor y apoyo de mis hijos también influyeron demasiado. Pero las cosas con Jon estaban igual o peor que antes.
A veces ya hasta ni llegaba a dormir. Cuando quería hablar con él me daba por mi lado, ponía excusas o ni siquiera me escuchaba. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué estaba actuando de esa manera?
—¿Está todo bien? —preguntó Alan al verme con los ojos enrojecidos.
Acababa de llegar por sorpresa a visitarme. Los niños estaban con Natalie y yo ya no pude controlarme más. Dejé salir todo en lágrimas.
—No, desde hace algunos meses he tenido pequeños problemas con Jon.