Todo por no perderme

Capítulo 38

—¿Cómo está hoy? —preguntó Maxwell al llegar a la oficina.

—Igual que los últimos días —respondí de la misma manera que llevaba haciéndolo desde un par de semanas atrás. Sentía que desde la despedida de mi padre algo dentro de mí se fue con él—. ¿Se arregló el problema de las telas de ayer?

—Sí, se consiguió más tela que se tenía guardada en almacén.

—Perfecto, creo que ya podemos empezar la grabación del videoclip. —Asintió y estaba por darse la vuelta para ir al estudio—. Antes de que te vayas, quiero decirte algo.

Me miró sin entender y cerró la puerta para sentarse frente a mí.

—Quiero darte las gracias, Maxwell, por todo lo que has hecho por mí estos últimos meses, significa mucho para mí, de verdad y no sé cómo pagarte.

—No tiene que pagarme por nada, yo sé que no lo ha pasado nada bien y solo quiero ayudarla y también a sus hijos. —Le sonreí en forma de agradecimiento—. Que, hablando de eso, ya tengo todo preparado para la fiesta de Jacob, todo como él lo pidió.

—¿En serio? Wow, Maxwell, gracias.

—Ninguno de los niños tiene la culpa de nada y para ellos una fiesta de cumpleaños es algo muy importante.

Seguimos el día trabajando y Max se encargó de supervisar todos los detalles de la fiesta de mi hijo que se estaba organizando en mi casa. Así, mi hijo disfrutó al máximo su cumpleaños y también me sirvió para distraerme un poco de todo.

—Jacob estuvo preguntando por ti toda la tarde —le avisé a Jon.

—Te dije que no podría llegar a tiempo. —Sirvió un poco de whisky en un vaso de vidrio—. Tuve que salir con la banda a arreglar unas cosas.

—No entiendo cómo pudiste hacerle esto a tu hijo, Jon. Te desapareces sin ninguna explicación y crees que todo está bien —manoteé al aire—. Soporto que lo hagas conmigo, pero no con ellos y menos en uno de sus cumpleaños.

—Ahora soy yo quien se va sin dar explicaciones —resopló—. Lo dice quien se fue en medio de la noche a quién sabe dónde, los niños también estuvieron preguntando por ti aquella vez.

—No quieras voltear las cosas, yo me fui porque era una emergencia.

—¿Y a dónde fuiste? Te largaste a tu queridísima empresa a seguir trabajando, como si no pudieras hacer otra cosa, como si no tuvieras unos hijos a los cuales prestarles atención.

—No me fui directo a RecordVideo…

—Ah, no —me interrumpió—, era mitad de la noche, ¿entonces a dónde? ¡¿Al departamento de tu adorado asistente?!

—¡Tuve que ir al hospital porque mi padre murió!

Jon no respondió nada ante eso. Me miró por momentos y dejó su vaso a un lado.

—No te había dicho nada porque ya nunca estás en casa —continué—, y porque ni siquiera lo conocías. Pero he pasado unas noches horribles y me he estado aguantando todo para que los niños no se den cuenta. —Me callé por culpa del nudo en mi garganta.

—Yo… lo lamento.

—Oh, gracias, era lo último que necesitaba, lamentos —me burlé.

—Margot —gruñó mi nombre al verme salir de la sala de estar.

Me encerré en mi recámara. No me importó nada, solo quería tumbarme en la cama a llorar nuevamente.

Me gustaría decir que las cosas empezaron a mejorar después de esa discusión. Pero lo que pasó fue que Jon siguió sin dirigirme la mirada. Noté algo diferente en él y no sabía lo que era. Me aterraba pensar que avecinaban cosas peores.

—Buenos días, familia —saludó Jon al entrar al comedor.

Volteé a verlo con el ceño fruncido. Se suponía que ya debería de estar camino a la disquera. Cada uno de los niños lo saludó con mucha alegría. Llevaban tanto tiempo sin verlo en el desayuno que me pareció normal que lo extrañaran.

—Quiero que después de terminar de desayunar arreglen sus cosas para ir con la abuela.

—¿Irás con nosotros? —preguntó Amber con esperanzas reflejadas en su sonrisa.

—No, solo iré a dejarlos, su mamá y yo tenemos que arreglar unas cosas. —Le acarició la cabeza y ella lo aceptó.

Lo miré sin comprender, pero no me dijo nada.

Al cabo de un par de horas, estaba en mi habitación esperando a que Jon regresara de dejar a los niños con su madre.

¿Al fin me explicaría lo que pasó? O ¿Iba a pedirme el divorcio? Se despertó muy alegremente como para hablar de divorcio.

—Señora, hay una muchacha en la puerta que insiste hablar con usted —me avisó Rosie.

—¿Quién es? ¿Dijo cómo se llama?

—Dijo que es Valeria Palmer, mánager de la banda The Glory

—Pero si es la nueva mánager de la banda de Jon, ¿por qué quiere hablar conmigo?

—No lo sé, señora, recalcó que es algo muy importante y que usted debe de atenderla.

—¿Y ella quién se cree? —pregunté ofendida—. Dígale que no tengo por qué hablar con ella, que se retire o que si quiere hablar con Jon que venga otro día.




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