Alfonso Castro se encontraba en la habitación donde yacía acostado Sebastián, su sobrino por elección, ya que lo había criado desde niño. Creía conocerlo, pero dado los últimos acontecimientos se dio cuenta que no lo conocía ni un poco. Observaba cómo caía el suero por la vía conectada a su brazo que lo mantenía consciente, pero al mismo tiempo descansado por el golpe en su cabeza.
El golpe es demasiado fuerte para habérselo causado por sí mismo. – Recordaba las palabras del médico, y empezaba a pensar en la lista de sus enemigos.
Parecía que las cosas se le estaban saliendo de control, pero no sabía que habían despertado a una bestia dormida por años. Se había calmado al instante de conocer a Ana, la mujer que se convertiría en su esposa y la madre de sus hijos. La misma mujer que se encuentra en la habitación junto con su hijo Alexander del cual, aún esperan respuestas.
Vengaría la muerte la mujer que lo crió y a todos los integrantes de la familia Castro. La fatal muerte de su nana había despertado un odio por los Kozlov, y cuando se enteró de la sorpresa de su hija, perdió la fe en su familia.
El secuestro del pequeño de la familia desató en él una promesa que había olvidado hace muchos años.
La cumpliré y mi hijo regresará, no importa quien tenga que caer en el camino. – Pensaba esperando que el joven despierte.
-Creíste que no me daría cuenta de tu estúpido plan, el haber ayudado a escapar a las chicass olo ha causado que tu pagues las consecuencias de ellas. – Le decía sin obtener respuesta alguna. – Encontraré a tu cómplice y me vengaré de todos los traidores que osaron matar a nuestra familia. – Salió de la habitación y se dirigió hacia la habitación de su esposa cuando un guardia de la mansión lo detuvo.
-Si no las has encontrado no quiero saber nada. – Le decía caminando por el pasillo.
-Señor no están en el sótano. – El guardia le dijo y Alfonso se detuvo de golpe.
-Que mierda dices. – Le decía acercándose hacia él.
-Sí señor, encontramos al guardia muerto y los jóvenes no estaban. – Le respondió mostrándole un video por la tablet. – Estaban muy débiles para escapar y matarlos solos, deben tener un cómplice. – Le decía y observaban el video donde los jóvenes estaban un rato y el otro ya no estaban.
-Cómo salieron si la casa estaba cerrada y el personal revisado. – Le gritaba sujetándolo de su camiseta.
-Jefe no hay grabación, es como si no hubiesen salido de la mansión. – Le respondió y Alfonso recordó la conversación que tuvo hace unas horas con el policía.
Así como escuchas Alfonso no hay rastros de las jóvenes, es como si no hubiesen salido de la habitación. – El policía le decía mostrándole un video.
Retrocedió unos pasos hacia atrás, recordando una conversación de cuando era niño.
-Cuando llegó la policía ellos ya no estaban, es como si la habitación se los hubiese tragado. – Le contaba su amigo con tanta emoción.
-Es imposible, nadie desaparece de esa manera. – Le respondía Alfonso jugando con su comida.
-Los Kozlov sí. – Le contestaba el niño comiéndose su helado. - Les dicen los Topos, porque siempre desaparecen del lugar sin dejar rastro alguno. Se dice que tienen túneles por toda la ciudad, incluyendo algunos que conectan países. Por eso escapan fácilmente, por eso son Topos, viven bajo nosotros, debajo del suelo. – Su amigo le contestaba y este solo asentía emocionado por la información.
Actualidad.
-Busquen debajo del suelo, cualquier cosa fuera de lo normal. – Le ordenaba retornando hacia la habitación de Isabella.
-Que buscamos señor. – Le preguntaba.
Alfonso seguía buscando hasta que vio un reflejo saliendo debajo de la cama. Empezó a mover la cama y se encontró con una pequeña puerta en el piso. La abrió y esta mostró toda la realidad, unos pasajes por los cuales sabía que habían escapado.
-Me creían estúpido. – Hablaba solo. – Hijos de puta me subestimaron y ahora pagarán por todo. – Decía con tanto odio mientras sus hombres bajaban para encontrar alguna pista de los jóvenes. – Los encontraré y traeré de vuelta a mi pequeño. – Terminó de decir mientras bajaba hacia el lugar.
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-Embarazada. – Isabella escuchó detrás suyo. No volteó, porque ya sabía quién era.
-Antonio. – Decía Nora acercándose hacia él. – Regresa a la cama por favor, estás muy débil. - Le decía y este se regresó hacia ella.
-Nora, ¿qué haces aquí? – Le decía con sorpresa y felicidad.
-Qué crees que estoy haciendo. – Le decía sosteniéndolo de los hombros. – Salvándote de las pendejadas en las que te metes. – Le decía y lo dirigía hacia la habitación, cuando este la detuvo.
-A pesar de estar contento de verte necesito hablar con Isabella. – Antonio le decía soltándose de ella y sosteniéndose de la pared acercándose hacía Isabella. – Necesitamos hablar. – Le dijo e Isabella se quedó observando sin emitir palabra alguna.
La joven solo observaba la reacción tan calmada de Antonio y eso fue lo que más temía, también la reacción de él hacia Nora, se conocían y ella necesitaba respuestas. Sintió una punzada en su cintura y era su prima quien estaba llamando su atención.
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Editado: 18.06.2021