En el búnker de los Slovocia se encontraba Alfonso Castro, sentado en su silla y observando por las cámaras de seguridad a las jóvenes que había visto nacer. Sentía decepción y dolor por lo que habían causado, ella formaba parte de la primera parte de su venganza por el ataque a su mansión, las únicas culpables de la muerte de su nana y que su esposa e hijo se encuentren en coma en un hospital.
Ellas pagarían por eso, no importa si fueran su propia familia, las reglas son las reglas y ellas las rompieron.
Mientras las observaba su teléfono sonó, contesto y eran buenas noticias. Los hombres que había contratado eran eficientes, ya que habían encontrado a los padres de Melanie, le informaron que se dirigían al hospital, ya que Amelia estaba herida y Abel tenía cortes profundos en su cuerpo.
Se levantó y se dirigió con su seguridad hacia el garaje para ir directamente al hospital, cuando su jefe de seguridad lo detuvo y le dio una maravillosa noticia.
-Tenemos la ubicación de Isabella. – Le informo Héctor, y Alfonso no pudo evitar sonreír.
Al final los hombres que había comprado habían sido rápidos, inmediatamente le dio la orden de asesinar a estos hombres y a sus familias para no dejar cabos sueltos.
Escóndete Isabella, que cuando te encuentre no habrá cielo o infierno que te salve.
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Antonio observaba a Isabella que no decía nada, temía que le dé un paro o que se desmaye.
-Bella. - Le dijo y esta le abofeteó.
-¡Todo esto es tu culpa maldito infeliz, mi vida no era perfecta, pero aun así sabía que llegaría a la noche y estaría segura, pero ahora mírame! – Le gritaba a Antonio y este se puso de pie alejándose de ella. – Mírame infeliz, todo esto es tu culpa, no, miento es mi maldita culpa, si no hubiese sido tan estúpida como acostarme contigo no estuviese embarazada y amenazada de muerte de parte de mi padre y de parte de una loca que no conozco. – Le dijo y se levantó de la cama mareándose y sosteniéndose de la pared.
-Isabella vuelve a la cama que no puedes alterarte, peor levantarte. – Le decía Antonio tomándola de los brazos para llevarla de vuelta a la cama, pero esta se dio un golpe con su codo haciendo que Antonio caiga en la cama. – Cálmate, maldita sea, estás embarazada. - Le dijo.
-Me pides que me calme infeliz, mi vida está en peligro junto con la vida de mis amigas, y pides que me calme. – Le grito y la puerta se abrió abruptamente mostrando a un Lucas alterado.
-¡Lucas no es el momento! – Le gritó Antonio corriendo detrás de Isabella para evitar que esta salga.
Es una inconsciente.- pensaba Antonio.
El joven sostuvo a Isabella de la cintura y la acorralo en la pared, esta no dejaba de moverse y llorar.
-¡Te calmas maldita sea, estás en peligro pero no van a encontrarte a no ser que yo quiera! – Isabella se quedó paralizada por el grito de Antonio y este se quedó mudo al ver el miedo de Isabella. – Se consciente que estás embarazada y es riesgoso, no sólo puedes perder al bebé, puedes morir tú también. – Antonio le dijo e Isabella lo empujó suavemente y regresó a ver al joven detrás de ellos.
Lucas estaba desesperado e interrumpió la pelea de los jóvenes.
-Lucas te dije que no es el momento. – Le decía y regresó a ver a Isabella. – Por favor regresa a la cama y descansa. – Le dijo a Isabella y Lucas se acercó a él.
Antes de que pueda decir algo, Luna ingresó a la habitación y rápidamente dijo lo que Isabella temía.
-Nos encontraron, no solo los Slovocia, también están los Koslov. – Dijo y Antonio supo que moriría esa noche, y también Isabella.
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En el calabozo de la mansión de los Slovocia se encontraban Melanie y Sofía amarradas a una silla sin poder moverse a ningún lado, no recuerdan cómo llegaron a ese lugar, solo tienen recuerdos de encerrarse para descansar un poco cono Gabrielito, cuando escucharon disparos se despertaron pero no pudieron levantarse, ya que cayeron en un sueño profundo del cual despertaron cuando les echaron agua helada.
Ya no tenían esperanzas, ya que sabían que de esta no escaparían.
Melanie estaba tranquila ya que sus padres habían sido recuperados y estaban a salvo, al igual que Isabella, aunque no confiaba en el Kozlov que la embarazo, sabía que mientras esté con él ella estaría a salvo.
También se había enterado que su tía y su primo estaban en coma, y Sebastián se había recuperado del golpe y se encontraba en algún lado de la mansión.
Lo que le dolía era recordar la mirada de su padre cuando la fue a ver, era una mirada de asco, rabia y decepción. Quiso decirle que ella nunca se involucró con ellos, pero era sumarle más a la carga de Isabella. Lo único que hizo fue bajar la mirada y permanecer en silencio.
Como una cobarde.
Pero no iba a traicionarla, ni a ella ni a nadie de su familia.
Sabía que no salía viva de esta, pero tampoco la maldita traidora que las vendió.
A su lado estaba Sofía, quien miraba un punto fijo en el suelo.
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Editado: 18.06.2021