Miro el papel en mis manos y sigo sin poder creerlo. Estoy embarazada, voy a tener un bebé de Storm.
Llevo la mano a mi vientre y dibujo una sonrisa.
Es verdad que el bebé no fue planeado y que apenas llevamos juntos un año, ni siquiera vivimos bajo el mismo techo y no hemos conocido a la familia del otro, pero tal vez este bebé sea lo que necesitamos para hacer todo eso.
No sé si él sea tan unido a sus padres como yo soy a los míos, pues nunca habla mucho de ellos, pero estoy segura de que este bebé será bueno para todos. Puede que a mis padres les sorprenda, sin embargo, sé que me apoyarán como siempre.
Guardo la prueba y la ecografía en mi bolso, detengo un taxi y subo a este sin dejar de sonreír. Le paso la dirección del departamento de Storm y llamo a mi amiga Samantha. Ella responde de inmediato.
—Dime, ¿seré tía?
Río.
—Sí, el médico lo confirmó, tengo trece semanas de embarazo.
—¡Ahhhh qué emoción! —alejo un poco el teléfono porque a ella le gusta gritar—. Morí muerta. Voy a ser la mejor tía malcriadora de todos los tiempos. ¿Ya se lo dijiste a Storm?
—No, voy de camino a su departamento justo ahora.
—Qué bueno que soy la primera en saberlo.
—Te lo prometí y estuviste a mi lado cuando me hice el test.
—Así se habla, primero las amigas y luego los novios. Si Storm se enoja por no ser el primero, recuérdale que somos amigas desde niñas y él te conoce hace un poco más de un año. Tengo derecho por antigüedad.
—Se lo diré.
—Espero que ahora sí se casen y te presente a sus padres, y tú también le presentes a tus padres.
—Supongo que será el siguiente paso, pues mis padres son grandiosos y han sido comprensibles, pero morirán de un infarto si les digo que espero un hijo del novio que todavía no conocen.
—Quiero ver la cara de tu padre—ríe—. Creo que él pensaba que aún eras virgen.
—Mi padre sabe que no soy virgen y es gracias a ti. ¿Recuerdas?
—Como olvidarlo, le titilaba el ojo, pero fue su culpa por escuchar nuestra conversación en tu habitación.
—Igual creo que papá prefiere fingir demencia.
—Como todos los padres, o al menos el mío sí.
Volvemos a reír.
Perdí mi virginidad el verano antes de comenzar a la Universidad, con un chico guapo que conocí en nuestro viaje a Maldivas. No quería llegar virgen a la Universidad y él me gustaba mucho, así que pasó.
Mi amiga no tuvo la mejor idea de preguntar si me había dolido que me quitaran la virginidad y mi papá había ido a llamarnos para bajar a desayunar, la puerta estaba un poco abierta y escuchó lo que no debía. Me enteré por mamá, quien le dijo que no se preocupara porque ya me había dado la charla de sexo y llevado al ginecólogo.
No sé como no le dio un infarto dado que soy su única hija. Ya se había acostumbrado a comprar tampones y cosas de mujeres para mamá y para mí, pero el tema de mi virginidad o teniendo novio fue mucho para él.
Es probable que no esté muy feliz con la noticia de que será abuelo porque todavía me falta un semestre para acabar la Universidad y él querría que yo me desarrollara profesionalmente antes de casarme y tener hijos.
La idea es que maneje la empresa de publicidad y diseño de la que es dueño. Sin embargo, los planes cambian. Sigo queriendo obtener mi título en publicidad y trabajar en la empresa familiar, pero no me molesta hacerlo mientras cumplo el papel de madre. Quiero ser una madre presente sin abandonar mi carrera y sé que con Storm no debo preocuparme porque a él le gusta que sea independiente.
El taxista me avisa que llegamos.
—Sam, debo colgar.
—Llámame en cuanto hables con Storm para saber si ya puedo planear la despedida de soltera o no.
—Seguro. Te amo, perra.
—Y yo a ti, gata.
El taxista enarca una ceja cuando le pago la tarifa y yo solo sonrío. De seguro se estará preguntando la manera extraña de despedirme de mi amiga.
Bueno, eso pasa cuando nos fuimos a vivir juntos tras comenzar la Universidad y ella quería un perro de mascota y yo un gato. Al final no adoptamos ninguno porque no teníamos energías para dedicarle, pero nos llamamos con esos apodos.
Guardo mi celular y me dirijo al departamento de Storm. Saludo al guardia de seguridad que ya me conoce, camino hasta el departamento B de la planta baja y golpeo la puerta. Tengo una llave del departamento que no me siento cómoda usando, en especial porque la mayoría de las veces nos quedamos en mi departamento a pesar de que lo comparto con Sam y él me dio una llave en caso de emergencias.
En fin, eso da igual.
La puerta se abre y Storm asoma con la ropa del trabajo, aunque sin el saco y las mangas de la camisa dobladas hasta sus codos. Parece sorprendido de verme y no le doy tiempo a nada porque me tiro a sus brazos y lo beso. Él responde el beso con entusiasmo y luego se aparta.
—Hallie.
—Sé que te gusta que avise antes de venir, pero no podía esperar.