Todo por ti

Capítulo 3: Storm

Verla de nuevo luego de estos años despertó en mí sentimientos que creía olvidados.

Tiene el cabello más corto, pero sigue igual a como la recuerdo en mis sueños.

El corazón se me acelera por tenerla frente a mí, aunque me esté mirando con desconcierto.

No tengo idea de si fue una buena idea aceptar trabajar con ella después de descubrir su identidad, pero no encontré otra forma de acercarme, ya que no estaba convencido de si tendría otra alternativa.

Salgo de mis pensamientos al momento en que Roger se para a mi lado. Hallie sale de su asombro por verme y endurece la mirada extendiendo la mano en mi dirección.

—Un placer, señor Riggs.

Enarco una ceja con la mirada en su mano, levanto la mía y la estrecho sin deseo de soltarla. De hecho, querría tirar de ella hasta tenerla entre mis brazos y besarla, saber si sus besos tienen el mismo sabor que mis recuerdos. Me gustaba besarla.

Fui un idiota por dejarla ir, creí que era lo mejor y quizás esta pueda ser una nueva oportunidad para nosotros, para empezar de nuevo y hacer las cosas bien.

—Lo mismo, Hallie.

—Señorita Johnson. No me gusta que me tuteen las personas con quienes no tengo confianza.

Aparta la mano y siento que perdí algo.

Su voz es fría y dura, tal como su mirada, lo que indica que no comparte mi alegría por volver a vernos.

Lo entiendo, le rompí el corazón cuando la dejé, creyó que jugué con ella y está claro que, a pesar de los años, no me perdona.

—Bueno, hija, llévalo a tu oficina para que hablen sobre la campaña. Él te dirá lo que quiere para que puedas presentarle tus ideas. Yo los acompañaría, pero tengo una reunión.

Hallie le sonríe a su padre. Una hermosa sonrisa que desearía que fuera dirigida a mí, pero sé que no tengo derecho a ella.

—Claro. Por favor, sígame, señor Riggs.

Saludo a Roger con un asentamiento de cabeza y salgo de su oficina siguiendo a su hija. Estoy seguro de que Roger no sería tan amable conmigo si supiera que le rompí el corazón a su hija. Él, a diferencia de mi padre, ama a su hija y lo ha dejado muy claro. Haría lo que fuera por ella y eso incluye asesinarme o no aceptarme como cliente si ella se lo pidiera.

Me sorprende que ella no le dijera a él quien soy yo y quiero creer que lo hace para protegerme; sin embargo, el motivo es otro; dudo mucho que le importe que es lo que me suceda.

Estoy casi seguro de que ahora mismo desea tirarme por algún balcón y mirar como mi cabeza se rompe en el piso. Menos mal que estamos en planta baja.

Me olvido de Roger y sigo a la rubia a su oficina, quien se disculpa por el lugar porque apenas hoy ha comenzado. Como si me importara si su oficina tiene muebles o no.

—No tenemos que seguir fingiendo que no nos conocemos.

Ella se mantiene seria y distante. Toma asiento detrás de su escritorio y me señala la silla. Me siento solo para no llevarle la contraria.

—A ti se te da bien fingir, así que no creo que sea problema para llevar las cosas en paz. Es más, seguiremos así. No tengo problema en trabajar contigo siempre que te portes profesional y comprendas que esto es una relación laboral. Y si no le he dicho nada a mi madre que te conozco, no es para hacerte ningún favor, nada más no quiero mezclar los asuntos personales con los laborales. Quiero que mi padre vea que soy profesional.

Arrugo el ceño porque sus palabras son tan cortantes como dagas afiladas creadas para lastimar. Recuerdo su voz dulce y lo mucho que le gustaba sonreír. Entiendo su odio hacia mí, no puedo culparla porque manejé mal las cosas; aun así, me afecta su indiferencia.

—¿Estás dispuesta a trabajar conmigo?

—No veo por qué no. Soy profesional, señor Riggs.

—Dime Storm.

—Prefiero no tutearlo. No acostumbro a tutear a mis clientes.

Aprieto los labios.

—Hallie, por favor…

—Señorita Johnson. ¿No lo dejé claro?

—Mira, entiendo que estés enojada conmigo por lo que pasó y que esta es tu forma de hacérmelo saber; sin embargo, si vamos a trabajar juntos, quiero arreglar las cosas.

Se inclina hacia atrás y recarga la espalda en el respaldo.

—No hay nada que arreglar. Tú jugaste conmigo, te divertiste con tu pase libre y yo me creí el cuento porque era una ingenua que veía pájaros con corazones. No te preocupes, acepté que te casaras con otra persona. Te superé, maduré y seguí adelante. No tendré problemas para trabajar contigo siempre y cuando recuerdes que nunca pasó nada entre tú y yo. Yo te lo agradecería, tu esposa también y todo estará bien. Si no puedes con eso, dímelo y te asignaré a otra persona o puedes buscar otra empresa si lo prefieres. Yo hablaré con mi padre.

Y en sus palabras no hay rencor ni dolor, solo indiferencia y eso peor.

Yo pensando que encontrarnos de nuevo sería una oportunidad nueva, yo estando separado y ella soltera, pero está claro que no quiere tener nada que ver conmigo. Piensa que jugué con ella y yo permití que lo creyera cuando no dije nada asumiendo que era más fácil que me odiara y se alejara para no verse envuelta en todo el desastre familiar.




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