Todo Por Un Amor

II Promesas al vacío

Las horas corrían a prisa,  y con su misma velocidad trajo a Alexander hasta la oficina de Emperatriz.

Ella estaba en reunión y aunque la secretaria lo previno de la voluntad de su jefa, él hizo caso omiso a sus palabras.

—Cielo —dijo después de abrir la puerta — disculpen no sabía de esta reunión…

—Ya terminamos la reunión señor Davis —dijo uno de los hombres mientras recogían algunos papeles y cerraba el maletín ejecutivo.

Salieron dejándolo solo con Emperatriz, quien permanecía inmóvil en su sillón con su mirada fija en él.

—Le dije a mi secretaria que no dejará pasar a nadie…

—Por favor…estás hablando conmigo.

—Si claro, olvidaba que eres el presidente de esta compañía...

—Aun soy tu esposo y...amigo.

—¿Qué quieres? ¿Para que me buscas con tanta premura? —el rostro endurecido de la mujer sacudió a Alexander al verla venir con un determinante temperamento de hostilidad, él jamás imaginó el tamaño de su rencor— ¿Qué parte no entiendes que no quiero verte? Mantente alejado de mi...

—¡¿Qué te pasa?! Por favor no me guardes rencor…tu dolor es el mío también —ella rió imponente— ¡¿Te has vuelto loca?!

—¡Sí! ¡Sí me volví loca! Lo hice el  día que arruiné mi vida aceptándote en matrimonio, nunca debí hacerlo, al fin y al cabo soy mujer…y somos sensibles por naturaleza.

—¡Cálmate por favor! ¡A mí me duele que sufras, necesitamos hablar!

—¿Qué me vas a decir que yo no sepa? ¿Cómo pudiste decirle a ella nuestro secreto? ¿Qué clase de hombre eres que sigues traicionando nuestros acuerdos? ¡Era algo nuestro, Alexander!

—Fue inevitable, me siento de verás muy avergonzado ante ti pero...es que Claire siente celos porque siempre estás cerca de mí, trabajamos juntos, mi familia te ama y a ella ni la ven…entiende Cielo, yo sé que no me porté bien, que cometí un error contigo…

—Estás equivocado, yo pienso que  tu eres el error,  y no te preocupes, todos tus argumentos pueden cambiar, el primero es que no debo trabajar más contigo…

—¡¿Qué dices?! — preguntó de inmediato— ¡Cielo…no es una decisión acertada! ¡Lo sabes!

—¡La tuya tampoco lo fue…soy el hazme reír de tu amante! ¡No te preocupes, nada diré que te perjudique delante de tu doncella, yo sí conozco lo que es lealtad aunque no lo merezcas —se levantó enojada abriendo la puerta.

—¡Cielo, no te vayas así! ¡No lo hagas por favor

—¡El que se va ahora de mi oficina eres tú!

—No hagas ésto, me importas más de lo que crees. Tú sabes que todos los problemas que tengamos se pueden resolver...

—¡Tú a mí no me importas más, es una decisión mía ya tomada! ¡No hay más tratos entre tú y yo! ¡Vete! 

—¿Eso se puede decidir? ¡Lo voy a intentar también! ¡Estoy cansado de esperar de ti una atención que no llega...

Comienza saliendo de mi oficina señor Davis— Alexander la miró fijo y ya luego decidió salir, la puerta sonó estrepitosamente dejando en él, no solo un eco fulminante en sus oídos, sino también un inexplicable vacío en su alma.

Caminó con sus pensamientos bloqueados y ya luego se detuvo volteando a mirar hacia aquella oficina que fue cómplice de muchas anécdotas, risas y elocuencias.

—¿Qué voy a hacer sin ti cielo? —se preguntó y ya luego compuso su semblante y siguió a su oficina.

—¿Cómo te fue con tu amiga? — preguntó Claire con una inmensa sonrisa— ¿Para cuando firman el divorcio? 

—¿Qué tengo pautado en agenda para hoy?

—Alex...cariño ¿Me estás evadiendo?

—No, estamos en horario de oficina y necesito trabajar...

—¡¿Qué te pasa?!

—¡A trabajar Claire, ¿Qué parte no entiendes?!

La mujer lo miró y decidió ir por la agenda, la abrió pero no pudo concentrarse.

Esto no es normal, él nunca me ha tratado así...¿Qué le pasa? Seguro es Emperatriz que lo pone en mi contra, la odio — pensó y luego continuó con sus pendientes.

***

La noche se hizo eterna para Alexander, constantemente miraba el teléfono como si esperaba una llamada.

Amaneció y se sentía agotado, aún así se levantó muy temprano y junto a su amante llegó a la empresa.

Esperaba ver a Emperatriz al entrar como era su costumbre, pero no sucedió.

—¿Tu jefa llegó? —Le preguntó a la secretaria.

—No señor, no viene hoy. Me pidió que cancelara todos sus pendientes, dijo que trabajaría on line...

—¿Qué razones te dió?

—Ninguna señor, la licenciada no me da razones, solo ordena y yo cumplo.

La llamó muchas veces y no respondió, acudió a su amiga Paula, y ella lo evadió.

—¡¿Dios que pasa?! ¿Cómo pude lastimarla a ella? Debí irme…¿Qué me pasó? ¿Por qué tuve que hacerla mía? —El agobio de Alexander fue muy notorio cuando la puerta se abrió y Fernando entró sonriente, pero al verlo no pudo disimularlo como se lo pidió su novia.




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