Emperatriz estaba sumergida en su trabajo, poco a poco parecía alejarse de quienes la amaban, solo su padre y su amiga Paula sabían de su realidad.
Ella tenia la imperiosa necesidad de ser feliz y realmente había una motivación que llenaba de esperanza su alma; su hijo.
Apenas podía ver a Alexander, se encontraban cuando había alguna junta de negocios, y sus temas solo estaban dado a lo laboral, sin embargo él la observaba permaneciendo en silencio.
La distancia era lo que ella empezaba a apreciar y que él le otorgó, ella lo valoró aún en medio de su estado emocional movido por su cuerpo en gestación.
Claire, inocente. Ella se sentía feliz, pero no era suficiente, esperaba que el divorcio saliera para presionarlo con la boda, pero no sabía que Alexander le ocultaba que ya era un hombre libre y que podía casarse nuevamente.
Él estaba siempre pendiente de la entrada y salida de Emperatriz detrás de aquellos ventanales de vidrios, llegó a sorprenderse de sí mismo cuando se descubre observandola sin poder evitarlo, aunque procuraba disimularlo todo, sobretodo porque su rubia no lo dejaba solo en sus tiempos libres.
Aquella oficina se cerró cuando Paula entró en busca de su amiga, estaba feliz, muy sonriente, ya la boda estaba próxima y los ensayos debían comenzar.
—¡Hola amiga! —dijo escandalosamente sacándola de contexto — vine para darte una sorpresita, espero te haya gustado porque te llevaré para cumplir un antojito tuyo…
— Verás amiga, lo agradezco mucho...pero hoy es un día un poco engorroso, estoy cargada de trabajo y...debo ganar tiempo y tener todo en orden dentro de poco trabajaré desde casa…
—No vas a decirme que no, además necesitas respirar un aire distinto y tengo cosas que contarte...
—Si es de tu boda si, no más Alexander por favor...estoy agotada. Ciertamente, lo único que hago es trabajar para mantenerme aocupada, me siento hasta escondida en esta oficina, no me siento bien cuando los veo tan enamorados… y yo creo que en el fondo me alegro que él sea feliz aunque ella me lo restriegue en la cara ¡Oh por Dios, yo hablando de lo que no quiero! —sus ojos se cristalizaron y corrieron sus lagrimas— ¡Es hormonal, juro que es hormonal amiga!
—Es ella que te hace creer que son felices, y tú pareces no darte cuenta.Tú tienes cómo borrar la sonrisa estúpida de la cara de esa pedazo de plástico.
—Creo que mejor sí me voy contigo, ¿Me veo gorda, verdad? Mi vientre crece y yo amo lo que veo en mi —Paula tomó su mano mientras secó sus lágrimas.
—Eres muy hermosa Cielo, no tienes que esconderte y menos ocultar tu linda barriga para que otros sean felices, todo lleva su tiempo amiga, verás que tú serás feliz...
—¡No con Alex, nunca más quisiera sentir nada por él!
—Todo pasa, ya verás Cielo, mientras sé feliz, sin él y sin los quejones de su familia, sé feliz...
—¿Quejones?
—Si, deberías de atenderlos, ellos te aman y no tienen la culpa de lo sucedido...
—Lo sé, pero no entienden que quiero olvidarlo y solo me hablan de él, yo jamás quiero pensar ser parte de su vida, nunca más, aún con todo mis sentimientos jamás voy a perdonar ni a aceptar que esté cerca de mí como otra cosa que no sea por trabajo.
—¿Frente a él? De eso quiero hablarte pero no aquí, salgamos por favor Cielo.
Salieron de la oficina y cuando caminaban hacia la salida, Emperatriz estuvo de frente con la pareja que perturbaba sus sentidos.
—¡Hola Cielo! —dijo Alexander sorpresivamente como si todo se congelara para él— ¿Cómo estás? Mira quisiera que hablemos sobre…
—¡¿Hablar de qué con ella?! — preguntó muy obstinada la rubia— Tú y yo vamos ahora de salida, tenemos planes…
—Vaya niña…tus espuelas son larrrgas — interrumpió Paula — qué lástima que Alexander esté ciego — espetó molesta y volteó los ojos con rabia jalando repentinamente a Emperatriz — Vamos amiga... aquí huele a azufre.
Las mujeres caminaron y Alexander no pudo evitarlo, su mirada era nostálgica, parecía triste hasta el momento de sentirse invadido por las locuras de su amante.
—¡¿Por qué demonios te pones así Claire?! ¡Te atreves a expresarte como si fueras mi dueña!
—¡¿Qué te pasa a ti Alex?! ¡¿Acaso te importa ella?! — gritó enfurecida— No voy a tolerar que cada vez que la encuentre suceda ésto…
—¡No pasa nada y tú lo sabes…Cielo y yo tenemos trabajo en común, te pido que no vuelvas a comportarte de esa manera que me molesta y me da avergüenza! —dijo con su mirada hostigante— ¡¿Vamos?!
La mujer caminó pero no quedaba nada de su sonrisa, una amargura se apoderó de ella.
***
Mientras, Paula caminaba con seguridad al lado de Cielo, sus pensamiento no dejaba de fluir.
—Yo haré que se junten nuevamente aunque sea por mi boda, esa rubia del infierno me tiene harta — pensó Paula aún sin olvidar lo sucedido.
—¿Comeremos en el restaurant de siempre? — preguntó Cielo sacándola de contexto.
—No, no quiero que coincidamos con Alex y su pedazo de plástico, quiero que estés a gusto Cielo, así sea más lejos.
Editado: 07.04.2023