Verónica Leiva.
Años atrás era un chica problema, me valía mierda el mundo, todo se podría estar cayendo y a mi, a mi no me importaría, pero también años atrás eso cambió, yo cambié, mi mundo era esa pequeña personita inocente que llegó a mi vida para ponerlo patas arriba, me costó demasiado adaptarme a él, me costó acostumbrarme a sus llantos en las noches, pero lo hice, conseguí que deje de llorar al hacerlo dormir sobre mi pecho. A medida que los meses pasaban, verlo me llenaba de felicidad, iluminaba mis días en ese infierno, lo protegí en miles de ocasiones en las que la madre quiso venderlo, porque a eso se dedicaba el dichoso orfanato, traficaban a los niños que ahí llegaban. Yo sabía que dejar a Roger no me traería nada bueno, él me lo advirtió, no lo escuché y eso me costó muy caro, pero debía haber ido por mi, y no por los inocentes, tiempo después me enteré que quien compraba a los niños era él, y luego los vendía al mejor postor.
Si yo simplemente me hubiera quedado a su lado, si lo hubiera escuchado, si hubiera dejado de lado la idea de ser una mejor persona, se que de nada sirve pensar en el hubiera, porque nada va a cambiar el hecho de que cometí muchos errores en el pasado que estos momentos me persiguen, crei dejar el pasado enterrado pero no fue así, al parecer no le eché mucha tierra ensima.
Tengo una malditas ganas de llorar, de gritar y tirar todas las cosas que encuentre a mí alrededor, quiero otra vez en mis manos a ese hijo de puta y esta vez encargarme de que no respire más. Mi único consuelo es que no me cruzare con él por un largo tiempo, ahora intentaré escribir una nueva historía, italia no suena nada mal, aprovecharé para despejar mi mente, y quizás tenga una nueva vida allí, a pesar de ir por otra de mis estupideces creo que es algo bueno después de todo.
Onur no a dicho nada en todo el vuelo, se a mantenido en silencio, mientras hace no se que en su portátil, es mejor así, cuando le conté un poco de mi vida, en aquel cementerio, liberé un poco la opresión que siento en el pecho.
Hace un rato le avisé a Jacob de mi viaje a Italia, primero me tiró mil y un insultos por haberlo abandonado, pero luego dijo que era lo mejor, también me dijo que hablaría con uno de sus amigos de Italia, que organiza peleas ahí para que yo pueda participar, eso en verdad me hizo muy feliz.
"Queridos pasajeros, porfavor abrochence los cinturones que estamos por aterrizar."
Hice lo que la voz en el parlante dijo, y minutos después aterrizamos en el aeropuerto de Italia.
— Vamos— dijo Onur, tomando su maleta y la mía.
— Puedo llevarla yo— dije.
No respondió y camino delante de mi bajando del avión como si fuera el puto dios del universo entero.
Si parece uno.
Cállate.
No lo negaste.
Ignoré a la estupida voz en mi cabeza y lo seguí como toda una niña buena, no quiero pelear hoy, mañana tendré el tiempo suficiente para joderlo.
Llegamos hasta un lujoso auto de color negro, un hombre con porte de matón se encontraba parado al lado de este.
— Señor— lo saludó con un asentimiento que Onur ignoró olímpicamente.
— Hola— salude yo— soy Verónica— tendí mi mano en su dirección, la tomó dando un firme apretón.
— Jarret.
Subí en la parte trasera como me indicó, miré por la ventana cuando Jarret se puso en marcha, Onur se mantiene metido en el portátil, me ignora y mantiene su cara de culo, cosa que me hace rodar los ojos.
Me siento como una niña chiquita entrando a Disney Landia, Italia es simplemente hermosa, tengo muchos lugares que recorrer. Mi teléfono timbró con un mensaje.
—Jacob: Le di tú número al organizador de peleas allí, te escribirá en cualquier momento, no me ames ;)
Sonreí con ese mensaje, y aún mas al ver de reojo a Onur verme con el seño fruncido.
—Tú: ¿Ya te dije cuanto te quiero, idiota?
Eres el mejor!.
Comencé a jugar un juego que encontré en mi teléfono, mientras llegábamos a donde sea que estábamos llendo.
Levante la mirada cuando el auto comenzó a ir más lento, y juro que me hubiera caído de culo si no estuviera sentada, lo que veo delante de mi es una jodida mansión, escuché reír levemente a Onur por mi expresión, vaya, me alegra que me vea como su payasito, pero hay que admitir que tiene una risa bonita.
Baje del auto cuando esté se detuvo por completo, admiré la fortaleza que se encontraba delante de mi, mientras que Jarret bajaba nuestras maletas.
— ¿Te quedarás ahí?— preguntó Onur caminando hacia la gran puerta.
Lo seguí embobada viendo a mi alrededor, el gran jardín era hermoso, al entrar miré todo como estupida, si por fuera se veía enorme por dentro se ve el doble, mi vista se paseó por las decoraciones, el candeladro en medio de lo que supongo es la sala, un hermoso piano, su ancha espalda, su culo bien paradito que me dan ganas de morderlo.
— ¿Puedes dejar de mirarme el culo?
— Lo siento— mordí mi labio inferior para no reírme, aclaré mi garganta— ¿Cuántas personas viven aquí?— pregunté dando una vuelta sobre mi propio eje.
— Solo yo— lo mire como si fuera un extraterrestre o algo así. ¿Sólo?— Y los empleados.
— ¿Vives solo en este lugar tan grande?
— Sí— se giró en mi dirección— Mónica te llevara a tú habitación— señaló a una mujer de ya una avanzada edad que ni había notado su presencia, sin decir nada más se fue a no se dónde, dejándome con Mónica.
— Mucho gusto, señora— asintió en mi dirección— Sigame porfavor.
Camine detrás de ella, cuidando bien mis pasos para no caer y terminar rodando por las infinitas escaleras y romperme la cabeza.
No seas dramática.
Soy realista.
Luego de largas horas subiendo las escaleras...
Solo fueron dos minutos.
Cállate.
Mónica se detuvo delante de una de las puertas, la abrió y se hizo a un lado señalandome el interior para que ingrese, lo hice y quedé maravillada con lo que veía, las paredes eran de colores pasteles, la cama era una matrimonial, que me llama a gritos para que me acurruque en ella.
— Sus cosas están allí— señaló mi maleta que se encontraba a un lado de la puerta— Cualquier cosa que necesite estoy a sus servicios, señora.
— Porfavor no me diga señora— la miré— Dime Verónica o Vero.
— Esta bien, con su permiso Se... Verónica— se corrigió cuando la miré feo.
Me dejó sola y aproveché para acomodar la poca ropa y las demás cosas que traigo en el armario, terminé de acomodar todo y me lancé a la cama, mi corazón se detuvo por un corto segundo cuando rebote en esta y casi caí al suelo, un día de estos voy a morir se una manera muy estupida si sigo así.
Mi móvil timbró con un nuevo mensaje, lo saqué de mi bolsillo y con solo ese mensaje ya mi cabeza comenzó a maquinar como burlare a la seguridad para poder salir de esta fortaleza.
Número desconocido: Buenas noches bella dama, mi nombre es Connor, Jacob me a hablado de tí. En unos días habrá una pelea, sería un honor verte ahí.
Me adjunto una dirección con el mensaje, ya se cual será el primer lugar que visitaré.
Tú: Es un placer Connor, muchas
gracias en verdad.
Deje el teléfono de lado y camine hasta una puerta que se encontraba ahí, la abrí encontrándome con un baño, que parece otra puñetera habitación, la única diferencia es que aquí en vez de cama hay una tina que dice ven a mí, y muchos productos para el pelo y demás.
Me encoji de hombros y me acerqué a al tina, abrí la llave y dejé que el agua corriera, unos minutos después la tine ya se encontraba llena, eché en ella esencias y un líquido para hacer espuma. Me despoje de mi ropa y sin perder tiempo me metí en ella.
Oh, mierda, esto sí que es vida, mis músculos se relajaron casi por completo cuando mi cuerpo se sumergió en el agua.
Cerré mis ojos y dejé que mi mente se quede en blanco por lo menos unos minutos, me olvidé de toda la mierda vivida por un momento, me permití respirar tranquila.
[....]
Baje las escaleras despacio para no matarme, llegue a la planta baja y me quedé ahí parada como estupida, ¿Dónde demonios está la cocina?.
Busque por unos largos minutos y creo que me perdí, encontré una habitación que se encontraba al final de un largo pasillo, me acerqué y empuje esta que se encontraba entreabierta, me adentre encontrándome con una total oscuridad, tantee las paredes en busca de algún interruptor, hasta que di con uno, la luz me cegó por un momento, ¿Qué...?
— Señora, ¿Qué hace aquí?
¡Por todos los cielos y los caídos! Casi me hago pis del susto.
— Mónica— me lleve una mano al pecho sintiendo los latidos frenéticos de mi corazón— Yo... Me perdí.
— No tiene que estar, el señor se molestará— dijo con seriedad.
— Ya me voy— levanté mis manos, salí de ahí con ella detrás mío y cerró la puerta con llave. — ¿Podrías enseñarme la mansión para no perderme?— asintió y comenzó a caminar, la seguí.— ¿De quién es esa habitación?
— Al señor no le gusta que hablemos del tema.
No dije nada más pero la curiosidad me quedo picando, volveré a esa habitación, no llegue a ver mucho, pero por lo poco que vi en ella habían cosas de una mujer, la suave fragancia que me golpeo al ingresar a la habitación sigue en mis fosas nasales.
Nos dimos una vuelta por la mansión y la verdad la única parte a la que le presté atención fue al gimnasio que tiene aquí, al menos no me aburrire aquí dentro.
Terminamos el recorrido en la cocina, y el olor de la comida hizo que mis tripas rugeran más, Mónica me envió a la mesa, a pesar de que le dije que la ayudaría no quiso, no estoy acostumbrada a que me sirvan.
Onur bajó las escaleras con un pantalón chándal gris y una remera negra, luego de muchas horas lo vuelo a ver. Tomó asiento delante de mí y Mónica nos trajo la cena.
— Mañana vendrá mi madre quiere conocerte— soltó de golpe.
Me atragante con el primer bocado que di, me di palmadas fuertes en el pecho hasta que se me pasó.
— ¿Encerio?
— Nunca bromeo, Verónica.
Genial, conoceré a mi suegra, yeiii.