Todo por una Borrachera

Capítulo 09

Verónica Leiva 

La puerta por donde mi adorado esposo salió se cerró y borré mi sonrisa, corrí escaleras arriba, me metí en mi habitación y una sonrisa se plasmó nuevamente en mi rostro, comencé a rebuscarme en el armario, saqué un pantalón bambucha gris, una blusa de tirantes blanca y un abrigo con capucha negra, saqué mi ropa interior y me metí al baño para darme una ducha rápida.

Mientras la lluvia artificial comenzó a caer sobre mi cuerpo, comencé a trazar un plan mental. Son las doce del medio día, la madre de Onur llegará en la tarde, me da tiempo de ir a la dirección que me envió Connor y volver antes de que su madre y él lleguen, suena sencillo. Lo que no es sencillo, es salir de aquí, hay seguridad por todos lados, es una puta fortaleza con hombres por cada rincón.

Me envuelvo en una toalla saliendo del cuarto de baño, me visto lo más rápido posible, tomo mi móvil y guardo un poco del dinero que Onur me a dejado en la funda de este. Recojo mi cabello en un moño desordenado y suelto un suspiro.

— Vamos Vero, piensa...— murmuro caminando de un lado a otro.

Mis ojos se posan en la ventana y me quedo quieta pellizcando mi labio inferior con mis dedos, indecisa. 

Estoy en el segundo piso, si me lanzo tal vez me rompa algo. A la mierda.

Camino hacia la ventana y la abro, me asomo un poco y puedo ver a algunos de los trajeados caminando de aquí para allá con cautela, ladeo la cabeza y a mi izquierda la pared se encuentra cubierta de una enredadera. 

Soltando un suspiro guardo mi teléfono entre mis pechos para que no se me caiga, seco el sudor de mis manos en mi pantalón para luego sacar una pierna por la ventana, me estiro hasta aferrarme a la hierba, tomando respiraciones profundas salgo rápidamente aferrándome con las dos manos, ahogo un grito cuando mis manos se resbalan, pero logro equilibrarme.

— Vamos Verónica, despacio, no mires abajo— me animó a mi misma bajando con cuidado.

Me suelto cuando faltan unos pequeños metros para tocar el césped, me pego a la pared cuando uno de los guardias se acerca, corro cuando se aleja y me voy ocultando en los arbustos. Bien, esto es sencillo. 

Miro la muralla que debo saltar para poder salir, ladeo la cabeza a todos lados fijándome que nadie esté cerca. Doy pasos hacia atrás e inhalo y exhalo un par de veces antes de echarme a corre hacia la pared de ladrillos, pego un salto y doy dos pasos largos en la pared antes de aferrarme a la parte superior de esta, hago fuerza para poder levantar mi cuerpo, lo logro y me siento, ladeo la cabeza y pongo mala cara cuando veo un gran árbol justo a mi lado.

Muy bien Vero, estupida no se hace, se nace.

Me doy un golpe en la frente antes de girar levemente mi cuerpo para apoyar ambas manos del lado izquierdo de mi cuerpo, me giro dejando mi abdomen apoyado en los ladrillos, me cuelgo y me dejo caer.

— Maldita sea— murmuro entre dientes cuando caigo de culo al no poder sostenerme. 

Me pongo de pie e ignorando el leve dolor hago un pequeño baile de victoria al estar fuera, comienzo a caminar no sin antes guardar la ubicación en Google Maps, levanto mi mano y la agito cuando veo un taxi acercándose. Se detiene y me subo en la parte trasera.

— Buon pomeriggio, signorina, dove la porto?—《Buenas tardes, señorita, ¿Dónde la llevaré? 》, pregunta el italiano.

— Buon pomeriggio, Plaza Novana, per favore—.《Buenas tardes, Plaza Novana, porfavor》, contento.

Es una suerte que haya estudiado idiomas entre ellos italiano, de otra manera no podría manejarme aquí. 

La Plaza Novana está cerca de la dirección que me envió, así que tendré que caminar un poco nada más. Paseo la mirada por todo lo que veo, Italia es realmente hermoso, luego tendre tiempo de recorrer todo mucho mejor.

Luego de aproximadamente media hora el taxista se detiene, pago lo que indica el taxímetro— ya había sacado el dinero antes de subirme, ¿Se vería muy raro si meto mi mano entre mis pechos para sacar mi teléfono?— y me bajo murmurando un agradecimiento. 

Camino mirando todo a mi alrededor como niña en dulcería. No estoy muy segura cuánto tiempo tengo antes de que Onur vuelva, o su madre llegue a la residencia, pero haré todo lo posible por llegar antes de que noten mi ausencia. 

Unos minutos después llego a una bodega, me adentro mirando cada rincón de este, camino hasta detenerme frente a una puerta, en donde golpeo tres veces.

— Adelante— una voz ronca hace eco desde dentro.

Entro encontrándome con un hombre de no más de veintitrés años, moreno, cabello cobrizo y ojos bonitos.

— ¿Eres Connor?— pregunto dándole una repasada.

— Así es— se levanta y rodea el escritorio acercándose a mí— Tú debes ser Verónica, ¿Cierto?

Asiento.

— Estoy de paso, quería conocer un poco el lugar.

— Por supuesto— hace un ademán con su mano para que salgamos de la oficina— Jacob me a hablado de tí.

— Espero que cosas buenas.

Avanzamos por un pasillo y a medida que lo vamos haciendo comienza escucharse mucha bulla.

— Muy buenas— dijo abriendo una puerta doble. 

Nos adentramos y siento la mirada de muchos puestos en nosotros, recorro con la mirada todo el lugar como lo llevo haciendo desde que cruze la primera puerta. Hay muchas personas, tantas que el calor es sofocante, muchos gritan alrededor del ring, que se encuentra ocupado por dos personas moliendose a golpes. 

— Dentro de dos semanas hay una pelea en donde participan los grandes peleadores, Jacob me a dado muy buenas referencias tuyas y por eso me he tomado el atrevimiento de anotarte para esa pelea.— Habla manteniendo la vista en la pelea.

— De acuerdo— asiento viendo como uno cae inconsciente en la lona.

Nos quedamos hablando de temas banales mientras observamos a las personas rendirse o caer nocaut. Connor me cae bien, aunque es una persona un tanto cerrada, no como Jacob que parlotea sin parar y en menos de nada te dice hasta cuantas veces va al baño. 

Unos largos minutos u horas después me despido para ir de nuevo a la casa de mi amado esposo. Tomo un taxi para así poder llegar más rápido. Bajo rápidamente pagando al taxista, salgo corriendo y me trepo por la muralla, me quedo sentada unos segundos en la cima antes de saltar, logró equilibrarme quedando de cuclillas y no romperme ningún hueso en el proceso.

Levanto la mirada y mi corazón se detiene cuando veo el auto de Steins acercarse. Mierda.

Me hecho a correr como alma que lleva el diablo, intentando llegar antes de que él entre a la casa. 



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En el texto hay: humor drama boxeoilegal dolor secretos

Editado: 25.07.2021

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