No podía dejar de apreciar ese asombro y preocupación en los ojos de Michael.
—¿Cómo te hiciste eso? -No dejaba de ver mi herida y mi pantalón empezaba a mancharse de sangre cada vez más.
—No lo sé, supongo que ya no soy tan fuerte como para romper una puerta de una sola patada como tú -Suspiré.
—Por cierto, ¿Cómo alguien como tú, pudo dañar a cuatro hombres del ejército? -Su tono burlón me tranquiliza, aunque, este dolor se hace más fuerte.
—La historia estaría mejor con un poco de ayuda, ¿No crees? -Insistí apuntando hacia mi pierna.
Michael se llevó a Victoria de la oficina y trajo unas cuantas cosas para "curarme".
Hizo una pasta extraña con un líquido transparente y un polvo blanco, al parecer tenía que dejar reposar esa mezcla en mi herida un par de minutos.
—Esto va arder -Ni siquiera me dió tiempo de reaccionar cuando él ya había cubierto mi herida con esa mezcla que tomaba un color café rojizo. —Bien, tenemos un buen rato, empieza a hablar.
Pase saliva pesadamente.
—Cuando me dejaste -Fui interrumpida.
—¿Es necesario iniciar con eso?
—Dejame hablar, maldita sea, esto ya es bastante difícil -El ardor de mi pierna mezclado con esa cosa me pone de malas, y huele mal. —Cuando ya no regresaste, ni diste señales de vida, por alguna jodida razón aún quería atarme a tí. No lo entendí hasta varios meses después, pero ya era demasiado tarde. Terminé embarazada de un tipo que al enterarse de que Victoria estaba en camino, me abandonó -Mentí.
—Bastardo -Su voz demostraba enojo.
—Me quedé sola, un mes después mi madre murió, y tuve que usar todo el dinero que me quedaba para pagar su funeral y su entierro... Algo digno. Así empecé, sola, sin trabajo, sin ayuda, sin conocidos y embarazada. Maldecia mi embarazo pero al mismo tiempo me mantenía atada a una persona a la que amaría toda mi vida, eso me hizo no querer abortar.
Meses después conocí a Daniel, creo que no hace falta que te cuente bien quién es, tienes un expediente abierto sobre él.
—¿Cómo sabes eso? -Cuestionó.
—Ese bastardo lo sabe, y yo siempre escucho Michael, las paredes tienen oídos.
Yo estaba ahí cuando hablaba de las redadas con personas que trabajan para él.
—Tengo que tomar tu testimonio -Soltó.
—Después, déjame seguir -Michael asintió —Daniel estuvo detrás de mí por un tiempo, solo porque no sabía que estaba embarazada, en realidad Victoria se ocultaba sola, al parecer ambas teníamos miedo.
Yo era un trofeo difícil de ganar para él, y entre más retos, era más divertido según él; muchas veces intenté salir con otras personas, pero a la semana desaparecían o aparecían muertos. Eso sinceramente no me importaba.
Cuando Daniel estuvo a punto de mandar secuestrarme, porque se estaba cansando, me di cuenta, y tuve que fingir, fingir que no quería estar con él porque un idiota me dejo sola y embarazada. Fue una sorpresa, puesto que él me deseaba, al enterarse de eso me maldijo y se puso a investigar todo mi pasado, hasta que dió contigo, para cuando supo todo, Victoria ya había nacido. No le importó Victoria hasta tiempo después.
Ella se convirtió en la niña de sus ojos, mientras a ella la cuidaba y protegía, a mi en varias ocasiones, estuvo a punto de matarme, pero se detenía porque, ¿Quién cuidaría a su preciada Vicky?
—Una niña que es viva imagen de ti -Soltó.
—Si no podía tenerme a mi, tendría algo igual a mi, y de mi sangre. Aún que me repugna la idea de que la cuide solo para querer algo más con ella -Me ahogue con mis propias palabras.
—Y por eso lo retabas -Suspiró.
—¿Cómo lo sabes? -Cuestioné.
—Es fácil esperar algo como eso de tí, a demás, quieres protegerla.
—Es mi hija, ¿Por qué no debería protegerla? -En especial de tipos como Daniel.
—Continúa, por favor.
—Eh, bien, cuando Victoria nació a Daniel no le importó, pero se hizo cargo de mi y de ella, no lo sé, tal vez por orgullo. -Michael asintió —Me dió todos los cuidados necesarios hasta que pude recuperarme y hacerme cargo de Victoria. Quería conseguir un trabajo pero el se negó. Cuando la niña comenzó a decir sus primeras palabras y a dar sus primeros pasos, Daniel parecía alegrarse y enorgullecerse de eso, y empezó a pasar más tiempo con ella... Pero a pesar de todos sus intentos él nunca logró hacer que le llamara "papá". Eso le disgustaba pero aún así seguía siendo la niña de sus ojos.
—¿Crees que Vicky sabe que no es su padre?
—No lo creo, estoy segura -Susurré —Ella me ha preguntado por su verdadero padre, pero nunca he tenido el valor de darle una respuesta.
—¿Sabes de su paradero? -Sus ojos denotaban esperanza en que dijera que no.
—Si, lo sé todo de él -Solté —Pero lo quiero lejos de mi hija.